A veces, hay casualidades que parecen surgir por arte de magia, pero una vez más, y no sé cuántas van en mi vida, se lo tengo que agradecer a Ignacio Julià. Suerte que existen críticos musicales como él. Me puso en la pista de Mickey Newbury tras su excelente reportaje en Ruta 66 en el mes de noviembre. La historia de este músico me enganchó pero, aún más, las palabras que le dedicaba Ignacio a su música cuando, con su estupenda prosa, hablaba de sonidos sensibles próximos a Nick Drake, que “aparecían entre la neblina sentimental de la tradición norteamericana”.
Por aquel entonces, yo acababa de terminar de escribir mi libro. Cuando leí el reportaje, lo primero que pensé fue que este hombre en la sombra era un ‘acorde roto’ en toda regla. Su historia de músico huidizo, incomprendido y refugiado en su arte conceptual, me recordaba a la de Fred Neil, que había incluido en mi selección para el libro y al que me había arrimado y profundizado en su obra tras leer un texto de Ignacio hace años. Su relato vital, sin duda, era propicio para haber formado parte de Acordes Rotos, donde se quedaron varios nombres fuera. Pero, a decir verdad, más allá de tragedias o indiferencias, sentía la necesidad de escuchar a Mickey Newbury. Apunté el cuádruple disco Mickey Newbury: An American Trilogy, que se reeditaba en formato digipack. Y lo apunté bien subrayado y en letras grandes en un postick. Tenía que hacerme con él.
La sorpresa llegó poco después. Al parecer, Facebook dio problemas en verano y muchos mensajes personales se perdieron en el limbo o llegaron bastante más tarde. Me pilló de vacaciones cuando sucedió esto y algunos se quedaron en tierra de nadie. Un día, no sé por qué, me dio por revisar mensajes con la idea de contestar a algunos lectores que me escribían y topé con uno escrito en inglés. Un tipo bastante simpático, presumiblemente conocedor de La Ruta Norteamericana, me decía que quería mandarme un disco maravilloso, que seguro me gustaría. Y este álbum era el de Mickey Newbury. Y el hombre era el distribuidor norteamericano del álbum. Y sí: el deseado cuádruple disco de Newbury me cayó del cielo de un día para otro.
Soy de los que cree en el poder extraordinario de las pequeñas casualidades de la vida. Sentí que este disco de Newbury contendría algo de ese poder oculto. Y así fue. Puesto en el reproductor de casa, el disco desprendía una voz susurrante que era como un hechizo y remitía a los grandes cantautores norteamericanos. Como escribía Ignacio, había sensaciones de Nick Drake pero también de Townes Van Zandt. Looks Like Rain (1969), Frisco Mabel Joy (1971) y Heaven Help the Child (1973), así como el disco de rarezas, impactaban por su sonido calmado, limpio, lleno de sugerente folk o sabroso country.
¿Pero quién era Mickey Newbury? Era un músico incomprendido en su tiempo, aunque admirado por muchos colegas de profesión como Johnny Cash, Elvis Presley o Kris Kristofferson. Fue una inspiración constante para todos. El propio Presley hizo famosa su canción American Trilogy, que en voz de Newbury desprende un aura especial. Kenny Rogers hizo lo mismo con su Just Dropped In. Era un músico entre músicos, un talento, un tótem de la sensibilidad americana.
Apasionado de la literatura beatnick, con sus camisetas de cuellos altos y su gran timidez, Newbury era un autor incorruptible. Apelaba a la sensibilidad, sin prestar atención a modas, movimientos o ideas preconcebidas. Pocos como él podían profundizar tanto en la conciencia norteamericana y descifrar tan bien los enigmas poéticos del sueño de una tierra prometida. La irrepetible Odetta, voz de los derechos civiles y alma incandescente del folk, quedó prendada con su valentía, con el propósito interior de su música. Es maravillosa su historia en el Bitter End West de Los Angeles cuando hermanó, como si fueran dos afluentes que van a parar al mismo río, el himno del Sur, Dixie, con el canto unionista del Norte, Battle Hymn of the Republic. Esta última tenía una interpretación visceral y desgarradora en voz de Odetta pero Newbury derrumbó todos los nacionalismos y prejuicios desde la Guerra de Secesión. No había pasado ni un siglo de esa lucha civil por la identidad de un país y Newbury apelaba a la sensibilidad de una nación llena de contrastes, batallas perdidas y conquistas espectaculares. El tabú del orgullo de los derrotados dejó de serlo en boca y música de Newbury. Ni vencedores ni vencidos. Una sola idea americana captada con folk etéreo, donde se podían recrear certeros efectos de lluvia o viento como en el disco Looks Like Rain. El objetivo era atrapar al oyente en esa idea.
Si el otro día hablaba de la fuerza de los acordes melancólicos de Dawes (recomiendo la entrevista de Manuel Cuéllar a estos chicos que ayer dieron un notabilísimo concierto en Madrid aunque corto de duración), digamos hoy que Newbury era un maestro, un gran maestro, de esa añoranza vital, plasmada en canciones que te rodean como una bruma de invierno en mitad del campo, cuando reflexionas en silencio y transitas por los más extraños de los recovecos espirituales.
Uno nunca deja de aprender y la música norteamericana está llena de enormes sorpresas. No sé cómo no había llegado antes a Mickey Newbury, que fue parte fundamental del movimiento outlaw del country, ya que fue de los primeros en plantarse ante el establisment de Nashville. Ayudó también a gente como Townes Van Zandt y Guy Clark. Pasó media vida recluido en una población de Oregon y apareció en contadas ocasiones para sacar algun disco o hacer conciertos. Tenía un punto similar a Bobby Charles.
Pero uno nunca deja de aprender, decía. Tampoco uno nunca estará suficientemente agradecido a Ignacio Julià por tantas exploraciones a las que invita en sus escritos. Y uno nunca tendrá suficientes palabras, las mejores palabras, para definir lo que a continuación se escucha. Seguramente, porque hablamos de magia, y se trata de creer o no creer.
Hay 8 Comentarios
¡ Feliz encuentro ! Suena como sacado de algún último western de Howard Hawks o John Ford. ¿ Sabe alguien si se habrían conocido ? Otra vez a rascarse el bolsillo. No sé si es mejor que haya crisis musical.
Publicado por: ALEXCRIVI | 06/03/2012 13:29:36
Se trata de magia. Infinitas pequeñas casualidades o golpes del destino, todos hemos tropezado y descubierto artistas fundamentales muchas veces escondidos sin explicación. Lo que no podemos definir por casualidad es que Ignacio Juliá o un tal Fernando Navarro nos descubran “Acordes Rotos”. Yo también había leído ese artículo del Ruta66 pero necesitaba un nuevo empujón para acercarme a la figura de este desconocido. Tú me lo has dado, GRACIAS
Publicado por: Coco | 04/03/2012 18:04:21
En primer lugar, gracias por el espacio. Muerte, represión y saqueo. Sin estas tres palabras, el concepto de mega minería no podría existir. Van de la mano al igual que van de la mano el gobierno nacional y las mineras extranjeras, encargadas de llevarse los minerales y las divisas, dejando contaminación, destrucción y migajas. El conflicto generado en torno a la minería metalífera a gran escala desenmascara las políticas reales del kirchnerismo y la burguesía nacional, que solo buscan poner en bandeja los recursos naturales y estirar lo máximo posible el discurso de un progresismo emancipador, que no resiste ningún contraste con la realidad. Gracias a los levantamientos populares, los cuestionamientos hacia esta actividad extractiva y destructora han echado raíces en amplios sectores de la sociedad. Hoy, los pueblos de Famatina, Belén, Andalgala, Tinogasta, Chilecito, entre otros, son los faros a seguir en una lucha por la emancipación. Pese a que muchos intenten enfriar el conflicto con vientos malvinenses, el repudio a la minería a cielo abierto truena más fuerte que las explosiones que mutilan la Cordillera de los Andes. LEER INVESTIGACION COMPLETA: http://elruidoenelhormiguero.blogspot.com/2012/02/miserias-cielo-abierto.html
Publicado por: Simon A | 02/03/2012 21:11:36
Hola Fernando,
A veces pienso que no puedes er normal tu capacidad para sacar artistas tan buenos del anonimato, pero esta vez se explica porque viene de la mano del maestro Julià. La cuestión es que el video suena bestial, qué entrada.
Saludos
Por cierto Fernando si tienes ocasión y ganas me gustaría saber que piensas sobre mi última entrada de los Stones, no pongo la URL para no trollear todo el tiempo ;-)
Publicado por: Ferrán Blasco | 02/03/2012 18:31:50
Me paso lo mismo gracias a Ruta 66 lo conoci, fue todo un descubrimiento. Leyendo sobre su vida si que encajaria en Acordes Rotos, para un segundo volumen.
Publicado por: FICO | 02/03/2012 12:36:26
Llego aquí desde las crónicas de Hank. Un placer, más porque tengo ahora mismo la piel de gallina escuchando ese video. Mickey Newbury, lo apunto. Ignacio Julià es un crack. Me encantan sus editoriales. Saludos
Publicado por: Chals | 01/03/2012 22:54:21
Enorme Fernando, como siempre da gusto adentrarse en tus artículos. Por otro lado, sigo disfrutando de los Acordes Rotos, gracias.
Publicado por: Guillermo | 01/03/2012 21:51:52
Hola, no cambies Nunca Frenando, estupendo articulo, que se complementa perfectamente con el de ruta 66.
Tocando las Nubes. esa es la sensación.
Salud.
Publicado por: Chema | 01/03/2012 12:48:30