Forajidos de las emociones. El amigo Eduardo Izquierdo, colaborador habitual de Ruta 66 y Mondosonoro, nos trae a uno de ellos en esta ruta sonora dentro de la sección Parada para repostar. Nos habla de Greg Brown, que el año pasado sacó un disco delicioso y que no es tan reconocido como se debería tras su gran obra. Disfrutad del magnífico texto de Izquierdo.
Texto: Eduardo Izquierdo
Mi padre llegó a casa tranquilo como la noche, con sus zapatos gastados. Me di cuenta por sus hombros que estaba triste (que tenía el blues). Dijo: “hijo, tu madre se ha ido y no puedo decir cuándo va a volver. Hey ¿quieres cantar una canción conmigo?
Esas eran las frases con las que Greg Brown abría su primer disco, Hacklebarney, en 1974. Un tema llamado «My Pa, He Came Home Quiet as the Evening» que recoge toda la esencia de lo que iba a ser su carrera musical. Porque a menudo calificado como un simple cantante de folk, Gregory Dane Brown, casado desde 2002 con la también cantante Iris DeMent, es mucho más que eso. Brown es la esencia del storyteller, un alquimista capaz de tornar los sentimientos y la cotidianidad en canciones que te arrancan el alma paso a paso. Un outlaw, pero no al estilo de Waylon Jennings o Willie Nelson.
Ellos permanecían al otro lado de las leyes terrenales. Brown en cambio camina con soltura por la fina línea de las leyes de los sentimientos, que sólo traspasa cuando lo considera necesario. Esas que no están escritas. Que no tienen códigos, ni artículos, ni intérpretes. Senderos sin final aparente pero que se han de caminar con paso firme. El paso que ha llevado a Brown a una carrera de 25 discos en estudio y numerosos directos que culminaban el pasado 2012 con el espléndido Hymns for What is Left.
Era este un paso difícil, una carretera con demasiadas curvas, porque Brown venía del que muchos consideraban su mejor disco. Freak Flag editado en 2011 es de esos discos para los que se te acaban los adjetivos. Excelso. Espléndido. Insuperable. Magnífico. Una amalgama de sentimientos y situaciones convertidos en canciones supremas que canta una voz teñida de experiencia por el paso de los años. Una obra cumbre. La obra maestra que amenazaba con pintar Dylan a principios de los 70. Algún día todo sonará como una rapsodia o ella estará conmigo, cuando pinte mi obra maestra, cantaba Bob. Brown traza en acuarela la suya. Y lo hace solo, aunque eso sí, con el disfraz de rapsoda preparado en el armario.
Pero, ¿qué pasa después? ¿Cómo encarar un nuevo disco después de tamaña demostración de grandeza? ¿Cómo seguir adelante si probablemente eres consciente de que no vas a poder superarlo? ¿Cómo motivarse? Probablemente la naturalidad es el secreto que vuelve a hacer grande Hymns for What is Letf. Brown no se preocupa de nada. Encara su nuevo disco como si fuera el primero y vuelve a mostrarse como uno de los grandes. Un contador de historias único y un melodista espectacular.
Dime qué se supone que puede hacer un tío cuando un coche cuesta lo que antes una casa y una casa es una pila de tableros baratos, pintura y deuda. Estoy en los límites de la ciudad y hace frío, oscuridad y humedad. (Cold & Dark & Wet. The Evening Call 2006)
Brown aprendió el oficio en los hootenannies de su Iowa natal. Estas no eran más que reuniones de folksingers que se dedicaban a tocar sus canciones durante noches enteras en una especie de jams eternas. Clásicos y canciones propias se combinaban entre sí creando un torrente de ideas que acabaría definiendo el estilo compositivo de Greg. Allí aprendió que no había mejor inspiración que lo vivido, ni mejor motivación que lo que queda por vivir, y eso se refleja en todas y cada una de sus canciones. Y las de Hymns for What is Letf no son una excepción. Porque Brown tiene en su música el espíritu del desaparecido Jim Dickinson. El poso que sólo tienen los grandes.
Domina el falsete que, curiosamente mezcla con su voz rasgada y curtida, controla los ambientes con esa preciosa confusión mesurada de violines, banjos, armónicas o mandolinas mientras su mujer Iris se muestra arrebatadora en las tareas corales. Belleza que duele. Pasión carnal. Greg vuelve a estar majestuoso en cada frase, en cada palabra, en cada sílaba. Todo tiene sentido, sea para denunciar una injusticia o para decirle a su amada que la necesita. Dos situaciones a las que se enfrenta de la misma manera pero consiguiendo que cada una de ellas parezcan especiales. Y hasta el oyente se siente especial. Porque sabe que está degustando algo para paladares exquisitos. Aunque muchos no vayan a darse cuenta de ello.
Texto: Eduardo Izquierdo, colaborador habitual de Ruta 66 y Mondosonoro y autor del blog Los Hijos Bastardos de Henry Chinaski.
Hay 2 Comentarios
Hola
Es cierto, buen texto, su voz suena a verdad... y a mi también me suena más el nombre de su mujer.
Un saludo.
Publicado por: Manu3l | 08/01/2013 19:53:52
Hola a todos!!
Pues si es un buen post!! Y apuntado queda Greg Brown, es cierto ni es reconocido ni muy conocido, como es mi caso, conozco mas la obra de su mujer , algo que hay que remediar!!
Salud!!
Publicado por: Chema | 08/01/2013 14:04:18