Olvidadas ya casi las vacaciones de verano, estando a tope con varios frentes, lo que no se pasan son los discos y los libros que se han podido degustar en estos días con mucho más tiempo para uno mismo. Uno de los libros que he devorado ha sido Wouldn’t It Be Nice. Brian Wilson y la creación de Pet Sounds (Libros del Ruido), escrito por Charles L. Granata.
Pet Sounds. Hablamos de una obra de arte monumental de The Beach Boys, reconocida por crítica y público, aunque cuando fue publicada en 1966 no recibió tan buena acogida. Tal y como cuenta Granata, historiador musical que escribió el libro en 2003 y ahora se publica su traducción en España, esta obsesión artística de Brian Wilson, el verdadero chico de la playa creador, no recibió el apoyo de Capitol ni se convirtió en otro superéxito de la banda, que estaba acostumbrada a conquistar el top norteamericano con sus canciones de chicas, playa, sol y coches.
Pet
Sounds, como se ha escrito tantas veces, era otra cosa. Era una
oda al amor adolescente, a la plenitud de su inocencia, a todos los matices fantásticos
e indescriptibles que se esconden en esas emociones primarias e intensas pero a
través de un nuevo sonido pop, a través de explorar otras galaxias creativas. Esta
oda estaba tocada por la varita mágica de Wilson, que halló el punto
extraordinario de unión entre el pop de Phil
Spector, The Beatles y los clásicos de Tin Pan Alley. Como dice Granata en
su libro, la fragilidad emocional de Brian es lo que define el tono del disco,
que, en realidad, según él, es mucho más que un disco, es una experiencia
emocional que hay que sentir, comprender, saborear y disfrutar por su espíritu
irreprimible. Granata concluye que Pet
Sounds era “la respuesta a las oraciones de toda una generación”.
En Wouldn’t It Be Nice, donde se hablan de las causas y las consecuencias del célebre álbum, se recogen muchos testimonios de músicos y colaboradores que hicieron posible Pet Sounds. Con todos ellos se dibuja, a base de detalles, experiencias y reflexiones, el mapa creativo y sentimental de esta obra eterna. Tal vez, uno de los testimonios más interesantes es el de Tony Asher, letrista de Pet Sounds, que, entre todas las cosas que cuenta, reconoce que, al principio, no supo apreciar el trabajo que creó Brian, repleto de excesos, pero que, con el tiempo, se dio cuenta que estaba ante una “epifanía”, capaz de salvar la vida de los oyentes a través de la música.
Cierto: Pet Sounds era excesivo, con arreglos mayúsculos, rebosante de matices sonoros, un jolgorio sin igual de armonías vocales, repleto de resonancias. Como explica el arreglista de voces David Wright, el disco guardaba el secreto del “sonido expandido”. “En el ámbito vocal, cuando hablamos de sonido queremos decir que, aunque en realidad solo haya cuatro voces, suena como si en realidad hubiera más de cuatro. Eso ocurre porque están bien afinadas y porque el timbre y la articulación de cada palabra se acoplan perfectamente. Da la impresión de que suenan más voces de las que hay, porque cada una se apoya en los armónicos de las demás. Estos sobretonos reforzados dan a la armonía una sonoridad más rica que la que uno esperaría encontrarse con ese número de voces”. Pero, más allá de las obsesiones artísticas de Brian, hay que apuntar que las drogas ayudaron a su creador a llegar al horizonte que buscaba. Por aquel entonces, el músico, introvertido y con un mundo interior muy delicado, experimentó con el LSD, lo que llevó, según sus palabras, a “escuchar sonidos increíbles”, que consiguió plasmar en un estudio de grabación, convertido en una especie de laboratorio de druida.
En ese laboratorio, conviene destacar la fantástica labor de
“la cuadrilla de demoliciones”, o como se les conocía en la Costa Oeste, la Wrecking
Crew. Suele olvidarse que todo un equipo de músicos de sesión de primer nivel ejecutó
magistralmente las ideas locas y casi imposibles de Brian, encontrando el
ansiado “tono”. Es lo que quiero destacar. Granata cuenta que, a principios de
los sesenta, la escena musical de California estaba repleta de instrumentistas
sobresalientes que trabajaban en los estudios de cine, televisión y
discográficos de Hollywood. Muchos tenían formación clásica mientras que otros
podían estar especializados en acompañar a cantantes de country, pop, rock o
jazz. De esta reserva era de donde Phil
Spector escogía a los miembros de su banda para cada sesión. Brian haría lo
mismo.
Conviene recordarlo porque Pet Sounds es más un disco de Brian Wilson y sus escuderos de Wrecking Crew que de los Beach Boys. La presencia y aportación del resto de Beach Boys es bastante menor que en trabajos anteriores. El propio Carl Wilson reconoce que su hermano se sirvió de estos músicos de sesión “cada vez más rápido” porque las ideas de Brian bullían como átomos y necesitaba profesionales del máximo nivel. Necesitaba a los mejores soldados para la gran guerra creativa y fantasiosa que se libraba en los estudios Gold Star, ubicados en el 6252 de Santa Monica Boulevard, en Hollywood. Los mismos estudios, las mismas cámaras de eco, donde Spector formuló su legendario “muro de sonido”.
Para el beach boy, la interpretación era fundamental. Por Pet Sounds aparecen, entre otros habituales: Hal Blaine a la batería, Glen Campbell y Billy Strange a la guitarra, Larry Knechtel al órgano Hammond o Don Randi al piano. Incluso se sumaban otros provenientes del jazz para las percusiones y los vientos. Eran profesionales del sonido, ejecutores natos, máquinas perfectas en el estudio de grabación. “Mi día empezaba a las ocho de la mañana en los estudios de Universal. Pasaban cinco días y uno seguía sin parar y llegando a casa a las cuatro de la mañana. Al final de la jornada lo que sentías era pura extenuación”, cuenta Billy Strange. “El desgaste era tremendo”, afirma Larry Knechtel, que asegura que se pasó tres años sin irse de vacaciones del trabajo que tenían.
A estos instrumentistas de sesión nunca se les reconoce el
valor que tienen, incluso ahora cuando todavía Estados Unidos cuenta con
músicos anónimos y excelentes que hacen brillar álbumes de costa a costa. Esos músicos
dignifican y engrandecen la música norteamericana. Con la Wrecking Crew, de la
que también formaron parte el arreglista Jack
Nitzsche o el organista Leon Russell, Brian consiguió dotar a
sus epifanías pop de la dimensión adecuada, de la profundidad exacta. En el
mundo del rock, The Byrds, Leonard
Cohen, Paul Revere y los Raiders o Simon
& Garfunkel también contaron con ellos.
En el caso de Pet Sounds, Brian supo apreciar en sus escuderos de la Wrecking Crew las dotes para la improvisación de estos músicos versados en el jazz. Muchos riffs salieron de esas sesiones gracias a que estos ejecutores los improvisaban. “El 99% del tiempo en realidad no había nada que nos pusiera a prueba, pero ese 1% restante era lo que de verdad merecía la pena. De repente llegaba un punto en que tenías que poner tus habilidades al límite, hasta el extremo de que pensabas que igual no ibas a ser capaz de hacerlo. Hablando en términos musicales, aquella tensión era lo que lo hacía interesante”, explica Bill Pitman, uno de los miembros de esta brigada sonora.
Solo un 1%, pero tal vez sea ese el porcentaje donde se puede concentrar la magia, lo trascendental, lo divino. Y Pet Sounds es un álbum lleno de unos por cientos, que sumados, acoplados, unidos, dan el siguiente maravilloso resultado. Un resultado único.
Hay 8 Comentarios
@maniasmías: aparte de que es una leyenda, se supone que fue cuando estaba creando 'Smile' pero se sabe que lo dejó por un cúmulo de problemas (de salud mental, con la compañía, falta de apoyos en el grupo, etc.)
Con 'Pet Sounds' llegó antes, mucho antes, y no era la primera vez que lo hacía.
Publicado por: Wilcar | 04/11/2013 17:34:36
Hola. Pues nada... "Pet Sounds" es un disco descomunal...tremendo. Compré el libro hace unas semanas y no he tenido oportunidad de leerlo todavía (cuestión de cola de espera, ya sabéis). Este año leí otro al respecto que se titula "Bendita Locura" de José Ángel González Balsa -biografía de Mr. Wilson- y hay una cosa en la que discrepo con los dos autores. Veréis; he oido mucho surf, tengo amigos surfers, he vistado California, cada vez que puedo me escapo a Tarifa y cuando oigo el "Pet" me suena a Surfer maduro, al dueño del chiringuito que ve a los nuevos cachorros cabalgando sobre las olas sabiendo qué les va a ocurrir a cada uno, a última hora de la tarde en la playa. Es por ello por lo que no comparto lo de la "oda a la adolescencia". Me suena a todo eso que os he dicho que no es otra cosa que "madurez". Por eso me gusta tantísimo el disco; porque es un esfuerzo intelectual acojonante el que hizo Brian. Luego Mike Love se ocupó de chuparle hasta la última gota de ingenio a Brian -le daba igual que muriese en el intento-. Todo esto es así que, bajo mi punto de vista, que se vació por completo. Después de eso fué a buscar nota con el proyecto "Smile" y es ridículo ir a un exámen de recuperación cuando ya has sacado matrícula de honor. Mirad que me gustan los chicos de la playa, pero creo que si después del "Pet" se hubieran separado seguro que su leyenda, su mitología y sus altares serían mayores que los de Beatles, fijo. De hecho toda su carrera desde el 67 hasta 1979 se nutre de retales de "Smile" que son los que sustentan, si cabe, los discos de los 70's. PROMETO EMPEZAR A LEERME EL LIBRO. Claro, todo esto es una opinión, tan válida como la tuya.
Publicado por: Emitiendo desde Montexas | 22/09/2013 8:14:23
Hola a tod@s Años atrás no entendía tanto debate con Pet Sounds, ademas era un lp que no era precisamente el que mas me gustaba, Pero con el paso de los años reconozco que se ha convertido en uno de mis lps de referencia y como obra es inmenso.
Keep On!!
Publicado por: Chema | 15/09/2013 11:59:02
Continuamos siguiendo tu blog, Fernando.
Para los fans de Springsteen:
http://wordsandlyrics1972.blogspot.com.es/2013/08/bruce-springsteen-across-border_13.html
Publicado por: Lina | 14/09/2013 19:37:22
Una obra maestra,brutal.
maniasmias, eso que dices fue posterior al pet sounds, cuando estaba preparando el disco smile.
Publicado por: kenny powers | 11/09/2013 23:53:11
Wilson esperaba sorprender con Pet Sounds, mostrar lo que era capaz de hacer y, sobre todo, superar a The Beatles pero (dice la leyenda) cuando estaba en plena grabación se subió a un taxi y escuchó una canción de Sgt. Pepper, que acababa de salir, y se sumió en una depre monumental... había llegado tarde... eso no le quita al disco ni un ápice de originalidad y audacia y sigue siendo moderno a pesar de las décadas transcurridas. Siempre es bueno tener noticias de esta obra sorprendente. Gracias.
Publicado por: maniasmías | 11/09/2013 22:41:07
No entiendo la importancia que se le da a Pet Sounds, si, entiendo que tiene un buen sonido y como tratan las voces, pero en su conjunto me aburre, la mitad de las cancines me aburren, para mí un disco bueno es que lo escuchas de principio a fin y te dan ganas de volverlo a escuchar, y pasan los años y ocurre lo mismo. Por el artículo de hoy he vuelto a escucharlo, es bueno recordarlo porque realmente hay buenísimas canciones que nunca envejecerán. Me gusta que comentes a los que trabajan detrás, músicos, letristas, diseñadores, que normalmente no te enteras y no es por los comentario como el tuyo, gracias.
Saludos… Félix.
Publicado por: Félix Francés | 11/09/2013 17:55:25
Es curioso, allá por los setenta me encantaban los Beach Boys, pero no conocía Pet Sounds. Un buen día lo compré y cuando lo oí, no entendí nada de lo que estaba oyendo. Pasó bastante tiempo hasta que comencé a comprender que estaba delante de una obra maestra. Es uno de los pocos discos que superó el paso del tiempo sin envejecer.
Publicado por: Miguel | 11/09/2013 17:07:21