Creación literaria y rock and roll underground

Por: | 17 de enero de 2014

Dylan

La Ruta Norteamericana se detiene en 'Parada para repostar' para hablar de un libro sobre música y literatura excelente firmado por Luis Boullosa: El puño  y la letra. Creación literaria y rock and roll underground (66. RPM). Las reflexiones y la reseña sobre el libro nos las trae Esteban Hernández, redactor de El Confidencial y Ruta 66.

Texto: Esteban Hernández

No siempre me han gustado las listas, pero ahora las encuentro particularmente útiles. En un entorno de tanta información, y en el que la cantidad de datos inconexos que recibimos diariamente es inmensa, encontrar un mecanismo que los seleccione y clasifique, aunque sea de manera tan rápida y simplificadora puede ayudar a que repare en algo que se me había pasado o a lo que no había dado opción. Lo malo es que de tanto usarla, la solución acaba reproduciendo el problema. Mediado diciembre, hay ya tantas listas y de tantos tipos circulando que generan la misma saturación de la que se pretendía escapar. De modo que, una vez que ha pasado el tiempo de las listas, y ahora que todo el mundo está pendiente ya de lo que vendrá, es el mejor momento, no ya para volver a ofrecerte una lista con muchas cosas, sino para proponerte una sola, esa que, a mi juicio, constituye el mejor libro sobre música del 2013, El puño y la letra. Más que razonar brevemente acerca de puñado de obras intentaré darte un puñado de razones por las que creo que debes leer este libro.

LuisVaya por delante que lo considero un buen ejemplo de lo que la crítica rock puede llegar a ser. En ese pasado tan lejano pero siempre a disposición que alberga internet, escribí por aquí una reflexión acerca de los problemas de ejercer la crítica hoy. El libro de Luis Boullosa (Madrid, 1975) es un intento logrado de trascender esos problemas y de darles una solución. Hay otras fórmulas, pero esta es válida. Y lo es porque:

1.Contiene un juicio estético, que también queda reflejado en la selección (arbitraria pero consistente) de artistas que aparecen en el libro, pero apunta hacia temas mucho más interesantes que el mero gusto del autor. La vieja crítica se situaba en el lapso que iba desde la salida del disco hasta su recepción, y es ahí donde podía realizar eficazmente su tarea mediadora. Hoy ha perdido ese lugar, ya que la música suele llegar al oyente avisado antes de que el crítico la reseñe, pero ha ganado otros. Y para alcanzarlos no sólo puede dedicarse a realizar juicios de valor, ni tampoco a redactar hagiografías (como suele ser demasiado habitual), sino que debe posicionarse de un modo mucho más activo. Boullosa plantea aquí, partiendo de las letras y de las reflexiones de sus entrevistados/ analizados, cuestiones muy sugerentes acerca de los motivos que llevan a escribir, sobre el significado de hacer letras rock, sobre el papel de la palabra en nuestro tiempo o sobre los temas que se escogen para que formen parte de las canciones. No se limita a transcribir lo que otros le dicen, sino que conversa intelectualmente con ellos, poniendo en común ideas y ofreciendo al lector un material para que cada cual dé las soluciones que tenga por convenientes.

2. Reivindica las letras. Y era hora. El libro parte de una suerte de reto que nadie le propuso, estableciendo un punto de partida que refleja el contenido a la perfección. Frente a la creencia común entre muchos músicos de que las letras carecen de importancia, de que no son más que algo que se hace deprisa y corriendo para no dejar coja la canción, Boullosa entiende que abjurar de ese 50% elimina aquello que puede dar una dimensión y un sentido al trabajo del compositor. Las letras de los grandes son buenas letras, porque si no no serían grandes. Sin embargo, en este mundo de la pura evocación en que se ha convertido el rock, casi nadie plantea problemas a ese axioma cuando se habla del pasado, pero sí cuando hablamos del presente.  Poca gente se fija en las letras actuales y es mérito del libro subrayar ese notable error.

3. Logra que escuches de otro modo canciones que ya conocías, o artistas a los que habías oído muchas veces. Y no sólo se trata, para quienes no dominan del todo el inglés, que son (somos) mayoría, de que las letras traducidas aporten una dimensión distinta a las canciones, sino de que Boullosa te ha introducido en un universo sonoro y literario que añade muchos matices a los temas. Después de leer el libro, ves a los artistas y a sus creaciones con otros ojos. Y esa es, probablemente, la principal tarea del crítico contemporáneo, conseguir, en un entorno de enorme saturación, que profundices de verdad en algo que ya has escuchado y no le prestaste la atención que merecía.

4. Dylan. Incluso sus aspectos en apariencia menos justificables, como el paréntesis sobre Dylan, tienen su validez y su sentido. Lo que Boullosa cuenta sirve para explicar a la perfección por qué hay gente que, como el autor, venera al último Dylan pero también por qué a personas como yo nos la pela.

5. Está bien escrito. La mejor crítica rock ha contado siempre con buenos escritores. Es cierto que la mayoría de ellos sabían moverse mejor en el terreno de la reseña y en el del reportaje, que en los largos recorridos, pero siempre añadían a la lectura de sus textos un placer estético y una intensidad pasional que los situaba en otro plano. Boullosa pertenece a esa raza, y lo deja sentir en el texto. Por suerte, porque la frecuente conversión del crítico en fan provocaba que sus congéneres perdonaran las deficiencias formales si los escritos contenían el número de adjetivos suficiente. Es hora de reivindicar otro tipo de periodismo cultural.

7. All of my senses. En la lectura que hace de la obra de Grant hart, la mitad del enorme talento que residía en Husker Du, Boullosa recuerda la letra de una de las canciones en solitario del cantante y compositor, All of my senses, para concluir en que uno de sus méritos era precisamente que ponía el máximo de pasión en sus obras. Esa intensidad aparece también aquí, transmitiendo que está hablando de cosas que le importan, y que está planteando interrogantes que de verdad merece la pena resolver. La pasión suele servir para rodear de alabanzas a los reseñados; aquí está empleada de modo que enriquece la lector.

Es cierto que el libro tiene deficiencias, que posee aspectos mejorables y que a veces el autor queda asfixiado por sus propias obsesiones pero nada que pueda lastrar el enorme placer de encontrarte con una obra viva, llena de preguntas, de deseos y de apuestas vitales. Espero que le des una oportunidad.

 

Texto: Esteban Hernández es redactor de El Confidencial y Ruta 66.

 

Hay 8 Comentarios

Hola a Todos!

Buen `post, otro mas que apunto

No está mal como fetiche, pero poco mas. Adolece de una falta de integridad que echa para atrás.

"Es hora de reivindicar otro tipo de periodismo cultural", es cierto, pero por lo que comentas, el libro de Boullosa no constituye un buen ejemplo de ese otro periodismo. La pasión, que en el fondo es lo que más elogias, está al alcance también -por no decir, sobre todo- de los indocumentados, que es donde parecen situar al autor sus peregrinas opiniones sobre la importancia de las letras en el rock. No nos engañemos, las letras, si son buenas, mejor que mejor, pero lo importante en el rock es la melodía, el ritmo y la interpretación. De no ser así, ¿cómo hay tantos fans que desconocen el inglés pero disfrutan del rock?

Me ha llamado la atención la primera frase del artículo. Creo que las listas no son útiles, son entretenidas, que es otra cosa. "Ordenar" las obras de arte no tiene sentido, a no ser que no sean arte...

Excelente entrada, Fernando, nos aporta la información adecuada para NO comprar el libro.

Un saludo

Dylan es tan pobre en proporcionalidad directa a lo que mola Mike Watt y esta canción: https://www.youtube.com/watch?v=6qBky_xkcIQ

Supongo que escribir que el último Dylan "se la pela" no debe entrar dentro de lo que usted mismo debe considerar, a tenor de sus propias palabras, "un buen ejemplo de lo que la crítica rock puede llegar a ser". Por lo demás, si usted no domina del todo (lo que suena a que no lo domina nada) el inglés, atreverse a criticar la obra de Dylan -primera o última- de una forma tan escatológica es, siendo generosos, un ejercicio de soberbia impresentable.

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. Redactor de El País y colaborador del suplemento cultural Babelia y las revistas Ruta 66 y Efe Eme. Colabora también con un espacio musical en el programa A vivir de la Cadena SER. Es autor de los libros Acordes rotos y Martha. Cree en el verso de Bruce Springsteen: "Aprendimos más con un disco de tres minutos, que con todo lo que nos enseñaron en la escuela".

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