Son muchos los discos que se quedan sin comentar cada curso, incluso aunque sean más que reseñables y no aparezcan tampoco en las listas de lo mejor del año. Uno de ellos es el de unos veteranos como Mudhoney, que en su último trabajo volvieron a demostrar que siguen muy vivos y además han sabido mantener una línea coherente desde sus orígenes grunge.
A estas alturas, referirse al grunge parece que es como hablar del minerialismo. Queda ya muy lejos el Seattle de primeros de los noventa cuando Nirvana, Soundgarden o Pearl Jam rompieron los rígidos corsés de la industria y volaron cabezas con su fiereza instrumental. En estos tiempos extraños, casi suena más actual hablar del folk o el soul de los sesenta que ese género, que irrumpió a velocidad del rayo y que muchos cuarentones de hoy admiraron en su juventud como fue el grunge.
Cierto: las cosas han cambiado mucho, aunque no para todos por igual. Desde la base de operaciones de Sub Pop, Mudhoney, la banda menos cool de aquella escena pero sin un ápice de tonta, se mantiene casi como siempre: haciendo rock con atributos y auténtico espíritu guerrero.
Lo vuelven a demostrar en su último álbum, Vanishing Point, que después de varias escuchas y el paso de los meses mantiene intacto su pegada. Tras cinco años desde el potente The Lucky Ones, vuelven a facturar un disco enérgico, directo a las entrañas, con guitarras afiladas y donde la voz chula y descreída de Mark Arm es auténtico verbo contra estos tiempos de desfachatez política.
A decir verdad, Mudhoney siempre fueron la parte más gamberra del grunge, arrimándose al blues garagero vicioso e incendiario de la rama de Stooges o MC5 y revolucionándose hasta el extremo punk. Si todavía Vanishing Point no ha llegado a tus oídos, puede ser un buen antídoto contra la rutina y la pereza.
Hay 1 Comentarios
Hola a Todos!
Me lo apunto, aver si me terminan de convencer.
Publicado por: Chema | 02/02/2014 12:39:14