Como la llovizna de una mañana de invierno, hay canciones, discos, que aparecen sin avisar en tu vida y hacen brotar en tu pequeño mundo emocional el sentimiento de nostalgia. Como esas gotas que no se ven pero se sienten, que parecen que no mojan pero, a los pocos pasos, inundan tu corazón de extrañas resonancias, hay música que se hace fuerte, más bien habría que decir divina, en la encrucijada de la existencia. Sin avisar, ha llegado Kristina Train.
Qué maravilla querer la música hasta el punto de no querer que se agote nunca, rebuscando en las joyas ocultas del pasado, dejándote sorprender por los descubrimientos del presente. Qué maravilla saber que todavía, y estoy convencido que siempre, hay un disco que te va romper divinamente, haciendo florecer emociones nuevas u olvidadas. Qué suerte ha sido llegar a Kristina Train en este mes de enero y a su disco Dark Black, el segundo de su discografía tras Spit Milk, más soul e igual de elegante.
Fue Bruce Springsteen quien me la descubrió. Ha sido Springsteen el que ha puesto en órbita a esta cantante nacida en Savannah, en el sur de EE UU, aunque residente en Londres desde hace unos años. En una de las entrevistas más interesantes que ha dado el músico de Nueva Jersey durante la promoción de High Hopes, citó en dos ocasiones a Train como una de las artistas que más le ha cautivado en los últimos tiempos, comparando su estilo con el de Dusty Springfield.
Tiene esa delicadeza. Tiene esa seducción en su voz, en su talante. Me atrevo a decir incluso que el propio Springsteen aspira a alcanzar el punto celestial del pop de esta chica. Cuando escribí sobre el último disco de Bruce en este blog, hablé del ambiente plácido que muestran canciones como Hunter of invisible game o Down in the hole, una atmósfera que busca sugerir al tiempo que ofrecer una postal sentimental. Hay una vena musical de Bruce desde hace un par de décadas, desarrollada desde algunos cortes del disco 4 de Tracks y otras composiciones sueltas en sus últimos álbumes, especialmente Working on a dream, que intenta plantarse en la belleza pop o un dulce R&B, ese lugar inexplicable bordado por cuidadas melodías y precisos toques instrumentales, impulsado por un fuerte atractivo vocal. Pero allí donde Springsteen se queda corto, no llega, posiblemente porque nunca será su terreno o no se lance con verdadera valentía, una mujer como Train lo clava. Lo clava en el alto cielo en Dark Black.
A decir verdad, Dark Black no suena ambicioso, queda lejos de la grandilocuencia, y ahí esconde su encanto. Es un pequeño y humilde monumento a la naturalidad. Es una obra de arte sentimental. Consigue que lo cotidiano, presentado en canciones de pop, se convierta en transcendental, en algo que atraviesa el alma. Entre sus 14 canciones, Train incluye una versión de No One's Gonna Love You del disco Cesase to begin de los imprescindibles Band of Horses, una formación que tiene el secreto de la fragilidad. Todo encaja.
Fragilidad, esa palabra que nos envuelve en un tímido temblor, esa palabra que da significado a un suspiro, esa palabra que tanto cuesta reconocer ante los ojos de otras personas. Pero ser frágiles es ser personas. Como decía Charles Chaplin, “algo hay tan inevitable como la muerte y es la vida”. Si por ser inexorablemente fuerte, te niegas esa fragilidad, puedes convertirte en roca, cierto, y pasar de esa manera por la vida, pero perderás las facultades más asombrosas de la naturaleza humana. Y, de hecho, ni siquiera las rocas pueden evitar que la llovizna las empape, la nieve las cubra, la luna las ilumine, el sol las caliente. Es vida, y es inevitable.
Train nos habla de la vida cotidiana y los mundos inciertos, arrebatadores, que esconde. Nos habla de nuestras vidas. Porque en nuestro mundo occidental de hoy son muy, muy pocos los que pueden hablar de las penurias de una guerra o de vivir locamente las aventuras de cruzar los mares cada día. Pero nuestras vidas, sujetas a las rutinas y al ocio fácil, también están llenas de disparos emocionales, precipicios sentimentales, islas en las que refugiarse del ruido externo. Train canta sobre los recuerdos, las rupturas y los sueños con otras personas, la soledad y la compañía imprevista, las tardes de sábado, los silencios de la noche y el día, el mes de enero y bailar bajo el sol. Train traza un disco tan sencillo como bello.
Menuda encrucijada someterse al laberinto del tiempo, sin poder salir de él aunque sea lo que dura una llovizna de una mañana de invierno, o una canción tan preciosa como Dream of me. Menuda encrucijada someterse al quiero y no puedo, al puedo y no me atrevo, al me atrevo y no hay vuelta atrás, al pasado y al futuro, y entre medias el presente, el ahora. En mitad de todo, la vida corriendo más deprisa y más segura que nosotros. Pero, escuchando la fragilidad de Train, hay un artificio que va a su ritmo justo y se convierte en una certeza, un artificio que detiene y hace observar lo que fuimos y lo que somos, un artificio que se llama música, que contiene como por arte de magia los trazos de vida vivida y de vida por vivir, de vida en todo su significado. Música que guarda en su eclosión sonora el misterio de la existencia humana, inexplicable pero real.
Hay 5 Comentarios
Belleza en la música y estética en el rostro, esto es exactamente lo que podemos encontar en la mayoría de músicos que actuan hoy en día, donde cuidar la imagen es fundamental para llegar a todos sus fans.
Publicado por: Hilos Tensores Cara | 08/03/2018 10:34:01
En medio de la tormenta diaria que vivimos algunos, hay que buscar la belleza, aquí hay un ejemplo. Gracias Fernando por este artículo.
Saludos... Félix
Publicado por: Félix Francés | 16/02/2014 20:22:35
Felicidades Fernando, cada vez escribes mejor! Se nota que esto de juntar palabras y hablar sobre música te apasiona y además tienes talento para hacerlo. Porque como dices en el articulo, a veces la vida es un quiero y no puedo, pero tu quieres y además estas sobrado.
Es difícil decir tanto en unas líneas sobre un disco, sin tirar de las tan manidas etiquetas y de los clásicos referentes que todos conocemos. Ayer empecé a leer tu libro "Acordes Rotos", espero disfrutarlo tanto como este artículo. Un abrazo
Publicado por: Rafa Royale | 11/02/2014 20:08:19
Como siempre es una delicia seguirte Fernando. Menuda canción Dream of me!!!!!!
Un abrazo y otro para Chema, el chico que acaba de dejar un comentario
Publicado por: Manuel | 11/02/2014 19:39:13
Hola a tod@s.
Joder tio estoy Llorando que hermoso articulo acabas de escribir
Tal vez porque aquí es como si yo fuese el protagonista del texto.
Tal vez porque estoy en una de las encrucijadas mas importantes de mi vida hasta ahora y no se salir de ella, me tiene preso y amordazado y no puedo salir de ella.
Ese laberinto de una vida sin trabajo, sin salud y con relación ya extinguida como el fuego destructor de montes y bosques, fuego despiadado y que ha dejado solo tierra quemada donde nada puede volver crecer.
Y no deja que esa puerta se cierre del todo, tal vez por que estoy en ese laberinto donde no hay futuro y donde el presente no existe esperanza por que estoy en tierra ya quemada por varios incendios que arrasaron y extinguieron toda posibilidad de esperanza y vivir un día día con la certeza de que la vida merece la pena.
Tal vez por que quiero y no puedo.
"Menuda encrucijada someterse al laberinto del tiempo, sin poder salir de él aunque sea lo que dura una llovizna de una mañana de invierno, o una canción tan preciosa como Dream of me. Menuda encrucijada someterse al quiero y no puedo, al puedo y no me atrevo, al me atrevo y no hay vuelta atrás, al pasado y al futuro, y entre medias el presente, el ahora. En mitad de todo, la vida corriendo más deprisa y más segura que nosotros."
Un Abrazo!!
Chema.
Publicado por: Chema | 11/02/2014 11:45:39