Robert Bradley's Blackwater Surprise, un grupo que pudo ser grande

Por: | 21 de febrero de 2014

RBBS

La Ruta Norteamericana bucea en los tesoros ocultos de la música norteamericana gracias a la recomendación magnífica de Eduardo Izquierdo, habitual colaborador de este blog y experto en darnos a conocer lo menos conocido de ese gran paraguas norteamericano. Un lujo de colaboración que nos lleva a pisar terrenos sonoros bien fabulosos, donde el soul y el rock se encuentran en un gran punto. Apuntad: Robert Bradley's Blackwater Surprise.

Texto: Eduardo Izquierdo

El pasado 28 de enero, The Gaslight Anthem ponían en circulación un recopilatorio de las caras B de sus numerosos singles. En total 11 canciones con temas propios, interpretaciones en acústico y un buen puñado de versiones entre las que destacan el «Tumbling dice» de los Rolling Stones o el «State of love and trust» que Pearl Jam aportaban para la banda sonora de la película Singles, dirigida en 1992 por Cameron Crowe. Pero, sin duda, la pieza que más puede sorprender a sus seguidores es la que cierra el disco, una versión de una canción titulada «Once upon a time» publicada originalmente como bonus track de la edición japonesa de su segundo disco, el espléndido The ’59 Sound (2009). Sólo hay que investigar un poco para encontrarse con el disco que incluía la versión original del tema y que no es otro que el debut de la banda de Detroit Robert Bradley's Blackwater Surprise titulado simplemente, Blackwater Surprise (1996).

La cosa tiene ínfulas de cuento de hadas. Hastiados por una situación difícil de mantener como banda, con discos como Mood Ring convertidos en un auténtico fracaso, tres miembros de Second Self, en concreto los hermanos Mike y Andrew Nehra y Jeff Fowlkes deciden fichar como cantante a un músico ciego que intentaba ganarse la vida tocando en las esquinas de los alrededores del Rosa Parks Boulevard de la ciudad de los automóviles. Aquel viejo de color respondía al nombre de Robert Bradley y su voz reunía los mejores elementos de los grandes del soul. Así que no lo dudan. Se meten una semana en los White Room Studio’s de la propia Detroit y allí graban en analógico un primer disco de un nivel que nunca volverían a alcanzar.

Nacido en Alabama, Bradley se había curtido como cantante prestando su voz al coro de la Escuela de Niños Ciegos de su ciudad natal, Evergreen. Trasladado a Detroit en un intento de abrirse camino en el mundo de la música, aprendió a tocar el piano y la guitarra para poder tocar en los diferentes cafés de la ciudad en solitario y no tener que repartir así los escasos réditos que obtenía de sus actuaciones. Los fines de semana los aprovechaba para completar “su salario” actuando en diferentes calles de la ciudad. En un ensayo de unos Second Self a punto de la desintegración, los hermanos Nehra oyena un músico cantar por la ventana y se quedan una hora escuchando sus canciones antes de decidirse a bajar y proponerle convertirse en su vocalista. Fue el inicio tardío de una carrera que culminó cuando en 2005, Bradley se convertía en el bluesman Otis McClanahan en la serie Lackawanna Blues de la HBO.

El debut del trío de jóvenes con Robert Bradley es una enciclopedia del soul-rock. La perfecta unión entre dos estilos de música a menudo hermanados pero llegando esta vez a una simbiosis espectacular. Bradley escribió las que probablemente sean las mejores canciones de su carrera, algunas completadas con sus nuevos compañeros, mezclando letras evangélicas y bíblicas con música que miraba cara a cara a los grandes del soul y el blues. Al Green, Sam Cooke o los Rolling Stones se daban la mano en un proyecto que sin embargo brillaba con una innata personalidad propia. Canciones como «California», «Bellybone» o ese «For The Night» en la que parecía haber resucitado el mismísimo Marvin Gaye. Y precisamente es Gaye el protagonista del estribillo del mejor tema del disco y la escogida por The Gaslight Anthem para completar su segundo trabajo en el mercado japonés. «Once upon a time» es, probablemente, una de esas canciones perfectas que aparecen de vez en cuando. Un medio tiempo ralentizado, absolutamente adictivo, en el que la voz de Bradley se lleva todo el protagonismo, mientras canta ese “recuerdo a Marvin Gaye cantando Let’s Get It On” que se me antoja inolvidable. Una letra en la que se refleja en cuatro versos la historia de América: conducir un Chevy del 72 por la autopista, una guerra a la que nadie quiso ir, Elvis, Sam Cooke y Otis Redding, Monterrey y Martin Luther King. Casi nada. Y a pesar de eso, la canción apenas entró en las listas y aunque en 2006, diez años después de publicarse originalmente, sufrió un cierto renacer al ser incluida en un sampler de la revista especializada Relix, poco más se supo de ella hasta que fue recuperada por Brian Fallon y compañía.

 

No se acabó ahí la historia de Robert Bradley's Blackwater Surprise. El disco, publicado por RCA a pesar de no acabar de creer en él, sí que sirve para que el grupo gire con gente como Dave Matthews Band, Widespread Panic, Big Head Todd & The Monster  o Maceo Parker. Los malos resultados de ventas hacen que RCA decida apartarse del camino y la banda se tira cuatro largos años sin publicar un nuevo disco. Será Time To Discover (2000), con Kid Rock como invitado, publicado por Vanguard y en el que parece detectarse que el largo período de inactividad en el estudio ha afectado la frescura del grupo. Las canciones, muchas de ellas escritas a medias con Jay Joyce, no tienen la fuerza de sus predecesoras y la producción está cargada de sintetizadores que flaco favor hacen al excelente anterior sonido de la banda.

Algo parecido a lo que sucede con New Ground (2002) que a pesar de todo llega hasta el puesto 38 de las listas,  y Still Lovin You (2003) que, a pesar de conservar el feeling que Bradley aporta a todos sus temas, no consiguen remontar el vuelo definitivamente. Así que la banda decide tomar por el camino de en medio y recurren al socorrido directo. What About That: New Year's Eve in Bloomington se publica en 2006 en formato de disco doble. Veintidós canciones que recogen toda la trayectoria de la banda y en las que se vuelven a mostrar, desnudos de producciones sangrantes, como un muy buen grupo. Eso sí, para sorpresa de sus seguidores, todos los músicos han variado y sólo Bradley se presenta como superviviente de la formación original. Los Nehra y Fowlkes han abandonado el barco y han sido sustituidos por gente como un competente Matt Besey a la guitarra. A pesar de eso, la grabación adolece precisamente de perfección. Está demasiado calculada, lo que resta valor y fuerza al resultado final. Parece el fin de la carrera de un Robert Bradley acosado por las deudas y por miles de fantasmas internos hasta que en 2009 y por sorpresa publica el que hasta ahora es su mejor disco exceptuando aquel ya lejano debut en 1996. Lo curioso es que Out of Wilderness, que así se titula, vuelve a estar producido por el teclista Bruce Robb, responsable de la horrorosa producción de Still Lovin’You y productor de gente como John Mellencamp o Shelby Lynne, aunque aquí acierta al llevarse a Bradley a un terreno más cercano al blues. El hecho de contar con canciones tan buenas como «Good Times in My Life» o «Don't Pour Water», como todo el resto del álbum firmadas a medias con Matt Ruffino, hacen el resto.

Desde entonces, silencio sepulcral. Ninguna noticia de Bradley, aquejado de algunos problemas de salud, que provocaron que incluso por Internet se corriera el falso rumor de su fallecimiento. Suerte que encontrarse con la versión de The Gaslight Anthem me haya hecho desempolvar aquel espléndido disco de debut de una banda más que apuntar a la lista de injustos desconocidos.

 

Texto: Eduardo Izquierdo, colaborador habitual de Ruta 66 y Mondosonoro y autor del blog Los Hijos Bastardos de Henry Chinaski. Autor de la novela Debo ser muy buena presa (cuando tengo tantas escopetas apuntándome) y la  biografía de Quique González.

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. Redactor de El País y colaborador del suplemento cultural Babelia y las revistas Ruta 66 y Efe Eme. Colabora también con un espacio musical en el programa A vivir de la Cadena SER. Es autor de los libros Acordes rotos y Martha. Cree en el verso de Bruce Springsteen: "Aprendimos más con un disco de tres minutos, que con todo lo que nos enseñaron en la escuela".

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