Hubo un tiempo, allá por los años sesenta, que en la radio estadounidense sonaban todo tipo de fantásticas canciones pop, que se componían en una fabulosa cadena de montaje. Había compositores musicales, arreglistas, productores, músicos de sesión, vocalistas y, por supuesto, letristas. Gerry Goffin, fallecido en Los Angeles a la edad de 75 años, fue uno de los más grandes letristas del cancionero norteamericano, ese Great American Songbook al que se refieren los estadounidenses para hablar de su legado musical más glorioso, aquel que ilustra el desarrollo de un país, donde la música forma parte de la banda sonora de su sociedad.