En buena medida, se les conoce (y no con buena reputación) por su conexión a Jimi Hendrix, pero fueron más. De siempre, Curtis Knight & The Squires son citados como unas de las formaciones por las que pasó el prodigioso guitarrista norteamericano antes de lanzar su carrera en solitario y cambiar el curso del instrumento de las cuerdas, pero este grupo también tuvo una obra destacable, con Hendrix como guitarrista.
Entonces, era el año 1964 y Hendrix todavía se hacía llamar Jimy. Después de haber dejado el instituto, donde practicaba con la guitarra escuchando discos de bluesmen como Muddy Waters o B. B. King y pioneros del rock’n’roll de primera escuela como Chuck Berry o Eddie Cochran, y haber pasado por el servicio militar, el músico de Seattle se mudó a Nueva York. Allí, como escudero sobre el escenario, tocó con Sam Cooke, Jackie Wilson, Little Richard, Ike & Tina Turner o Wilson Pickett. Antes había formado parte de los Isley Brothers pero no fue hasta encontrarse con Curtis Knight en el hall de un hotel cuando se unió al 100% con una banda.
La cosa fue simple. Con trabajos esporádicos y sin ninguna estabilidad, Hendrix podía perder la habitación donde se hospedaba, cinco plantas encima de la Curtis Knight. A Knigth le había fallado su segundo guitarrista y le ofreció el puesto a Jimy, que quería vivir de la música a toda costa y sabía que con la banda neoyorquina tendría oportunidad de tener el pan garantizado.
Aunque Knight nació en Kansas, Curtis Knight & The Squires fueron una banda de auténtica sangre neoyorquina. Gracias a pasionales directos, consiguieron hacerse un nombre en las calles de Harlem. La incorporación de Hendrix en 1965 no hizo más que dar alas a su sonido vibrante, mezcla de doo-wop, R&B urbano y rock’n’roll. Tal y como se muestra en el disco You can’t use my name. The RSVP/PPX sessions, publicado recientemente por Sony, la radiografía musical de Curtis Knight & The Squires es el vivo reflejo de un poderoso combo con aroma callejero. Hendrix les aportó un groove espectacular que empastaba con arrojo en la voz visceral de Knight.
Escuchando temas como Fool for you baby, Don’t accuse me, Welcome home o la brutal How would you feel (un himno bajo la inspiración de Like a Rolling Stone de Bob Dylan y que el propio Knight calificó como la primera canción protesta del rock negro), el oyente parece hallarse con unos The Animals de la Costa Este, menos teatrales y de un blues más vicioso y pasional en su condición original. Incluso se ve la influencia del coloso Bo Diddley en un tema como Strange Things, con ese Jungle sound.
En la imagen del álbum, se ve a un Hendrix joven, casi irreconocible con su traje, corbata y pelo corto, sonriendo en una foto promocional dentro del patrón de las bandas de doo-wop y R&B de la época. Podían ser The Drifters o The Coasters. Pero, entre los surcos del artefacto sonoro, se suceden las pistas en las que su guitarra, sin desmelenarse a lo fiero y loco como haría en un futuro contracultural próximo, aporta un irrepetible toque eléctrico. Es el caso del contagioso Knock yourself out, cuyo recorrido melódico está compuesto por Hendrix.
El legendario guitarrista, fallecido a los 27 años en el punto álgido de su carrera, renegó de este trabajo con la formación de Nueva York como consecuencia de los problemas legales con la compañía PPX, que tenía los derechos de los masters. Se sintió estafado (le pagaban un mísero dólar y un 1 % por los derechos de autor) y boicoteado por ellos cuando publicaron discos con su cara en la portada justo cuando empezó su carrera en solitario. Dijo que las grabaciones con Curtis Knight & The Squires “no valen la pena musicalmente… son un confetti de cintas puestas juntas apresuradamente”. Pero no sería justo.
La historia no les ha tratado bien a Curtis Knight & The Squires. El disco que recopila esas grabaciones bajo el sello PPX muestra que hubo material de calidad en esos primeros años de Hendrix, tocando en Harlem y las cafeterías de Greenwich Village, antes de irse a Reino Unido a reformular la historia del rock. Basta escuchar esta joya.
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