Dicen que la madurez es un grado, pero muchas veces no sucede así en el mundo de la música. Es fácil encontrarse con veteranos que viven de las rentas de sus mejores años de creación durante su juventud o que sobreviven sin alcanzar las altas cotas artísticas de su época dorada. Sin embargo, siempre hay grandes excepciones. Una de ellas recae en Loretta Lynn.