Ese paraguas de la música norteamericana está plagado de propuestas difícilmente etiquetables. Músicos que transitan en distintos géneros y terminan por definirse por sí mismos, desde sus propios inicios en las raíces musicales norteamericanas pero con verdadero propósito de sonar contemporáneos. Uno de ellos es Micah P. Hinson.
Con su voz ronca y temblorosa, este músico de Memphis pero residente en Abilene, Texas, se convirtió rápidamente en una figura más que destacada en el folk rock con tintes clásicos gracias a discos como Micah P. Hinson And The Gospel Of Progress. Un trabajo, publicado en 2004, donde Hinson buscaba sanar heridas tras sus relaciones con las drogas, ofreciendo canciones con aire espectral pero de una certeza incuestionable.
No fue el único álbum destacable para tejer su perfil de talento primerizo. The Baby & The Satellite volvía a señalar el molde de un artista inquieto, capaz de unir tonadas de soul con capas de folk áspero. Hinson incidía, rastreando estilos, en su capacidad para plasmar una música catártica. Una virtud que lleva impregnada en sus canciones desde entonces mientras acumula una biografía de película: adicción a los narcóticos, falsificación de recetas, breve temporada en la cárcel, expulsión del hogar, bancarrota económica, amores nunca consumados….
Pero está la música. En sus palabras: “Pase lo que pase, no te puedes rendir: la música es algo que puede hablar a la gente de un modo mucho más claro y poderoso que la política. La música es poder”. Y él nos lo transmite con sus canciones.
Hinson visita ahora en navidades nuestro país. Existen iniciativas pequeñas que bien merecen ser reseñadas. Iniciativas que nacen de la pasión de unos pocos por la música. Por eso, me quiero detener en su visita a Santiago de Compostela, en el nuevo Riquela Club, un nuevo bar en el centro de la ciudad. Será mañana martes 27 de diciembre. Una oportunidad perfecta para conocer de primera mano ese poder que guarda la música, que guarda gente como Micah P. Hinson.
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