Hoy La Ruta Norteamericana se detiene en una historia de los Beatles de la mano de Carlos H. Vázquez, colaborador de Esquire, Forbes, L'Officiel y Popular 1. Disfrutad de una de esas historias de los Beatles poco conocidas y que ponen en valor al gran Ringo Starr.
Texto: Carlos H. Vázquez.
Tres días después del aterrizaje del Apolo 11 en la Luna (20 de julio de 1969), The Beatles comenzaban a grabar la canción The end en los estudios de Abbey Road, en Londres. Del nombre de aquella calle sacarían el título del álbum (Abbey Road), el último en grabarse pero el penúltimo en publicarse (Let it be ocupa el final de la lista).
En 1969, las cosas andaban revueltas por el mundo, para variar, debido a las protestas contra la guerra de Vietnam (entre otros asuntos). A pesar de todo, Elvis Presley publicaba From Elvis in Memphis (popularizando In the ghetto y Suspicius mind), The Who mostraban Tommy al mundo y Led Zeppelin lanzaba su primer título (Led Zeppelin).
John Lennon, por su parte, ya había grabado material al margen de los Beatles un año antes, en 1968: Unfinished music No. 1: Two virgins y Unfinished music No. 2: Life with the lions. Entre marzo y abril de 1969, y a raíz de su matrimonio con Yoko Ono en Gibraltar, Lennon grabaría Wedding Album. De hecho, la luna de miel de la pareja nupcial sirvió de marco para protestar contra la guerra de Vietnam desde la cama. ¿Sentirían cansancio los pacifistas? Cierto o no, los pies del cambio todavía latían dentro de los zapatos. Pero, a día de hoy, las guerras no han terminado y hay gente que todavía no tiene ni (para) calzado. Desde luego, estos no eran los planes de Lennon.
Ringo Starr (cuyo nombre real es Richard Starkey) era el “pum-pum” de los Beatles. Lo hacía con sus pies pero también con los brazos. Nunca se le cansaban. Era el mayor de los cuatro; le sacaba tres meses a John Lennon, dos años a Paul McCartney y tres años a George Harrison. También fue el último componente en unirse a la banda, ocupando el lugar que dejaba Pete Best. “La verdad es que empezamos a pensar que necesitábamos al mejor batería de Liverpool y, para nosotros, el mejor batería era un tipo, Ringo Starr, que se había cambiado el nombre antes que nosotros, que llevaba barba y que era un adulto del que se decía que tenía un Zephyr Zodiac. Así que le propusimos que se uniera a nosotros y tuvimos que hablar en serio con Pete”, recordaba Paul McCartney.
A Ringo no le gustaban los solos de batería. “Nunca me han interesado”, recalcaba. Pero acabó protagonizando uno de los mejores momentos de Abbey Road gracias al solo que tuvo que hacer para The end. “Ese solo de batería es el único que he hecho. Estaba la sección de guitarra en la que los tres (Paul, John y George) hacen los solos, y después se les ocurrió incluir un solo de batería. Yo estaba en contra: ‘¡No quiero hacer un puto solo!’”. McCartney, en una entrevista concedida en 1988, hablaba de la aprensión que Ringo le tenía a los solos, algo que ya venía de lejos: “Cuando se unió a los Beatles, le preguntamos: ‘¿Qué piensas de los solos de batería?’. Y él respondió: ‘¡Los detesto!’. Así que no hizo ninguno. Pero para The end, yo le dije: ‘Em, ¿qué piensas de hacer un pequeño solo?’. Se puso nervioso y no quiso. Pero, con un poco de persuasión y amabilidad, lo hizo”.
George Martin, el productor de los Beatles desde el primer LP (Please please me), fue la persona que le convenció para hacerlo. Según narra el baterista, Martin iba contando mientras él tocaba: “Fue lo más ridículo que te puedas imaginar. Yo iba haciendo ‘Dum… dum… Uno, dos, tres, cuatro…’, y tenía que terminar en ese lugar rarísimo porque duraba trece compases”. Ringo tenía que grabar ese solo de batería después de los respectivos solos de guitarra de cada uno de los componentes del grupo. “En The end había tres solos de guitarra en los que John, George y yo tomábamos una frase cada uno, cosa que nunca habíamos hecho hasta entonces. Y finalmente convencimos a Ringo para que tocara un solo de batería, cosa que nunca había querido hacer”, explicaba McCartney.
Otro dato técnico es el que aborda la grabación del equipo de Ringo. Geoff Emerick, ingeniero de sonido de los Beatles (de Revolver a Abbey Road) comenzó a trabajar con una nueva mesa de mezclas en el estudio, de modo que la batería se terminó grabando en estéreo. “Fue la primera vez que tuve la oportunidad de grabar su kit en estéreo. Estábamos usando ocho pistas en lugar de cuatro. Debido a esto, tenía más entradas de micrófono, por lo que podía colocar micros debajo de los timbales y alrededor del kit”, detallaba Emerick. Pero el sonido de la batería también tenía su ciencia: los parches de cordero. “Acababa de cambiar los parches y naturalmente los usé un montón, porque eran realmente magníficos. La magia de los discos reales es que demostraban lo buenos que son esos instrumentos”, acotaba Ringo. “Lo hice y me lo quité de encima. Ahora me alegro de que tengamos un solo”, volvía a incidir.
“Creo que Ringo siempre estuvo obsesionado con que no era un buen batería porque nunca ejecutaba un solo. Detestaba a esos tipos que pretenden lucirse y se ponen a tocar un solo interminable mientras los otros van a tomarse una taza de té o algo por el estilo”, confesaba Paul años más tarde. “Hasta que grabamos Abbey Road, en las actuaciones de The Beatles nunca hubo un solo de batería, así que otros baterías decían que aunque les gustaba su estilo, Ringo no era un buen batería desde el punto de vista técnico. Era una actitud condescendiente y creo que dejamos que fuera demasiado lejos”. Como curiosidad, cabe destacar que hicieron falta siete tomas para finalizar The end. En las siete, Ringo tuvo que hacer un solo de batería distinto. El último fue el bueno.
Ringo era como el guardameta de un equipo de fútbol: lo podía ver todo desde atrás, con perspectiva, y el grupo no funcionaba si él se mostraba inseguro. “Siempre digo que si puedes dejar a un batería solo y darle la espalda –confiesa McCartney- eres un tío con suerte. Bastaba con indicar a Ringo la canción que íbamos a tocar, que siempre sonaba un ruido fantástico y un ritmo fuerte y sostenido a tus espaldas”.
Ringo Starr era lo diferente, el ídolo de Marge Simspon (sirva como ejemplo el episodio titulado Pinta con grandeza), pero sin él no había Beatles. Y lo mejor que puede suceder es acabar tropezando con una canción de los Beatles.
“And in the end, the love you take is equal to the love you make”
(Al final, el amor que das es el que recibes)
Texto de Carlos H. Vázquez, que escribe en Esquire, Forbes, L'Officiel y Popular 1.
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