Tras un fin de semana bastante duro, hoy la expedición ha tenido por fin un día tranquilo en la ciudad de Campeche, una de las localidades con sabor colonial más cuidadas y mejor conservadas que hemos visitado hasta ahora. El huracán Álex que tanto temíamos todos de momento sigue sin concretarse y, de hecho, hoy todavía no hemos sufrido las lluvias que llevábamos encadenando varios días. Los diarios mexicanos digitales que voy repasando van retrasando esa transformación de tormenta en huracán de categoría 1, la más baja, hasta esta noche, según cuenta el Servicio de Meteorología de México en su boletín diario. Para tranquilidad de los padres, no obstante, los ruteros no han instalado su base en el formidable fuerte San Miguel, al aire libre, sino en el polideportivo de la ciudad, donde este mediodía han podido celebrar, salvo los portugueses, la victoria de España en los octavos de final del Mundial de Fútbol. Y además, los últimos boletines también indican que ese huracán, que debía entrar por la costa de Campeche, ha girado hacia el noroeste, es decir, a la cuenca estadounidense del Golfo de México.
[Nota posterior al texto: Alrededor de las 7.00h, hora española, CNN informaba que Alex era ya el primer huracán en la costa atlántica de EE UU desde 1995].
Esta última semana que los ruteros tienen por delante la dedicarán sobre todo a la civilización maya. Antes, sin embargo, voy a recuperar la visita al Estado de Tabasco, que las fuertes lluvias y la pérdida de todo contacto fuera de los límites de Kolem Jaa' me impidieron contar. Todos conocemos Tabasco por la famosísima salsa picante que echamos a los aperitivos y que adopta su nombre del estado mexicano porque está elaborado a base de productos que crecen en su territorio. Sin embargo, ese producto lo elabora la empresa norteamericana Mcllhenny Company en Luisiana.
Tabasco es otra zona del Golfo de México donde la ropa enseguida se pega a la piel por la humedad. Con una extensión de unos 25.000 kilómetros cuadrados y cerca de dos millones de habitantes, Tabasco fue una de las primeras regiones americanas que conquistó España. Hernán Cortés se hizo con el control del estado en 1519, tras la batalla de Centla, y aunque fundaron ciudades y se establecieron en la zona, los conquistadores apenas crearon grandes colonias, puesto que Tabasco carecía que metales preciosos.
Sin embargo, Tabasco sí tiene oro negro. Y como otras regiones del Golfo de México sus playas están pobladas por las plataformas petrolíferas por las que, precisamente, estos días se teme por el huracán (de hecho, en los últimos días el precio del petróleo subió y bajó dependiendo de la amenaza que podía suponer el fenómeno meteorológico. Los mercados `primero temieron que dañara las plataformas y el precio se dsparó, pero al final consideraron que no era para tanto y volvió a descender).
La principal actividad del Estado es hoy el petróleo. Pero las autoridades se han dado cuenta de que el negocio no iba a durar para siempre y se han abocado al turismo. Sus bazas son la costa, la enorme vegetación selvática de la región (sobre todo en la parte que linda con Chiapas, donde se desarrolló la caminata), las plantaciones de cacao (que merecerán otro 'post' aparte) y las zonas arqueológicas que demuestran que Tabasco fue un enclave de la civilización maya y la cuna de la olmeca (1350 a. C. a 200 d. C.).
Los ruteros pudieron visitar, primero, la ciudad maya de Comalcalco, cuyo apogeo tuvo lugar entre los años 600 y 800 d. C. y que sobresale porque es de los pocos enclaves en los que se usa el ladrillo como material constructivo. En la zona, de 7 kilómetros cuadrados, hay 430 edificios, altares y residencias.Pero sin duda las piezas escultóricas más impresionantes están en el Parque Museo La Venta, en Villahermosa, donde se combinan con la vegetación y la fauna clásica de la zona en un parque que ideó el museólogo, poeta y político mexicano de origen catalán Carlos Pellicer. En el parque hay todo tipo de esculturas, desde dioses hasta elementos mortuorios. Pero las esculturas más impresionantes son las enormes caras que demuestran el gusto de la cultura olmeca por deformarse la cara e incluso el cráneo. Las caras extrañas, los rasgos deformados y los cuerpos voluminosos con caderas anchas eran el canon de belleza de esa cultura. Ya ven las vueltas que ha dado el mundo en dos milenios.