Ayer, después de una charla en el Aquarium Finisterrae de A Coruña, los responsables del acuario sorprendieron a los ruteros. Medio centenar pasaría la noche en la sala Nautilus. Es una habitación en un sótano del edificio. Intenta representar el gabinete del submarino de 20.000 leguas de viaje submarino. Las paredes son una gigantesca pecera y detrás diferente flora y fauna marina está a su aire. Hay una mesa de época con una silla a juego. Juan Pablo, chileno del grupo 10, fue uno de los afortunados. Ha leído cuatro veces la novela de Julio Verne. Da un aprobado al escenario y pone algunas pegas. “Me gustaría que hubiera más instrumentos de precisión para manejar la nave”, puntualizó, “y podían haber imitado las colecciones artísticas de Nemo”. Los del equipo de televisión lo entrevistaron sentado en el escritorio del capitán. “Me encantó, me sentía como él dentro de está atmosfera”. Cuando le pregunté a que edad había leído por primera vez la historia del secuestro del biólogo marino Pierre Aronnax por el corsario hindú, contestó: “Hace mucho tiempo, entonces aún tenía imaginación”.
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