En julio de 1987 el arqueólogo peruano Walter Alva trabajaba en el poblado de Sipán a unos 75 kilómetros al este de de Chiclayo, en el noroeste de Perú. La zona, conocida como Huacarajada, había sido objeto de saqueo por cuáqueros que buscaban tesoros históricos lo que hizo pensar a Alba que allí se localizaba un enterramiento histórico. Su hallazgo sobrepasó todas sus expectativas.
Poco a poco el arqueólogo y su equipo descubrieron un ataúd con numerosos objetos rituales que le llevaron a la conclusión que era un importante líder mochica, una cultura preincaica que se extendió en la región entre el siglo I y el VI. Resultó ser uno de los más importantes reyes de esta cultura y fue bautizado como El señor de Sipán. “Es la tumba más rica hallada en el nuevo mundo”, señala Alva, que revela que hace unos meses se encontró la 16 tumba en la zona: "Es un guerrero enterrado con dos vasijas representados con buhos".
Foto: Ángel Colina / Ruta Quetzal BBVA
La Ruta Quetzal BBVA 2011 acampada en Lambayeque visitó el impresionante museo que se levantó para exponer todos los objetos. Recibieron la explicación del prestigioso arqueólogo sobre su hallazgo: “Las tumbas son espacios congelados en el tiempo. Sipán es un tesoro extraordinario”. En la excavación de Sipán se han hallado 16 tumbas, la última hace unos meses. “Pero no descartamos que de la misma época puedan existir tumbas más importantes”, asegura Alva.
Foto: Ángel Colina / Ruta Quetzal BBVA
Los cerca de 300 expedicionarios entre chavales, de entre 16 y 17 año, monitores, equipo médico y miembros de la organización recorrió el museo. Allí observaron las orejeras del señor de Sipán. “Las piezas más importantes del museo”, sostiene Lúrica una de las responsables del museo, que tiene la forma de las antiguas pirámides prehispánicas. Las orejeras son piezas de gran tamaño decoradas con oro repujado y detalles de turquesa. Su complejidad y riqueza las convierten en una de los objetos más destacados de la historia de la arqueología americana.
Foto: Ángel Colina / Ruta Quetzal BBVA
El museo cuenta con más de 2.000 objetos, algunos de gran riqueza: mallas de oro, coronas de bronce y oro, pectorales ricamente labrados, y numerosos elementos decorativos. Algunos de los chicos se mostraban cansados después de varios días sin ducharse y de dormir en tiendas de campaña, pero visitaron el museo anotando detalles y haciendo dibujos en sus cuadernos de viaje sobre algunas piezas con gran destreza.
Los chicos, satisfechos tras participar en los talleres de la mañana, asistieron a la charla de Alva. El profesor explicó que los mochicas vivieron en una de las zonas más secas del planeta, comparable al desierto del Sáhara o Australia. Nunca llueve y sin embargo eran capaces de desviar el curso de los ríos para diseñar un sistema de irrigación muy avanzado. De tal forma que lograron regar más tierras de las que hay ahora cultivadas en Perú. Alva reivindicó la importancia de las culturas prehispánicas. “Por qué tienen que ser menos los peruanos que los europeos si aquí había una civilización desarrollada cuando en Europa aún había bárbaros”, indicó.
Alva alertó sobre el expolio y el coleccionismo de piezas históricas. “El saqueo de tumbas no es algo anecdótico en Perú. Existe un arqueotráfico que mueve muchísimo dinero”, insistió el prestigioso arqueólogo, que recordó varios de los episodios para recuperar algunas de las piezas con que cuenta el museo. Como una operación coordinada por el FBI que infiltró a un agente en una red de tráfico de objetos arqueológicos para recuperar un coxal que se iba a vender por 1,6 millones de dólares. Tras acampar junto al museo los ruteros levantaron el campamento y se despidieron del Señor de Sipán.
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