23 jun 2011

Lecciones con el señor de Sipán

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La expedición de la Ruta Quetzal BBVA 2011 ha parado en Chiclayo, ciudad de la región de Lambayeque (Perú). Los chavales montaron ayer el campamento en el área del museo de las tumbas reales de Sipán como si fuera un ejército perfectamente organizado.

Los chicos han practicado esta mañana técnicas de arqueología, alfarería, tejido, agricultura para aproximarse a la civilización de los mochicas, una de las múltiples culturas prehispánicas que se extendió del siglo II al siglo IX d.c. en el norte de Perú. El señor de Sipán es uno de los mayores hallazgos arqueológicos de las civilizaciones preincaicas de Latinoamerica. Era un semidiós que ahora protege a toda la expedición. Es uno de los principales tesoros de la arqueología mundial porque ha sido la primera tumba histórica que ha sido descubierta y desenterrada integramente por científicos, según explica Walter Alba, director del museo y arqueólogo que halló al señor de Sipán.

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Un grupo de chicas limpia varias piezas de barro con un cepillo de dientes, Tienen que simular que preparan, rotulan y clasifican el material arqueológico. “En teoría no se debería meter toda la pieza en el agua. Hay que ir poco a poco”, dice Carmen Hernández (Madrid), una de las jóvenes ruteras que participa en el taller de arqueología. Sus compañeras, Sonia Casal (Madrid), Sara Cháliz (Valencia), María Hernández (Toledo) se afanan en dejar listas los pequeños pedazos que pertenecen a un cántaro de barro. “Uy, se me ha roto”, exclama una de ellas a la que se le ha hecho añicos una de las piezas.

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Al lado otro grupo de expedicionarios pegan las pequeñas piezas para componer una vasija. Como si fuera un rompecabezas juntan con una cola especial cada una de los pedazos. “Lo mejor es que aprendes cosas nuevas”, desliza Elena García (Bilbao). “Además, aprendes a apreciar las cosas, como una buena ducha”, añade Ana, que proviene de Granada. “Te llevas genial con la gente. En pocas semanas parece que nos conociéramos de toda la vida. Es como un Gran Hermano”, añade otra de las chicas. Perla, una joven rutera de México, lleva una bandera de su país atada a la espalda. Explica cómo se identifican los restos arqueológicos. “Se le da una capa de resina a la zona donde se va a escribir. Se ponen la iniciales del proyecto, las iniciales del lugar… y el número de la pieza hallada en la zona arqueológica”.

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Un grupo de chicos están con palas y rastrillos trabajando en una zona que previamente han cuadriculado. “Este taller es el mejor porque es más activo y más fácil para mí que el dibujo no se me da muy bien”, explica Pablo Moreno, un rutero de Madrid y prosigue: “Te das cuenta que el trabajo de arqueólogo es más importante y duro de lo que parece”. Sus compañeros acercan pequeños cubos para meter la tierra que sacan del área de exploración.

Eric Alberto, México, es el jefe de su grupo. En una hoja milimetrada trata de dibujar los hallazgos de una fosa. “Así estamos midiendo mal. Desde la base. Coge el metro y mide desde la base”, espeta a Álvaro González (Madrid), que después de hacer las mediciones explica: “Dibujamos en un cuadrante a escala 1:20”. Los chicos se lo toman en serio aunque en ninguno parece haber brotado la afición por la arqueología.

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En el taller de alfarería Marta Anan, de Bilbao, trata de dar forma a una pieza de arcilla en un torno pero el resultado provoca la risa entre sus compañeras. Justo al lado está el taller de tejido.IMG_0633Varias mujeres locales enseñan a los ruteros como hacer bolsos, pulseras y otros abalorios con algodón natural. “Se me da fatal”, relata de forma escueta Pablo Cumbreras (San Fernando de Henares, Cádiz). “Pues a mí me encanta. Me entretiene y me relaja”, responde Helena Bermejo (Cáceres). Los chicos no parecen muy mañosos con los hilos de algodón. Más entusiasmo muestran los del taller de cerámica. Los jóvenes expedicionarios usan moldes de piedra para hacer ceniceros y otros pequeños piezas de decoración que enriquecen con dibujos que hacen ellos mismos. “Hay que mojarlas antes de hacer los dibujos para que no se raje”, precisa una chica de Costa Rica. En las traseras del museo hay unos pequeños huertos. Allí, otro grupo aprende los diferentes cultivos moches y algunas técnicas agrícolas.

  

Llega la hora de comer y los 225 jóvenes, de 53 países, está hambrienta. Antes tienen un rato para limpiar el campamento, asearse y acomodar las tiendas de campaña. Comen con alegría, arroz con pollo, ensalada… Mientras ultiman las últimas cucharadas el grupo de titiriteros del grupo Libélula ameniza la sobremesa con unas canciones.

Hay 5 Comentarios

LOS CONCURSANTES DE LA RUTA QUETZAL ESTÁN VENDIDOS. UNA COMPAÑERA MÍA FUE ORGULLOSA CON EL TRABAJO QUE LE HIZO SU TÍA (EXPERTA EN HISTORIA DE SUDAMÉRICA) Y PAGANDO EN UNA PAPELERÍA ITALIANA LA ENCUADERNACIÓN EN SEDA POR UN ALTO PRECIO.
UN PROYECTO REALIZADO POR PROFESIONALES, CLARAMENTE, SUPERA AL DE UNA NIÑA DE 17-18 AÑOS.
ASÍ QUE, BRAVO POR ENSEÑARNOS QUE SI NO SE HACEN TRAMPAS, NO SE GANA NADA.
ASÍ VA EL PAÍS.

"Era un semidiós que ahora protege a toda la expedición", se lee en el artículo. Esta frase se la podía haber ahorrado el autor, Jesús Sérvulo, pues los lectores no creemos en cuentos infantiles.

La oportunidad perfecta para dar a conocer los rituales de los mochicas y del señor de Sipán y sin embargo te pones a decir zoquetadas.
Crónica aburrida!

La oportunidad perfecta para dar a conocer los rituales de los mochicas y del señor de Sipán y sin embargo te pones a decir zoquetadas.
Crónica aburrida!

Estimados: Solo para corregir un par de términos que creo están equivocados. El primero es cambiar la "p" por la "b" en la región Lambayeque. La segunda creo que es "mochica" en lugar de "chimucas", tercera: Se escribe México y no con "j" desde hace mucho, por último solo cabe felicitar esta iniciativa que lleva más de 20 años integrando pueblos.

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Ruta Quetzal

Sobre el blog

La trigésimo primera edición de la Ruta BBVA contará con 180 jóvenes de entre 18 y 19 años procedentes de 17 países de América, España y Portugal. Bajo el lema ‘Aventura en las selvas mayas del Yucatán’, la expedición parte de México. Allí, los jóvenes explorarán las selvas mayas y descubrirán los sitios arqueológicos más relevantes de esta civilización. El programa, creado por Miguel de la Quadra-Salcedo en 1979, continuará en España, donde los jóvenes visitarán Extremadura, Andalucía y Madrid y conmemorarán los centenarios de las muertes del Rey Fernando el Católico, el Inca Garcilaso de la Vega y Miguel de Cervantes. Son 30 días de viaje en los que la expedición combinará cultura, aventura y formación en emprendimiento social. EL PAÍS se suma a esta experiencia y la irá contando a través de este blog

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