Despedida en Boadilla del Monte (Madrid) / Foto: Ángel Colina
Para los chicos de la Ruta Quetzal BBVA 2011 es un nuevo día. El primero de una nueva vida. Vuelven a casa después de 36 días. Y lo hacen con un diploma que los acredita como ruteros, con mil anécdotas, anuarios, banderas y camisetas llenas de dedicatorias; más de doscientas direcciones de Facebook y cien aventuras que cargan en su mochila. Jesús Luna, jefe del campamento, les resumió el espíritu de la ruta de manera sencilla: "Todos los días de vuestra vida son exactamente el que estabáis esperando".
Aunar en un solo post cada uno de los tramos de un viaje de 36 días resulta una ardua tarea, después de jornadas de ocho de la mañana a doce de la noche. Por eso hemos pedido a algunos de los ruteros -españoles, latinoamericanos y europeos- que nos elijan cuáles han sido sus lugares favoritos:
Selva amazónica. "De pequeña soñaba con la selva, con poder visitarla alguna vez y aquí he cumplido mi sueño", cuenta Ifigeneia Anaís Tsironis, una joven griega de 16 años. La jornada que los llevó a Huancas y a la pequeña ciudad de Chachapoyas es su favorito, casi al final del tramo peruano de la ruta.
Kuélap. Mariella Hudson recuerda con cariño y "dolor" la caminata hasta Kuélap: "Subíamos cantando y la llegada fue eufórica. Eso sí, estábamos todos agotadísimos y al llegar a la cima todos acabamos tumbados del cansancio", explica esta inglesa de 16 años con ascendencia peruana. Tuvieron que llegar a una ciudad-fortaleza construida a 3.000 metros de altura y subir más de 1.000 metros de altitud en una marcha de 10 kilómetros.
Las cataratas de Gocta. "Vivimos uno de los momentos de compañerismo más bonitos", asegura Ignacio González-Herrero, un rutero de Segovia. Era el siguiente paso desde Kuélap, una visita a la tercera catarata más alta del mundo, con 771 metros de altura.
Los picos de Europa. La caminata por la garganta de Cares, en los picos de Europa, ya en el tramo español, ha sido el momento inolvidable de Natalia Matos, una joven pizpireta de Maracaibo (Venezuela): "Soy muy gritona y en ese tramo me pidieron que guardara silencio y lo mejor de todo es que me sirvió para meditar. Fue maravilloso". Para Camila Molgora, una de las 11 peruanas de la expedición, la ruta fue un reto personal: "Conseguí estar desde el comienzo hasta el principio en el grupo de quetzales [los ruteros que encabezan la marcha]. Cuando la terminanos, me dieron ganas de abrazar al jefe del campamento".
Baño en las playas de Lisboa / Foto: Ángel Colina
Navegación a bordo del buque Castilla. Miguel Ángel Díaz Chávez, otro de los ruteros peruanos, nunca hubiera soñado viajar en "un barco de guerra". La sorpresa para todos fue el baño de espuma, como parte de un simulacro de incendio que se convirtió en una lucha acuática.
Atrás quedan los mejores días de su vida pero la despedida de hoy, llena de lágrimas en el último campamento instalado en Boadilla del Monte (Madrid), no es un adiós, sino un hasta luego. Desde aquí también lo decimos: hasta la Ruta Quetzal 2012.
Hay 1 Comentarios
PUES EN PARÍS NOS PONEN DE EJEMPLO…
Publicado por: JUNGLERO | 13/11/2011 8:48:31