Laguna de los Pances, Parque Nacional de Los Farallones (Cali). FOTO: ÁNGEL COLINA
Freddy García es un baquiano. Que sabe leer la naturaleza, explica él mismo, sentado con la espalda apoyada en el tronco de un guabo dormilón. Tiene el pelo negro azabache recogido en una larga trenza que le cae por el hombro derecho, la piel aceituna y una perilla poco poblada. Lleva bien los 40 años en sus facciones indígenas: es un pance, una de las comunidades originarias en el Valle del Cauca colombiano. Viste vaqueros y las mismas botas de agua que llevan los guías del Parque Nacional de Los Farallones, en Cali (Colombia), la primera etapa de la Ruta Quetzal BBVA. Con hablar pausado y suave relata una de sus vivencias en el parque: “Habíamos caminado todo el día y paramos a descansar hacia las seis de la tarde. Estábamos a 4.000 metros de altura en el páramo cuando, al asomarnos al precipicio, vimos salir del abismo una luz del tamaño de una pelota de tenis: primero era blanca, después se tornó azul y finalmente verde. La vimos ascender hacia nosotros, pero así como vino, despareció”.
Los caleños dicen que Los Farallones, 206.700 hectáreas protegidas de parque natural en la cordillera occidental de los Andes, son un espacio mágico. Sus gentes conocen multitud de leyendas sobre el lugar, y los guías del parque relatan sin mucho preguntar que, desde los años 80, tres personas han desaparecido sin dejar rastro entre su maleza. Nunca se supo de ellos. En el Pico del Loro, una de las cimas de la cordillera, a 2.860 metros de altitud, los lugareños cuentan también que una puerta a otra dimensión se abre a los que llegan a la cima. La montaña era zona de ofrendas de los chamanes indígenas, y también se conoce como Pico del Oro, porque se cree que hay metal precioso de los chamanes o de los caciques de la ciudad enterrado bajo su tierra pedregosa. Tampoco nunca se ha encontrado. El baquiano Freddy, que había hablado de magia y de los espíritus de la coordillera, acaba explicando de forma científica aquella extraña luz que vio: “Las nubes descargan su electricidad en esta montaña y se convierte en una gran antena”.
Por la selva húmeda de los Farallones estrenaron los 221 expedicionarios (hubo bajas a última hora respecto de los 226 previstos inicialmente) las botas de montaña de las que les provee la organización. Nos habían avisado de que la marcha del primer día de ruta era muy dura; después de hecha los veteranos concluyeron que al menos se encontraba en el top ten de las 27 ediciones que cumple ya la expedición. Solo unas cuarenta personas (25 de ellos expedicionarios) alcanzaron la cima, después de cinco horas de caminata (solo de ida, nueve con la vuelta) que se tornó en una exigente escalada en el último tramo.
Rafael Málaga, rutero madrileño pero nacido en Santiago de Chile de 16 años, fue uno de los primeros en llegar, y el primero que bajó. "Allí arriba sentí sobre todo la satisfacción de haberlo conseguido, pero ver no vimos mucho porque estaba cubierto de nubes". Por el camino se habían quedado muchos de sus compañeros, completamente exhaustos. Alrededor de una decena tuvieron que ser atendidos por el equipo médico que nos acompaña; nada grave, mareos leves y torceduras. La hazaña de Rafa y sus ojos azules tiene truco: es deportista, juega en el equipo juvenil del Real Madrid como lateral derecho. Entrena cuatro días a la semana. "Superación personal, cohesión del grupo y aprendizaje", son de hecho los tres objetivos de una marcha como esta, apunta Andrés Ciudad, subdirector de la ruta.
Los chicos han empezado ya a conocerse –comenzaron en el vuelo transoceánico de diez horas, en el que apenas se sentaron en los asientos eufóricos como estaban- y se relacionan en pequeños grupos en los que tienden a agruparse por nacionalidades. Fotografían cada momento casi obsesivamente. Será porque están frescos o porque es verdad eso de que son chicos especiales, pero aguantan estoicamente las esperas o una dura marcha como la de Farallones sin quejarse. Entre las imágenes que captaron sus cámaras digitales, algunos posaron con dos policías nacionales de los 50 agentes, entre policía, ejército y carabineros, que vigilaron todos los pasos de la expedición por el parque. La zona fue hace años refugio de guerrillas, pero la policía nos insistió en que ahora es completamente segura. Los fusiles M-16 de los dos agentes que nos acompañaron durante la comida parecían decir lo contrario.
Un militar de los que vigilaron la marcha. FOTO: ÁNGEL COLINA
- ¿Contra quiénes los dispararían?, les pregunté mientras los chicos comían.
- Contra el enermigo.
- ¿Pero quién es el enemigo?
-Todo el que nos intente atacar.
Colombia lucha desde hace tiempo contra su imagen de país inseguro. La presencia exagerada de policía y ejército expresa, sin embargo, más inseguridad a ojos de un europeo. La publicidad turística que puebla vallas y folletos en Cali juega con ingenio con el hándicap: "Colombia. El único riesgo es que quieras quedarte".
Hay 3 Comentarios
Todo el globo terraqueo es difinitivamente precioso!.. creo que no he visto un lugar desagradable, ni siquiera las grandes urbes de miseria.... todo se mira desde la perspectiva que se desee. Simplemente la naturaleza es belleza inocua en toda su extensión y está ahí para admirarla y respetarla. Cali, Colombia es una maravilla en lo que respecta al respeto, cuidado y amor por la biodiversidad del ecosistema
Publicado por: Violeta Rosa | 29/09/2012 17:29:34
Colombia es el país mejor ubicado en el continente americano. Es por ello que tiene de todo lo mejor!...soy exploradora asidua de aventuras y naturaleza viva y es en Colombia donde he descubierto tanta belleza y exuberancia juntas.....La verdad ....mi riesgo es que quiero volver......
Publicado por: MAITEMAR | 29/09/2012 17:24:10
Venezuela, hermosas naturaleza. Cuba, hermosas playas, Ecuador, hermosas cumbres nevadas, Argentina, hermoso casco histórico. Mexico, hermosas mujeres. PERO SI QUIERES VER TODA ESTA HERMOSURA REUNIDA, VENTE PARA COLOMBIA. EL UNICO RIEZGO QUE CORRES ES QUE QUIERAS QUEDARTE.
Publicado por: Juan Carlos | 22/06/2012 10:34:59