Conferencia en la Quinta de San Pedro Alejandrino, Colombia. FOTO: ÁNGEL COLINA
Vibraron en los cuartos y se desgañitaron en las semifinales –sobre todo la expedicionaria portuguesa, por aquello de estar sola ante el peligro- pero los 221 chicos de la Ruta Quetzal BBVA se quedaron ayer sin ver la final de la Eurocopa y ese apoteósico 4-0 España Italia. El programa de la expedición está muy apretado, y muchas veces se retrasa el horario sobre lo planeado. La visita a Santa Marta, la ciudad caribeña en la que murió el libertador Simón Bolívar, y a la Quinta en la que falleció en 1830, agotaron el tiempo. Les habían prometido que verían al menos la segunda parte, pero no pudo ser. En los corrillos de ruteros la indignación era palpable, y hubo incluso un conato de pequeña venganza contra el jefe del campamento, Jesús Luna, que en su mensaje despertador del día les había anunciado que sí verían la final. La de ayer, en este caso contra el partido, fue otra batalla ganada por el militar venezolano.
A la hora de la comida en Colombia, cuando en España acababa de terminar el partido, el rutero gallego Carlos Mareguer y el madrileño Santiago Cuartero –que llevaba puesta la bandera española a modo de capa-, de 17 y 15 años, refunfuñaban en la Quinta de San Pedro Alejandrino, la hacienda en la que expiró el hombre más grande de Latinoamérica, mientras metían el tenedor en el plato de arroz con pescado. “Me molesta mucho no haber podido verlo, no pedía ni una tele, ¡solo una radio!”, se quejaba Carlos, “demasiado” aficionado al fútbol en sus propias palabras. “En Madrid habría ido a verlo en una de las pantallas gigantes que ponen en el centro, y ahora lo estaría celebrando”, lamentaba Santiago. Rafael Málaga, canterano del Real Madrid, le echaba algo de cordura a la cosa: “Estábamos muy ilusionados, pero la Ruta merece la pena, yo no me arrepiento para nada de estar aquí”. Y también había, claro, quien se alegraba de no haber sufrido. El único expedicionario italiano, Giuseppe Spatafina, de 17, respiró aliviado: “Casi mejor no haberlo visto, habría sentido mucha rabia”. “España es más fuerte, pero Italia es el segundo equipo de Europa”, añadía con un deje divertido. “Es lo mejor que puedo decir, un 4-0 no deja muchas más posibilidades”.
“Gol de España, chavales”, anunció por el micrófono Jesús Luna en pleno concierto del aula de música de la ruta en la catedral de Nuestra Señora de Santa Marta, y los chicos se arrancaron en un aplauso. Era el primero; los otros tres se fueron conociendo de camino al campamento que, de forma excepcional, -nunca nadie lo había hecho antes- ha podido instalarse en pleno monumento nacional. Los expedicionarios han levantado las tiendas azules entre tamarindos y samanes centenarios, en el recinto de Quinta de San Pedro, donde Bolívar murió con 47 años el 17 de diciembre de 1830 a la una de la tarde- el reloj alemán de la que fue su alcoba está parado a la una y cinco, dando fe de la hora en la que falleció- y dictó además su última proclama. “Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro”, decía el mensaje.
“Bolívar fue un gran guerrero y un gran militar, pero al tiempo un pensador y un ideólogo”, les explicó a los ruteros a última hora de la tarde en medio de un estruendo de chicharras la profesora Adelaida Sourdis, miembro de la Academia Colombiana de Historia. “Es el genio de América”, les dijo, “porque cambió entre 1810 y 1826 la conformación del continente. Liberó a cinco naciones y derrotó a la potencia más poderosa de occidente, el imperio español”. Al término de la conferencia, la profesora nos contó a los periodistas algunos aspectos más humanos del primer presidente de Colombia, como que era “puro caribe” y le encantaba bailar, incluso encima de las mesas. Ricardo Cifuentes, coordinador de promoción del ministerio de Turismo colombiano, que acompaña a la Ruta en su periplo por el país, nos había dicho antes con guasa: “No tuvo hijos, se hablan cosas, para todo hay chismes…Se dice que se quedó estéril de tanto cabalgar”.
El George Washington de Sudamérica murió de tuberculosis, malaria y cirrosis en Santa Marta porque la muerte lo alcanzó en la ciudad más antigua de América cuando trataba de llegar a Europa para recuperarse de sus enfermedades. En la caliente urbe el aire acondicionado es hoy un artículo casi de primera necesidad, porque su temperatura media es durante todo el año de entre 28 y 34 grados. Su fuerte es su mar Caribe y sus 35 kilómetros de costa - el diario The Guardian catalogó sus playas como las segundas mejores del mundo- así como guardar con celo el lecho de muerte de Bolívar (que no los restos del libertador, que descansan en Venezuela). Los chicos durmieron ayer en “el altar de la patria y el altar de América”, como llamó la profesora Sourdis a la Quinta de San Pedro. A esas alturas, el fútbol seguro que ya se les había olvidado.
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NI FÚTBOL, NI PRÓCERES, NI DIOSES,
NI WANKANTANKAS, NI AMOS…NI ESCLAVOS……………
…………………………STOP PORNONARCOCAPITALISMO
STOP DISCRIMINACIONES HISTÓRICAS…………………
STOP MACHISMO, RACISMO Y HOMOFOBIA………………
Publicado por: JODO LUEGO EXISTO | 03/07/2012 7:51:40