Los expedicionarios, con el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, en el Palacio de Nariño. FOTO: ÁNGEL COLINA
Uno de los deberes de la educación es enseñarnos a habitar en el territorio. Pero Colombia es un país con el que no es fácil familiarizarse. Es una suerte de rompecabezas y, no se puede aprender geografía solo en los mapas: los mapas muestran apenas una parte de la realidad, un aspecto de las cosas. Para entender un mundo hay que superponer mapas de suelos, de cultivos, de climas, de cursos de agua, de fenómenos atmosféricos, de períodos históricos, de poblaciones y de culturas. Sin duda, como diría Borges, y como ustedes acaban de comprobarlo, el mejor mapa es la realidad, y el mejor aprendizaje la vida misma.
Dijo bien el novelista, poeta y ensayista colombiano William Ospina en la magistral conferencia que pronunció en el acto de despedida de la Ruta Quetzal BBVA en la Universidad del Rosario, en Bogotá. Dijo muy bien, extraordinariamente bien. Ese mapa de realidad y ese aprendizaje vital, eso es exactamente lo que han vivido los 221 expedicionarios en el rompecabezas de Colombia durante los 23 días en los que han recorrido el país de sur a norte, del calor al fuego y del fuego al frío. Un mosaico exuberante y, como diría Ospina, una lección de riqueza.
Abarcar Colombia es difícil porque es un país más amplio que su mapa. Por cada costado mira a un mundo distinto, y para comprender cada región del país hay que mirarla como parte de ese mosaico continental (...) Pero es que aquí basta viajar tres horas en cualquier dirección para sentirse en otro país. Para ir del sol a la niebla, de la alegría a la melancolía, de la extroversión al silencio, de las praderas a los abismos, de la selva al desierto, de la sequía a la inundación. Para ir de los vallenatos a la música de despecho, de la salsa a los tangos, de los currulaos del pacífico a los pasillos melancólicos.
Pedí a una veintena de chicos que escogieran el lugar que más les había gustado de Colombia. Ganó Cartagena de Indias, seguida del Parque Nacional de Tayrona y de San Basilio de Palenque. Los expedicionarios eligieron con buen tino una representación de esa diversidad, de ese crisol de geografía y culturas colombianas.
Cartagena de Indias
Los ruteros en Cartagena de Indias. FOTO: ÁNGEL COLINA
En la ciudad más bonita de América, fundada en 1533 por el madrileño Pedro de Heredia y declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1984, los chavales escucharon decir al hermano pequeño de Gabriel García Márquez, Jaime García Márquez, que el Nobel sufre demencia senil y ya no publicará más. "Los colores, la arquitectura colonial, las murallas, el mar...Me impresionó muchísimo la ciudad", me dijo Cristina Jiménez, rutera de 16 años de Salamanca.
Parque Nacional de Tayrona
Marcha por la playa en el Parque Nacional de Tayrona. FOTO: ÁNGEL COLINA
"La naturaleza me impactó porque era completamente distinta a lo que había visto antes", opinó Houda Mhader, marroquí de 16. En las 15.000 hectáreas del paradisiaco parque, en las que habitan más de 70 especies de mamíferos, los expedicionarios marcharon durante horas hasta llegar a Pueblito, antiguo poblado de los indígenas Kogui, que pudo tener desde el año 400 al 1.600 entre 3.000 y 5.000 habitantes.
San Basilio de Palenque
Tres expedicionarios con niños de San Basilio de Palenque. FOTO: ÁNGEL COLINA
El pedazo de África en América marcó a muchos de los jóvenes. En el poblado de cimarrones negros huidos del yugo español, fundado por el esclavo fugado Benkos Biohó, los chicos aprendieron de la idiosincrática tradición cultural afrocolombiana, que se manifiesta en música, prácticas médicas, ritos fúnebres -incluyendo un baile erótico que los lugareños representaron para la Ruta- y sobre todo, en la lengua palenquera, mezcla de español, bantú, kilongo y Kimbundú. El contacto con la gente fue lo determinante: "Les faltaba de todo pero nos recibieron ofreciéndonos todo lo que tenían", me dijo con emoción Martín Eliecer Mitre, panameño de 17 años.
Aunque hay una Colombia que los chicos no han visto, la que cuentan los periódicos y sugieren algunos carteles en las paredes. Los diarios, como El Espectador, hablan un día cualquiera de los pisa suave, niños de entre 8 y 16 años que las FARC utilizan para atacar al Ejército y a la policía, y que son secuestrados, violados y maltratados (4.924 menores han ingresado desde 1999 en el programa del Gobierno colombiano para atención de niños y adolescentes "desvinculados del conflicto armado", según El Espectador). Mientras los expedicionarios visitaban Bogotá, los colombianos leían también que las FARC habían matado esa semana a cuatro policías en Antioquia y que en Cauca, al suroeste de Colombia y a 600 kilómetros de la capital, la guerrilla hirió a once personas con una bomba artesanal lanzada contra un hospital. En los hoteles, un trágico cartel avisa de las penas por explotación sexual de menores en todas las recepciones: "Nuestro país es un gran destino turístico. Nuestros niños, no".
La hospitalidad ha sido la marca de la casa. "Todos ustedes, a partir de este momento, quedan nombrados embajadores de Colombia en el mundo. Espero que se lleven en sus corazones el recuerdo que han adquirido en esta expedición", anunció a los expedicionarios el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, en la recepción que les ofreció en el Palacio de Nariño, el último día de los chicos en el país. Santos también habló de la pluralidad colombiana que destacaba Ospina. "Colombia tiene una gran fortaleza dentro de muchas fortalezas: su enorme diversidad". "En las zonas cafeteras, los nevados, los desiertos, los valles, las selvas. Es toda esa maravillosa diversidad lo que ha hecho de Colombia lo que somos, un pueblo pujante, optimista que afronta las dificultades con carácter", destacó el presidente.
Concierto de ChoQuibTown en la fiesta de despedida del BBVA. FOTO: ÁNGEL COLINA
La recepción de Juan Manuel Santos fue el broche final. El apasionante viaje de aventura y cultura que ha sido la Ruta Quetzal en Colombia culminó con una fiesta de despedida en la que el grupo ChoQuibTown, que mezcla sonidos urbanos y folclor del litoral pacífico, animó a unos eufóricos chavales que bailaron como si no hubiera un mañana, ajenos a todo, conscientes o no de que el grupo también traía mensaje:
De donde vengo yo, la cosa no es fácil pero siempre igual sobrevivimos/ de donde vengo yo/ de tanto luchar siempre con la nuestra nos salimos / vengo yo / de aquí se habla mal pero todo está mucho mejor
Colombia, viejo país de presidentes gramáticos, solo encontró en la lengua su instrumento de unificación. Si no la unificaba el territorio, ni el clima, ni la raza, ni una lectura de su historia, ni una leyenda compartida, si todo era pluralidad, dispersión, inestabilidad, rivalidad y competencia, la lengua se convirtió en el instrumento mágico que producía la ilusión de la convergencia, de la momentánea unanimidad de los espíritus.
Así opinó William Ospina. Cuando terminó, la solemne aula máxima de la Universidad del Rosario, por la que han pasado todos los presidentes de la República, estalló en un aplauso, en una momentánea unanimidad de los espíritus.
La lengua nos une también a nosotros con los colombianos. Como tantas otras cosas.
Adiós Colombia. O mejor: hasta pronto, Colombia.
PD. La aventura de los quetzales continúa ahora por España, y la narrará en este mismo blog mi compañera Tiziana Trotta.
Hay 4 Comentarios
Dan ganas de ir a Colombia! Un trabajo estupendo el de esta cronista.
Publicado por: Mauricio | 12/07/2012 18:06:17
Dan ganas de ir a Colombia! Un trabajo estupendo el de esta cronista.
Publicado por: Mauricio | 12/07/2012 18:06:17
Muy bueno el articulo, que opinas del lugar donde va Rajoy de vacaciones http://goo.gl/P6sbR
Publicado por: abogados madrid | 11/07/2012 23:43:41
Muy bueno el articulo, que opinas del lugar donde va Rajoy de vacaciones http://goo.gl/P6sbR
Publicado por: abogados madrid | 11/07/2012 23:43:39