Ruta Quetzal

Sobre el blog

La trigésimo primera edición de la Ruta BBVA contará con 180 jóvenes de entre 18 y 19 años procedentes de 17 países de América, España y Portugal. Bajo el lema ‘Aventura en las selvas mayas del Yucatán’, la expedición parte de México. Allí, los jóvenes explorarán las selvas mayas y descubrirán los sitios arqueológicos más relevantes de esta civilización. El programa, creado por Miguel de la Quadra-Salcedo en 1979, continuará en España, donde los jóvenes visitarán Extremadura, Andalucía y Madrid y conmemorarán los centenarios de las muertes del Rey Fernando el Católico, el Inca Garcilaso de la Vega y Miguel de Cervantes. Son 30 días de viaje en los que la expedición combinará cultura, aventura y formación en emprendimiento social. EL PAÍS se suma a esta experiencia y la irá contando a través de este blog

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24 jul 2012

El mejor día de la vida: hoy

Por:

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La clausura de la XXVII Ruta Quetzal en la Universidad Complutense de Madrid. FOTO: A. COLINA

La ruta dura 37 días. Ser ruteros, aseguran, es para siempre. Quetzal es un ave de las regiones tropicales de América, el Ave Rica, como solían definirla las poblaciones indígenas. Para las civilizaciones azteca y maya era símbolo de libertad y hasta hace pocos años se creía que no era capaz de vivir y reproducirse en cautiverio. Quetzal, en realidad, no es un ave, sino un estado de ánimo, dicen los que lo han vivido, parafraseando a García Márquez. Hoy concluye la XXVII edición de la Ruta Quetzal BBVA, pero entre los más de 220 expedicionarios nadie utiliza la palabra final. “Ya somos quetzal”, se despide el jefe del campamento, “ya no hay sueños que sean imposibles”.

A juzgar por las lágrimas de la mayoría de los participantes, resulta un poco complicado creer que este sea el mejor día de su vida, pero, sin embargo, lo es. El viaje de cinco semanas a través de Colombia y España ha llegado a su fin, pero la expedición solo es una etapa. La aventura para estos jóvenes de 51 países comienza aquí.

Mapa colombia

Los expedicionarios que empezaron su viaje en Cali siguiendo la estela de José Celestino Mutis, que dirigió la Real Expedición Botánica al Reyno de Granada en 1783, saben que nada va a ser igual a partir de ahora. Martín Mitre, panameño de 17 años, recuerda los primeros madrugones en el Eje Cafetero como algo muy lejano. “Cada mañana el jefe de campamento nos despierta con la misma frase: hoy es el día que tanto estabais esperando, hoy comienza un nuevo día, una nueva aventura. Al principio me molestaba escucharla una y otra vez, pero ahora me hace valorar cada instante al extremo. Cada día es especial, distinto de los anteriores, con problemas diferentes”. El expedicionario sabe que la ruta dura hasta que uno quiere. “He aprendido a fijarme en los detalles, pensar y valorar, a esperar con ansiedad lo que me puede aguardar cada día. El mejor día de mi vida es hoy”.

La Ruta recorrió Ibagué, la capital musical de Colombia, y las tierras de Tolima, antes de adentrarse en San Sebastián de Mariquita, Ambalema, Beltrán y Honda, base del comercio del café. De camino a Bogotá, los jóvenes conocieron Aracataca, ciudad natal de García Márquez; Santa Marta, donde Simón Bolívar pasó sus últimos días; San Basilio de Palenque, Barranquilla y Cartagena de Indias.

A Haris Pipi se les ponen los pelos de punta cuando piensa en lo que vio en San Basilio. “Fue muy emocionante acercarse a esta realidad, en la que nos acogieron con mucho calor y dispuestos a compartirlo todo, pese a la extrema pobreza de los lugareños”, dice con un hilo de voz. Está afónica, porque ha pasado los últimos días gritando y animando al grupo. De vuela a Chipre, su país natal, llevará consigo los bailes, las canciones y las conversaciones con sus amigos. “Los momentos peores luego se convierten en bonitos recuerdos”, asegura. “Como aquel día en Colombia en el que llovió mucho. Estábamos todos molestos, pero nos sirvió para unirnos más”.

Mapa EspañaTras cruzar el Atlántico, los expedicionarios llegaron a Madrid, donde fueron recibidos por los reyes, antes de embarcarse rumbo a Málaga. Para Pablo Fernández Ibarra no era la primera ocasión para hablar con las máximas autoridades de un Estado. Antes de empezar la ruta, este boliviano de 17 años recibió una llamada muy especial. “¿Aló? Te habla Evo Morales. ¿Cómo estás?”. No podía creerse lo que estaba escuchando al otro lado del teléfono. “Te felicito, vas a llegar muy lejos. Qué sigas adelante. Bolivianos como tú debería haber más”, le dijo el presidente de su país. La conversación duró apenas unos minutos, lo suficiente para que Pablo llegara por un rato a pensar en abandonar la ruta. “Demasiada responsabilidad”, recuerda. Este pensamiento, sin embargo, no duró mucho. “Seguí adelante, no solo por mi”. El expedicionario se siente identificado con el botánico Celestino Mutis. “Soy como él: un soñador”.

El programa fundado por Miguel de la Quadra-Salcedo llevó a los expedicionarios a Cartagena, Cádiz, San Fernando, Sanlúcar de Barrameda y a remontar el río Guadalquivir hasta Sevilla. Los aventureros saben que hay algo que llevarán dentro más allá de las visitas. En la ceremonia de clausura de la expedición, hay un anuario apoyado encima de una silla. En la contraportada pone: La ruta es una aventura, pero la realidad es la vida. Sin punto final. 

22 jul 2012

La habitación de los recuerdos

Por:

013_JUL_22_Embarque hacia Sevilla
Los expedicionarios embarcan desde Sanlúcar de Barrameda. FOTO: ÁNGEL COLINA

La cubierta del barco que surca el Guadalquivir rumbo a Sevilla se parece a un campamento. Las mochilas verdes de los integrantes de la Ruta Quetzal BBVA ocupan las sillas, mientras que la arena y los expedicionarios mismos pueblan el suelo. Pese al madrugón y a los ojos legañosos, nadie duerme. Los diarios y los anuarios pasan de mano en mano para el intercambio de números de teléfono y las dedicatorias de ritual.

Este domingo, los ruteros se parecen un poco más a sus coetáneos. Las dedicatorias trascienden las hojas y se trasladan a las banderas, a las camisetas e incluso a la piel. “Se nota el cansancio, pero los últimos momentos son los mejores”, señala Haris Pipi mientras escribe en el dorsal del anuario de su mejor amigo. La expedicionaria chipriota no quiere perder ni un minuto del último tramo de esta aventura. “Ya dormiré a la vuelta y no me apetece malgastar tiempo aquí llorando”, dice. Quizás sea por eso que ha decidido posponer la lectura de los mensajes de sus compañeros para cuando esté en casa.

Una pila de anuarios reposan encima de las piernas de Pablo Cumbrera Conde, en la búsqueda de la inspiración para escribir unas últimas palabras a sus compañeros. Está en mil cosas a la vez y sus ojos saltones vuelan de un punto a otro.

El rutero gaditano es un veterano del proyecto fundado por Miguel de la Quadra-Salcedo. Participó en el viaje del año pasado y su diario de bordo recibió un premio, lo que le permitió repetir la experiencia. Lo que siente, sin embargo, es muy diferente de lo que vivió a lo largo de la anterior edición. “La Ruta la hacen las personas, por eso cada año es distinta”, dice mientras tortura un bolígrafo con los dedos huesudos.

256_JUL_22_Visita a SevillaUn diario es “la llave que abre la habitación de los recuerdos”, según él, y no le importa que todos sus compañeros hayan tenido acceso al suyo, que ha sido publicado por la Diputación de Cádiz. “Este año he optado por un estilo diferente, mucho más personal” y no quiere que los otros lo lean, por eso a veces utiliza alfabetos extranjeros. 

Sus compañeros no paran de acercarse para pedirle una firma o una dedicatoria. “Estoy en todos los fregados”, asegura. “Y cuando la gente tira la piedra, siempre está ahí mi mano”.

Pablo ya sabe lo que se siente al volver a casa. “Al principio tienes ganas de hacer muchas cosas, pero luego te paras a pensar que te gustaría compartirlas con tus compañeros”. Habla muy rápido y cada vez que suelta frases risueñas (“El mundo es un libro”), remata la solemnidad de sus comentarios de Romeo moderno, como se autodefine, con una mueca o unas risas.

Al desembarcar, los expedicionarios se dirigen hacia la catedral de Sevilla con sus tambores, clavos de olor y ceros. Siguen los pasos de Juan Sebastián Elcano al regresar de la primera vuelta al mundo en 1522 con apenas 18 supervivientes de la tripulación. “¡Es el último día de la ruta, chavales!”, reflexiona uno de los monitores. “¡El penúltimo!”, le corrigen al unísono.

20 jul 2012

Cuenta atrás

Por:

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Los expedicionarios viajan hacia Cádiz. FOTO: ÁNGEL COLINA

Pongamos que un gaditano haya bajado a por pan esta mañana y haya creído encontrarse con la Pepa en persona delante del monumento de las Cortes de 1812. Y, por si no fuera bastante, acompañada por el músico Carlinhos Brown. No, no estaba soñando. El percusionista brasileño y la mismísima Constitución han recibido a los expedicionarios de la Ruta Quetzal BBVA en Cádiz para celebrar el bicentenario de la firma del documento.

La Pepa es la que tiene más trabajo entre todos los figurantes en traje de época que acompañan a los expedicionarios en su visita por la ciudad. Con una espada en la mano y las uñas pintadas de azul, la Constitución sonríe y posa ante las cámaras, mientras el grupo de percusionistas de la Ruta se dispone alrededor del monumento de las Cortes.

Carlinhos Brown se entrega en cuerpo y alma a esa “ofrenda a la negritud” de las Américas, como la define el padre de la Ruta Quetzal, Miguel de la Quadra-Salcedo. Se quita los enormes anillos dorados que adornan casi todos sus dedos y con unos golpes firmes guía al grupo. Antes de empezar, besa la bandera de su país natal y con voz épica se dirige a los ruteros, pendientes de sus labios. “Tenéis en vuestras manos las armas del amor: los tambores”, señala. “Son el instrumento para dar voz a los que no la tienen”. Las vibraciones que emanan contrastan con la atmosfera que se respira en una ciudad que parece aún no haber despertado y atraen a una pequeña multitud, pese al calor sofocante.

La energía acumulada en la exhibición se disipa rápidamente cuando alguien se para a pensar que faltan pocos días para que la expedición concluya. Camila Castro, en cambio, es una de las pocas que sonríe al calcular que falta menos de una semana para volver a casa. Por eso, esta uruguaya de 17 años asegura que su alma hoy es “dorada”. Este ha sido el primer viaje tan largo y tan lejos de su familia.

“Ha sido una aventura muy fuerte”, dice tímidamente, “pero echo de menos compartir tiempo con mi familia”. Escribir cartas le ha ayudado a aguantar la añoranza. Nada más llegar a su país, espera poder abrazar a sus seres queridos y escuchar sus novedades. Cierra los labios y los ojos por un instante y añade: “Sí, lo sé. Una vez allí echaré de menos a mi nueva familia”.

18 jul 2012

Un viaje de solo ida

Por:

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El grupo de percusiones de la Ruta en el teatro romano de Cartagena. FOTO: ÁNGEL COLINA

Casi nadie entre los expedicionarios de la Ruta Quetzal BBVA sabe si hoy es miércoles o jueves, pero todos tienen bien claro que ha pasado exactamente un mes desde el principio de la aventura. Giuseppe Spatafora apunta “Jornada 30” en una esquina de su libreta. Bajo un sol que abrasa en el teatro romano de Cartagena, avanza despacio con un enorme tambor africano entre las piernas. El italiano de 17 años se prepara para interpretar una canción tradicional africana con el grupo de percusionistas en el mismo escenario en el que hace 2.000 años se representaban obras teatrales frente a un público de 7.000 espectadores.

Solo faltan siete días para que la expedición concluya, pero eso no parece preocuparle. “La ruta no se acaba, no se acabará nunca”, afirma tajante. A medida que el final se acerca, se siente sereno y quiere centrarse en el tiempo que queda a disposición, para disfrutarlo al máximo.

Giuseppe echa de menos el saco de dormir y las marchas por la selva. Ha interiorizado tanto el espíritu rutero que ya no se siente a gusto tumbado en la cama, asegura. “Lo que estoy viviendo me ha enseñado mucho, a paritir de ahora voy a intentar ser feliz”, dice tambaleando por el peso del tambor. “He dado un nombre a esta forma de andar: el estilo del borracho. Y solo es una de las muchísimas cosas que he aprendido a lo largo del viaje”. Esta experiencia, según él, no le cambiará. Ya le ha cambiado.

 

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Miguel de la Quadra en Málaga con algunos expedicionarios de la Ruta. FOTO: ÁNGEL COLINA

Con sus 80 años, Miguel de la Quadra-Salcedo ha descubierto un secreto y no tiene ningún interés en esconderlo. Para este americano atrapado en un cuerpo de español el único elixir que regala la eterna juventud se llama Ruta Quetzal BBVA y es el viaje de expedición para jóvenes iberoamericanos que él mismo fundó hace 33 años y que en estos días recorre su último tramo por Andalucía.

De la Quadra huye de las definiciones. “Yo no soy aventurero”, aclara. El fotógrafo que intenta retratarle sentado en una terraza de Málaga rodeado por algunos de los 223 integrantes de la XXVII edición de la Ruta sufre: el experimentado viajero se mueve, no para de hablar e interactuar con los jóvenes. Le interesa saber de dónde vienen, les mira fijamente con sus ojos azules y por cada uno de ellos tiene una anécdota que contar sobre su lugar de origen, ya sea Filipinas, Sevilla o México.

Los primeros viajes que realizó fueron a lomo de los libros. Salgari, Verne, y Marco Polo le proporcionaron las primeras aventuras, hasta que descubrió que podía vivirlas en carne y hueso gracias a la “alfombra mágica” de Televisión Española, que le permitió conocer decenas de países en calidad de reportero.

De la Quadra asegura que es él personalmente el encargado de programar el recorrido de la expedición anual. Su pasión por las Américas nació ya en 1956, cuando pudo “conocer a la negritud” gracias a una beca para deportistas en Puerto Rico. Desde entonces no ha parado de recorrer el mundo, que a su aviso “es muy pequeño”.    

Su pasado de atleta (detenta un récord mundial en el lanzamiento de jabalina, aunque nunca se llegó a homologar) se refleja en la organización de la expedición. Sacrificio, esfuerzo de superación y fuerza de voluntad son también los valores que animan a los adolescentes de 16 y 17 años que deciden participar en la Ruta.

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El mismo rey Juan Carlos I le pidió asesoramiento. “¿Qué podemos hacer para que los jóvenes españoles e iberoamericanos conozcan sus raíces?”, le dijo durante una cena en 1976. Tres años más tarde, salía la primera edición de esta “universidad itinerante” rumbo a México y Perú.  La idea era mezclar cultura, historia, gastronomía y aventura para que los jóvenes “rompieran los amarres y aprendieran a valorar lo que tienen”.

Desde entonces, más de 8.000 personas han participado en el programa. “Al principio, el 20% de los integrantes de la expedición eran chicas”, recuerda. “Ahora, la proporción se ha prácticamente invertido”. La Ruta, asegura, ha cambiado muy poco a lo largo de sus 27 ediciones. “Cuando bajas el techo de necesidades, estás más feliz” y este axioma no ha variado. “Yo con la Ruta descubrí la fuente de la juventud”.

El próximo año los viajeros se desplazarán de Panamá a Jerez para seguir los pasos de Núñez de Balboa, el explorador que hace 500 años descubrió el Mar del Sur, hasta llegar a Bruselas, corazón de la actual identidad europea. Uno de los retos para el futuro es llevar la Ruta hasta China, aunque la crisis dificulta el proyecto.

Miguel de la Quadra siente la historia de las Américas en su piel y le quedan muchos más secretos que revelar. “Un vez que has descubierto lo maravillosa que es Iberoamérica”, dice, “llegarás a entender España”.

16 jul 2012

Talento en la Ruta / Parte 4

Por:

Juan Diego, la voz de la conciencia

Juan Diego
Juan Diego Arregui, expedicionario de la XXVII Ruta Quetzal. FOTO: ÁNGEL COLINA

Tiene 16 años, pero ni pestañea al hablar de filantrocapitalismo. “Lo que más me disgusta en el mundo”, dice Juan Diego Arregui. Habla con voz calma, subrayando sus ideas con los movimientos acolchados de las manos. A veces cierra los ojos, en la búsqueda de las palabras más adecuadas para expresar sus ideas, las más diplomáticas para que su mensaje llegue al destinatario sin despertar malhumores. Vino de Ecuador para participar en la XXVII edición de la Ruta Quetzal BBVA, pero sobre todo para poder encontrar coetáneos con sus mismas inquietudes.

Lleva entre las manos una libreta en la que apunta de manera muy ordenada, hoja tras hoja, sus poemas. Utiliza un lápiz para poder retocar sus creaciones hasta que no encuentre la palabra que más se ajusta a lo que siente. La poesía, sin embargo, no le resulta muy rentable a la hora de ligar, admite. De hecho, su último trabajo, Felicidad, está dedicado a otra expedicionaria que no le corresponde.

 

Unos tenues ojos verdes

Me acechaban desde lejos

Tan bellos, eran santos

Me miraban de entrecejo

Unas cejas onduladas

Denotaban aflición

Y sus labios escarlata

Besaban mi corazón.

 

Juan Diego es el fundador de un grupo que lucha en defensa de los derechos humanos en Ecuador. Solo quiere jóvenes entre sus filas. “Los adultos corrompen los grupos”, afirma tajante. “No quiero que alguien se aproveche de nosotros como camino para llegar a algún punto. Una vez que entra en juego la burocracia, cualquiera actividad está condenada a no funcionar”. Acompañado por un grupo de 30 activistas, la mayoría de los cuales son menores de edad, sale a la calle para explicar a la gente cómo defenderse de abusos, adónde dirigirse para presentar una denuncia.

En su voz no hay rastro de arrogancia. Lo que más le preocupa es mantenerse fiel a sus ideales. Aunque le gustaría estudiar relaciones internacionales, espera llegar a ser escritor. Mario Benedetti le enganchó. “Con él empezó todo”, asegura. Luego llegaron José Martí y Pablo Neruda. Juan Diego explica que la muerte temprana de su padre y las lecturas le alejaron muchos de los jóvenes de su edad. Sin embargo, no siente solo. “Sé que si mi discurso fuera más populista, podría atraer a más”, explica. Pero su objetivo no es este.

14 jul 2012

Talento en la Ruta / Parte 3

Por:

Leyre Marín, sueños de oro

Leyre
Leyre Marín Arraiza en la base naval de Rota. FOTO: ÁNGEL COLINA

Los equipajes de los más de 200 expedicionarios de la Ruta Quetzal BBVA son todos iguales. O casi. La mochila de Leyre Marín Arraiza se reconoce en seguida. Es la única que lleva corcheras rojas por ambos lados, que delatan su pasión por la natación. Este deporte se ha convertido en algo más que una afición para esta jienense de 16 años, que hace dos llegó sexta en los campeonatos europeos.

Se frota las manos con crema solar y mientras asegura que el calor que se sufre este sábado en la base militar de Rota, cerca de Cádiz, no es nada comparado con lo que tuvo que aguantar en Colombia. Hoy, de todas formas, está especialmente feliz. “Dormir en una cama después de casi un mes es lo mejor que me ha podido pasar”, bromea. “He desayunado zumo, he comido en una mesa y además aquí en Andalucía me siento como en casa”.

Leyre habla con las manos apoyadas en las anchas y una sonrisa que le ocupa toda la cara. Tiene energía para regalar y durante las pasadas vacaciones de Navidades lo demostró. Se enteró de las selecciones para la Ruta a principios de diciembre y tuvo que preparar su trabajo en poco más de un mes. La campeona de 100-200 brazas de la categoría infantil de su comunidad autónoma recuerda este periodo como muy ajetreado. “Pero, mira, aquí estoy”, afirma satisfecha. Compaginar la construcción de un plástico inspirado en la Constitución de Cádiz de 1812, con los estudios y los entrenamientos (seis días por semana en la piscina y tres en el gimnasio) no ha sido fácil, admite, aunque “mereció la pena”.

Leyre sabe bien lo que significa el esfuerzo. Se dedica a la natación desde que tenía cuatro años y con mucho sacrificio ha llegado a competir a nivel regional y nacional. Aunque esté encantada con su experiencia en las filas de los ruteros, hay algo que echa de menos. “Tengo ganas de entrenar. En Colombia pudimos ir a la playa un par de veces y fue increíble lo que sentí cuando mi cuerpo entró en contacto con el agua”, recuerda y se le ilumina el rostro.

Mientras ella visita la exposición de aeronaves de la Armada, sus compañeros de equipo de natación están participando en una competición. “Me perderé dos campeonatos estando aquí, pero competiciones hay todos los años, en cambio esta era mi única oportunidad de participar en la Ruta”, dice sin alejar los largos brazos del cuerpo. La expedición terminará justo a tiempo para que pueda seguir los juegos olímpicos en la televisión. Su objetivo para el futuro es participar en esta competición, además de crecer un centímetro más, hasta alcanzar un metro y ochenta de estatura.

13 jul 2012

¡A la cama!

Por:

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Los expedicionarios a punto de embarcarse en el buque Galicia. FOTO: Álvaro Castrillo Schneiter

Después de 25 noches, por fin llegó el gran día. El primero en el que los 223 expedicionarios de la Ruta Quetzal podrán olvidarse de las tiendas de campaña, aunque sea durante unas jornadas. Las ocho horas de viaje en autobús hasta la base naval de Rota, al norte de la bahía de Cádiz, merecieron la pena. Será por eso que los ruteros subían por la pasarela del buque cantando.

Galicia no es una embarcación cualquiera. A lo largo de sus 14 años de actividad, el séptimo buque de la historia de las fuerzas armadas españolas en ostentar el nombre del antiguo reino del norte ha participado en misiones de paz en la ex Yugoslavia, Irak y Líbano.

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La vida a bordo implica normas férreas, turnos rígidos para comer, sumo cuidado con las instalaciones militares, pero los jóvenes no parecen cohibidos a la hora de ocupar la explanada del barco con sus juegos. Mañana les espera un día duro, en el que tendrán que enfrentarse a un curso de supervivencia.

12 jul 2012

El (breve) descanso del guerrero

Por:

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Un integrante de la XXVII Ruta Quetzal en el museo del Prado de Madrid FOTO: Ángel Colina

La libreta de Paula Camila Ramírez Leuro aún tiene muchas hojas en blanco. De momento. Su idea es llenar los espacios vacíos en cuanto tenga algo de tiempo y se recupere del cansancio acumulado en el viaje. Retratos, plantas y reproducciones de cuadros famosos no faltan en la libreta de esta colombiana de 15 años, que sueña con estudiar Bellas Artes. El último trabajo en asomarse por las páginas es una de las Meninas de Velázquez. Lo ha realizado de pie, mientras paseaba entre las salas del museo del Prado. Al terminar la tan esperada visita, tiene bien claro cuales serán sus próximos trabajos. Ni más ni menos que La maja desnuda de Goya y un retrato de mujer inspirado en una obra de Diego de Rivera.

DSC_0091Estaba deseando llegar a Madrid para ver desde cerca los tesoros custodiados en la pinacoteca de la capital, pero admite que tenía muchas expectativas también por otro elemento de la cultura española: el Colacao. Sus compañeros de expedición le habían hablado maravilla de esta bebida, aunque al final se haya revelado un poco decepcionante. “En fin”, se encoje de hombros, “lo que merece la pena de verdad de la Ruta es la gente”, ni la comida, ni los museos.

La expedición tiene un componente adictivo. Los jóvenes que participaron en las ediciones anteriores siempre encuentran una buena excusa para volver a vestir la camiseta oficial del viaje y acercarse a saludar a monitores, organizadores y personal médico en su paso por España. Quien lo hace una vez, aseguran, intenta repetir la experiencia con viajes similares, aunque “la Ruta Quetzal es única”, suelen decir.

La Ruta es también cosa de familia: muchos de los expedicionarios siguen los pasos de sus hermanos mayores. Los padres de Irene Aguado lo explican muy bien. “Es un esfuerzo familiar”, destaca su padre, que ha llegado de Navarra con un grupo de seis personas para pasar un par de horas con su hija. “Es una suerte que haya podido participar, es una experiencia única que no hubiéramos podido ofrecer dDSC_0093e otra forma y también una satisfacción para sus familiares, que la han apoyado en su formación”, subraya.

El goteo de padres ansiosos por ver a sus hijos es incesante. Son ellos los que peor llevan la distancia. Pese a que el encuentro esté previsto por la tarde, muchos familiares se agolpan en las puertas del campamento horas antes. La madre de Noelia Sánchez Ajea ya no se conforma con ver a su hija en los vídeos de los medios de comunicación. “Sé que está encantada con su viaje, pero se echa en falta y sé que ella también está deseando vernos, aunque sea unas horas”, sonríe. Llega la hora fatídica: los ruteros dejan de ser aventureros y vuelven a ser hijos e hijas. Eso sí, solo durante unas horas.

12 jul 2012

Abriendo caminos (por España)

Por:

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Los Reyes reciben a los expedicionarios en el Palacio del Pardo. FOTO: ÁNGEL COLINA

El jefe del campamento levanta un brazo y ellos aplauden. Lo vuelve a levantar y las manos se paran. Los 223 expedicionarios de la XXVII edición de la Ruta Quetzal BBVA han llegado a España y lo han hecho con todos los honores, recibidos por los Reyes en el Palacio del Pardo de Madrid. Hay cierta euforia en el aire en la espera, los jóvenes no aparentan signos de cansancio tras el largo viaje que han realizado para llegar desde Colombia. Pocos son los que bostezan, la mayoría está demasiado ocupada en alisar las arrugas de los trajes típicos de sus países de origen que viste para la ocasión y fijar bien el peinado. Los de las primeras filas sostienen orgullosos las 51 banderas de los lugares de procedencia, aunque hay quien se cansa de tanta espera y baja los brazos, rendido al jet lag. Los murmullos se callan de repente y las sonrisas vuelven a apoderarse de las caras. Ahora sí, pueden aplaudir de verdad para acompañar la entrada de Juan Carlos I y su esposa Sofia en la sala.

“Estamos convencidos de que la educación y los jóvenes sois la base del desarrollo de las sociedades y apostamos por vosotros”, ha destacado Francisco González, presidente del BBVA. Para el directivo de la entidad financiera, la Ruta Quetzal ofrece una magnifica oportunidad para que los expedicionarios aprendan a enfrentarse a nuevos retos y a cultivar valores como “la solidaridad, la cooperación, el respeto a otras culturas, el esfuerzo en el trabajo y el espíritu de superación”.

Los integrantes de la XXVII edición de la Ruta Quetzal seguirán a lo largo de las próximas dos semanas los pasos del investigador, botánico y zoólogo José Celestino Mutis por España y visitarán los lugares en los que el jefe de la Expedición del Nuevo Reyno de Granada (la actual Colombia) se formó en la segunda mitad del siglo XVII.

 

El País

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