03 jul 2014

Diario de la expedición al Quehuisha, por partida doble

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Las 4.00 a.m. Suena el despertador en Chivay.  Una parte de la expedición se pone en pie. Ha llegado el día de la etapa reina de esta Ruta BBVA: la subida al Quehuisha, en busca del origen del Amazonas. 57 de los 200 chicos, elegidos primero por sus condiciones físicas y después por un sorteo, se preparan junto a algunos monitores y parte de la organización – 90 personas en total- para la dura marcha que parte con el reto de superar al principal enemigo: el mal de altura. A la misma hora, parte de la expedición se levanta en Lari, un pueblo a una hora de camino, donde ocho personas han decidido a última hora subir a caballo los 5.170 metros de altura. Son 21 kilómetros de ida, y otros tantos de vuelta. El objetivo: ascender por otra quebrada más empinada del Quehuisha y encontrarse en la placa instalada en 2011 que confirma, tras el éxito de la expedición polaco-rusa-italo-peruana del polaco Jacek Palkievicz (1996), el origen de la fuente del río más grande y caudaloso del mundo.

6.00 a. m. Comienza a amanecer. Adentrarse en las impresionantes montañas del Valle del Colca a lomos de Milamores, un caballo negro y alto del norte de Perú, proporciona al cuerpo y a la mente sensaciones de todo tipo. Las siete capas de ropa no aplacan el frío intenso de esas horas de la mañana. Ser amazonas en el Amazonas tiene sus contrapartidas. El paisaje sin embargo te abstrae de tal manera que llegas a olvidar que ciertas partes del cuerpo permanecen congeladas. La mezcla de amarillos, verdes y marrones combinan a la perfección con el blanco de la nieve que pobla algunos picos de las montañas.  A 3.200 metros de altura las terrazas preincas que sirven a los campesinos como regadío para aprovechar el agua de los riscos sobresalen en una imagen idílica marcada por el silencio, donde el único ruido de los cascos de los caballos acompasa con ritmo una particular banda sonora que retumba en la cabeza, al paso unas veces, al trote otras. Paralelamente, el resto de expedicionarios, divididos en pequeñas furgonetas, se dirigen en caravana hacia los 4.700 metros donde tienen previsto empezar a caminar. Son, en principio, tres horas de trayecto llenas de incertidumbres y responsabilidades, pues suben también por aquellos compañeros que sin quererlo y a regañadientes se han tenido que quedar en tierra.

Caballos

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8.00 a. m.  Tras dos horas de trayecto los ocho jinetes se acercan a los 4.000 metros de altura con el sol, por fin, sobre sus cabezas. Como marco principal de fondo les acompaña el Ampato, uno de los picos más altos de Perú (6.200 metros). Allí se encontró la famosa momia de la monja Juanita, una joven doncella sacrificada en época preinca. La etnia Collagua, que vivía en la parte media y alta de las montañas, solía seleccionar a niñas de entre 6 y 13 años para entregarlas a la madre naturaleza. A eso se le llamaba Quepaqcoche: las dejaban en la cumbre más alta para evitar la ira de las montañas. 500 años después apareció el cuerpo de la joven semienterrado al derretirse la nieve por la erupción de un volcán. Y es que la vida tanto de los collaguas como de los cabanas, otra etnia preinca que vivía en la parte baja del valle, giraba en torno a la naturaleza. La tierra tenía vida y era sagrada. Las montañas eran poderosas y tenían que ser respetadas. Y el sol era un dios al que veneraban.

10.00 a.m. La expedición de la parte este del Quehuisha sigue avanzando, pero con cierto retraso. Los chicos ayudan a pasar a las furgonetas por ciertas zonas de difícil acceso. La ilusión por llegar al origen del Amazonas sigue intacta y tienen ganas de empezar a caminar. Lo mismo pasa con el grupo hípico: lo que iba a ser una subida de cuatro horas también se alarga. En ese tiempo han conseguido llegar a los 4.500 metros. Hay que ralentizar la marcha para evitar el soroche en los animales: una especie de mal de altura que puede colapsarles el corazón. Aún así no es fácil aminorar el esfuerzo realizado, ya que por el camino se encuentran numerosas escaleras de piedras, casi verticales, que hay que sortear. A esa altura el paisaje empieza a ser algo más rústico y prolifera la kunkuna, que proporciona un importante alimento para llamas, alpacas y vicuñas, residentes habituales de la zona.

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12.00 a. m. Los caballos llegan al destino y los ocho expedicionarios pisan el suelo de los 5.170 metros tras casi seis horas de trayecto. Subir andando un repecho de unos 100 metros para llegar a la placa del origen del Amazonas supone un enorme esfuerzo: respirar a esa altura es complicado y, como si fueran astronautas en la Luna, necesitan descansar cada diez pasos. Mientras, los jóvenes ruteros avanzan junto a sus monitores, el equipo médico –preparado para cualquier contratiempo-, miembros de prensa y de la organización. Al frente de todos ellos, Jesús Luna, el jefe de campamento de la Ruta BBVA que ha preparado y estudiado al milímetro cualquier atisbo de eventualidad. Saben que llegan con retraso, pero los chavales sacan fuerzas para seguir adelante en un trayecto difícil sobre todo por la falta de oxígeno. Aún así, tan solo cinco personas se tienen que dar la vuelta: cuatro chicos y una monitora, que, acompañados por un guía, vuelven sobre sus pasos al no poder continuar.

15.00. Las dos expediciones se unen en lo alto del Quehuisha. Alguno llega llorando, otros canturreando. Y todos, con el deseo de tocar la placa y pisar el suelo donde nace el Amazonas. Las aguas, sin embargo, se encuentran a un metro de profundidad, por lo que llama la atención la paradoja del lugar, casi desértico. “Este lugar es sagrado. Lo que tenéis aquí es el ‘apu’, que es el padre de las nieves, que alberga el agua que alimenta la vida. Por eso hay que darle gracias”, dice un emocionado Luna entre la alegría de los expedicionarios, exultantes por haber logrado un reto tan exigente para el cuerpo y la mente. “La marcha ha sido titánica, épica, donde nos hemos enfrentado a nosotros mismos, a nuestras carencias, a nuestra voluntad”, continúa el referente de los jóvenes, que celebran su éxito sobre el río más largo de mundo, con más de 7.000 kilómetros de longitud.

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19.00.  Cae la noche en el Quehuisha, y cae sobre las dos expediciones, que llevan horas bajando, cada una por su lado. El grupo hípico llega a destino con la única luz de las estrellas y el instinto de los caballos como principal guía. Nunca la entrega a un animal fue tan honesta y sincera. “Si al animal le das amor, te devuelve amor”, explica Wilber, el dueño y adiestrador de los animales, que dirigen a sus jinetes hasta el mismo lugar del inicio. Mientras, los miembros del otro grupo tienen que refugiarse del frío en una cabaña que encuentran por el camino con un extraordinario Luna al mando que mantiene el espíritu aventurero alto, a pesar del cansancio. “Vais a pasar una noche llena de emociones”, anuncia a los expedicionarios mientras prepara un fuego para calentar el gélido ambiente. Horas después son rescatados por el Cuerpo de Alta Montaña de la provincia de Caylloma que les llevan de regreso a Chivay. Ha sido una intensa jornada. Los cuerpos, doloridos. Las cabezas, agotadas. Los ánimos, entre los vítores de bienvenida de los compañeros de nuevo altos. Y las almas, tras encomendarlas a la montaña, algo más collaguas.

FOTOGRAFÍAS: ÁNGEL COLINA

Hay 2 Comentarios

Muy emocionante el relato sobre la expedición que han cumplido los ruteros en esta etapa, tan difícil pero gratificante para los que participaron en ella y que a su vez nos hace sentir orgullosos, al ver los logros de nuestros hijos en esas alturas, que gran experiencia una vez mas Gracias organización Ruta BBVA 2014

Berta enhorabuena por tu reportaje.
Que bellas palabras para narrar el día más importante de la vida de mi hija Belén, que tuvo el privilegio de subir contigo al Quehuisha. Tu narración me ha parecido fantástica. Quiero añadir que ese pequeño grupo representaba a todos los ruteros y sus familias, pues el agobio de la presión también lo hemos sentido las madres y padres que sabíamos que nuestro hijos e hijas iban en la expedición al nacimiento del amazonas y no teníamos noticias, las horas pasaban pegadas a la Web de la Ruta y la presión en nuestro pecho iba aumentando, la imaginación es grande y el miedo no tiene barreras, hasta el punto, pasadas más de 24 horas, que decidí llamar a la Policía de Chivay, que hay que decir que fueron superamables y me dijeron que aunque había retraso, estaban bien y ya habían regresado.
Automáticamente la presión de mi pecho desapreció, al igual que vosotros cuando ibais descendiendo.
El martes los padres también subimos al Quebrado Quehuisha. La Ruta la viven nuestros hijos y las familias.
Berta consigues emocionarnos transmitiéndonos el espíritu de la Ruta.
Besos y abrazos a todos

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Ruta Quetzal

Sobre el blog

La trigésimo primera edición de la Ruta BBVA contará con 180 jóvenes de entre 18 y 19 años procedentes de 17 países de América, España y Portugal. Bajo el lema ‘Aventura en las selvas mayas del Yucatán’, la expedición parte de México. Allí, los jóvenes explorarán las selvas mayas y descubrirán los sitios arqueológicos más relevantes de esta civilización. El programa, creado por Miguel de la Quadra-Salcedo en 1979, continuará en España, donde los jóvenes visitarán Extremadura, Andalucía y Madrid y conmemorarán los centenarios de las muertes del Rey Fernando el Católico, el Inca Garcilaso de la Vega y Miguel de Cervantes. Son 30 días de viaje en los que la expedición combinará cultura, aventura y formación en emprendimiento social. EL PAÍS se suma a esta experiencia y la irá contando a través de este blog

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