A Joana le cambió la vida hace un año y medio, justo cuando nació su primer y único hijo. Entonces tenía 19 años, un futuro por delante embarrado por las drogas, un novio delincuente y una actitud que ella misma define de “muy violenta”. Dice que estaba enfadada con el mundo. Todo parecía que se confabulaba contra ella y lo pagaba con todo aquel con el que se cruzaba. “Arriesgué todo por mi pareja y solo me trajo fracasos personales”. Al quedarse embarazada, Joana dejó de consumir y como consecuencia, de compartir lo único que le unía a su pareja. Poco después, vio cómo él acabó arrastrado sin remedio a la cárcel y su mundo se fundió a negro. No lo sabía entonces, pero lo cierto fue que ese “bombo” que desbarató toda su vida le dio la oportunidad de empezar a ver un poco de luz. Procedente del barrio Olaya, uno de los más deprimidos de Cartagena, Joana echó la inscripción en la Fundación Juan Felipe Gómez Escobar, que ayuda a adolescentes y jóvenes embarazadas de bajos recursos a labrarse un futuro mejor. Y el fundido pasó de negro a gris cuando aceptaron su inscripción.
La historia de Joana no es ninguna excepción en Cartagena. Esta joven es una de las 350 de entre 12 y 19 años que esta fundación, que lleva abierta desde 2009, acepta cada año y que se llena de pequeños dramas personales. De hecho, la razón por la que este centro abrió sus puertas reside en otra tragedia, la de su presidenta, Catalina Escobar, que en 2001 perdió a su bebé cuando se precipitó, accidentalmente, de un octavo piso. Aquello fue el germen de una idea que ya le rondaba la cabeza desde que observaba, en el hospital en el que trabajaba como voluntaria, el Rafael Calvo, cómo la mortalidad infantil de Cartagena duplicaba a la del resto del país. “Catalina vio cómo un niño murió en sus brazos porque su madre no pudo pagar 60.000 pesos (unos 21 euros)”, cuenta Ileana Stevenson, la directora ejecutiva de la fundación, una exrutera de la edición de 1990. Así que tras pasar su propio duelo, y con el apoyo de toda su familia, la presidenta comenzó un proyecto en el mismo hospital donde trabajaba y creó la primera sala de neonatos que lleva el nombre de su hijo, José Felipe Gómez Escobar.
Con el tiempo, consiguió, a través de una donación, unos terrenos en Ternera, un barrio del extrarradio de Cartagena, y empezó a edificar el edificio que para muchas de ellas significa la salvación. Sin embargo, crear futuros es un trabajo que requiere de mucho esfuerzo y mucho dinero. Concretamente, cinco mil millones de pesos anuales (1,8 de euros). “Todos los años hay que presentar proyectos para conseguir recursos. Tenemos alguna ayuda del Gobierno nacional, pero no del local. Y luego dependemos también de dotaciones que nos proporcionan empresas, que se implican tras presentar nuestros proyectos. Han pasado por aquí casi 3.000 madres en 14 años gracias a eso”, explica Iliana.
Joana se afana en peinar a su mejor amiga, Natalia, en una de las salas del edificio de Ternera mientras cuenta que a lo largo de los meses se le fue yendo la agresividad. “De tanto que se le fue es boba”, se ríe Natalia, “porque ahora es demasiado calmada”. En la fundación terminaron juntas el bachillerato y pasaron después a la carrera técnica laboral, la de belleza técnica integral. Por eso practican sin parar entre ellas mismas: se maquillan, se hacen la manicura, se emperifollan hasta límites extremos y vuelven a empezar. También se abrazan mucho, dicen. Porque de repente notaron que lo necesitaban. Cuando terminen sus estudios, dentro de seis meses, estarán listas para trabajar en un centro de belleza, un sueño que siempre pensaron que no podrían realizar.
La fundación, que tiene 71 trabajadores repartidos entre la docencia, centros de salud primaria y psicólogos, les permite también perfeccionar la carrera de hostelería y turismo o la cocina internacional. “Se trata de integrarlas en el mercado laboral. Nosotros tenemos convenios con hoteles, centros de belleza, restaurantes… Cuando salgan de aquí tendrán que estar dos meses de prácticas y después… a trabajar, para que dependan de ellas mismas”, dice Ilenia, que recalca que el principal problema es que estas chicas “se acuestan con el primero que les da una opción de tener una cama, porque no tienen cama”. Esa es la otra realidad de una ciudad como Cartagena. Tan bella por fuera, tan cruel por dentro. “Yo sueño con eso. Con darle a mi hijo lo que yo no he tenido, alejarlo de las drogas y con salir adelante por mí misma…”, sonríe Joana. Y lo mejor de todo, es que ya piensa que puede ser una realidad.
FOTOGRAFÍAS: ÁNGEL COLINA
Hay 5 Comentarios
A mí también me ha gustado mucho el artículo. Muchas gracias por contarnos también estas cosas.
Publicado por: Mariane | 13/08/2015 4:23:03
Berta, no estoy deacuerdo con los anteriores comentarios. Creo que tu artículo cuenta una realidad muy triste en nuestro país, no sé dónde ven los demás el machismo. Es triste, pero es así. Y hablo con conocimiento de causa. Fui madre adolescente y estoy metida en una fundación que ayuda a chicas embarazadas como la que hablas. Enhorabuena. Me ha gustado mucho leerte. Se destila sensibilidad y me gusta y lo agradezco. Saludos desde Colombia.
Publicado por: Jenny | 12/08/2015 2:25:13
Berta, muy machista y superficial tu articulo. Totalmente de acuerdo con los dos comentarios anteriores maduros y partinentes.
Mira soy madre de dos hombres y siempre les he dicho: "Se alguna chica, alguna novia quedarse embarazada de ti, sólo ti, nadie más, és lo culpado". Porque se no hay semem, no hay hijos. Por que en America Latina no hablan desta responsabilidad masculina como en Noruega? Dejan y divulgan la responsabilidad para las mujeres, como tu articulo, verguenza! Con fotos de pobres y jovenes mamás sonrientes. Sonrientes de quê?
Y además, en America Latina no precisamos de nignuna madre com menos de 30 años, porque deberian estar estudiando/trabajando y no parindo.
Publicado por: Sherazade | 11/08/2015 16:56:31
Totalmente de acuerdo con el primer comentario. Además, creo que el titular pone morbo al asunto pero le quita la profundidad que realmente tiene este proyecto.
Publicado por: Cascabelera | 11/08/2015 14:41:22
Quizá habría también que enseñarles a ellos a "no ofrecer cama" y a hacerse responsables de sus actos.
Publicado por: Emma | 11/08/2015 13:51:23