Los pescadores de sardinas que vivían en Palos de la Frontera (Huelva) en el siglo XV jamás podrían imaginar que su pueblo y el puerto donde atracaban sus pequeños barcos y vendían su mercancía entrarían en la Historia. Y es que de allí partieron el 3 de agosto de 1492 las carabelas La Pinta y La Niña y la nave Santa María, con el Almirante Cristóbal Colón, los hermanos Pinzón y los marineros de Palos rumbo a lo desconocido.
No queda nada de las tres embarcaciones originales en ninguna parte del mundo, pero en su paso por Sevilla y Palos de la Frontera, los expedicionarios de la Ruta han podido embarcar en tres replicas en tamaño natural en el Muelle de las Carabelas. “¡Qué pequeñas!”. Ese era el comentario más repetido por los ruteros, que se preguntaban cómo aquellos hombres habían podido aguantar tanto tiempo en el mar y cómo los barcos resistían a un viaje tan largo. La verdad es que no todas las embarcaciones aguantaron hasta el final de la aventura. La nave Santa María, en la que viajaba Colón, naufragó antes de llegar al “Nuevo Mundo”. Con su madera se construyó la primera fortaleza de América, el Fuerte de Navidad, en la República Dominicana.
Esa y otras anécdotas y datos históricos se escuchan por todas partes en Palos de la Frontera. En el pueblo casi todos los vecinos saben que la idea que llevo al descubrimiento de América nació en el Monasterio de la Rábida, donde Colón se reunía con los frailes para pedirles dinero para la aventura. También se sabe que los primeros mapas del nuevo continente se hicieron en la Sala del Almirante, en el Real Alcázar de Sevilla (a 90 kilómetros de Palos) o que Colón siempre iba a rezar a la Virgen de la Giralda antes de salir al mar.
Y es en la catedral de Sevilla donde descansan los restos (250 gramos de cenizas y huesos) del gran navegante. La tumba del primer gran aventurero de Occidente está en un sitio construido por otros visionarios megalómanos como él: otra de las historias conocidas por esas tierras es la de los arquitectos que diseñaron la Giralda y que decían siempre que construirían una catedral tan grande que cualquiera que entrara pensaría que estaban locos.
Fotos: Íñigo de La Quadra-Salceda y Ángel Colina
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