Vivo en Coslada, un pueblo más de la Comunidad de Madrid que explotó en los setenta, uno que fue parte del "cinturón rojo" del Henares y ahora no sabe ni qué alcalde tendrá.
Fui a los toros allí, porque me niego a ver una corrida de rejones -excepción, de cuando en cuando, con Pablo Hermoso-. No me gustan los abusos, aunque dicho sea de paso, aquí la corrida estaba discretamente "humanizada".