Foto de Mario Recio Prado
Hoy muchas ciudades parecen recién estrenadas. Los cambios morfológicos, las iniciativas urbanísticas que mutan paisajes enteros, la proliferación de hitos artísticos que enaltecen sitios, las osadías arquitectónicas... Todo eso hace que las capitales que se postulan para ser competitivas en la gran feria mundial de las ciudades, es decir en el proceso de urbanización del capitalismo, aparezcan relucientes, esplendorosas, arrogantes..., nuevas.
En cambio, esos nuevos monumentos, la arrogancia de los volúmenes arquitectónicos, esas nuevas plazas, esos nuevos paseos..., en realidad son ruinas, extensiones desoladas en lo que fueron ciudades anteriores ahora desaparecidas. Bajo esos escombros de aspecto reluciente apenas se hallan algunos restos de una memoria diseminada, evocaciones múltiples que han sobrevivido a la colosal máquina de olvidar en que se ha convertido el urbanismo neocapitalista, un extraordinario dispositivo amnésico que borra todos aquellos elementos que pudieran considerarse superfluos, disfuncionales o contraindicados en relación con las metas ideológicas a alcanzar, al servicio de la construcción afectual, simbólica y escenográfica de una filiación identitaria que requiere la negación de lo que se fue y se continua siendo ahora en secreto, supresión de raíz de todo recuerdo impertinente o inútil en orden a producir una cultura urbana homogénea y una mística de la ciudad.
Bilbao es un buen ejemplo de ello. La gran operación de cirugía estética a que ha sido sometida en los últimos años no ha sido solo un ejemplo de reconversión en clave mercantil de las formas y funciones que constituían la ciudad, sino también elemento escenográfico a partir del cual promocionar algo parecido a un nuevo patriotismo urbano, a cargo de unos ciudadanos fascinados por el espejismo que habitaban y ávidos por colaborar en su sostén. Ese es el asunto sobre el que han versado publicaciones recientes, como los apartados dedicados a Bilbao en las compilaciones de Andeka Larrea, Euskal Hiria (ex-Liburak, 2012) y de Josepa Cucó, Metamorfosis urbanas (Icaria, 2013), y de manera monográfica, los libros de Joseba Zulaika, Crónica de una seducción (Nerea, 1997), y de Andeka Larrea y Garikoitz Gamarra, Bilbao y su Doble (Martxoak, 2007).