(*) Por Fernando Carrión M.
Colombia es un país de ciudades y de regiones: son 1.102 municipios y 32 departamentos. Este domingo 25 de octubre pasado fueron convocados casi 34 millones de personas para renovar las autoridades territoriales, quienes tendrán no solo obligaciones locales sino también nacionales: por ejemplo, ejecutar en los territorios los probables acuerdos de Paz que se aprobarán en La Habana en el mes de marzo del año entrante.
Bogotá. Wikimedia Commons.
Son las primeras elecciones que se hacen en un momento previo a la firma de la paz entre el Estado Colombiano y Las FARC, luego de más de 50 años de una guerra cruenta en la que han fallecido no menos de 220 mil personas, han desaparecido alrededor de 25 mil habitantes y han producido un diáspora de migraciones, refugios y exilios dentro de Colombia –donde se habla entre 5 y 6 millones de personas desplazadas en su territorio-, siendo el más alto del mundo. A Colombia se lo considera el país suramericano con más emigrantes.
En esa perspectiva hay varias señales que nos ofrecen las elecciones de este domingo pasado. Como dijo el Presidente Juan Manuel Santos: ganó la paz, en paz: fueron las elecciones más pacíficas por la baja cantidad de hechos de violencia y la más alta en términos de participación electoral de la ciudadanía, en estas últimas décadas. En este contexto, es importante señalar dos grandes perdedores: al ex Presidente Uribe con su partido Centro Democrático (derecha) y al Polo Democrático Alternativo, de izquierda.
Los resultados a nivel urbano fueron llamativos. Las tres ciudades más grandes de Colombia viven cambios sustanciales: en Bogotá perdió el Polo Democrático Alternativo, en Medellín fue el Centro Democrático y en Cali el partido de la U. En contraposición, los que ganaron las tres alcaldías vienen de nuevas opciones de representación política, donde el origen territorial ha sido clave y donde es clara la presencia de candidatos ciudadanos no partidarios: en Bogotá, Medellín y Cali fueron electos alcaldes que tuvieron que recoger firmas para postularse como candidatos a las elecciones.
En Bogotá fue elegido Enrique Peñalosa como alcalde, quien cierra dos ciclos políticos: por un lado y al interior de la misma ciudad, rompe la secuencia de tres alcaldías de izquierda: la de Luis Garzón que luego de su paso por la municipalidad engrosa el Movimiento Verde y ahora se desempeña como Ministro de Trabajo en el gobierno de Santos. Luego sigue Samuel Moreno que se encuentra en la cárcel por la corrupción que hubo en su gestión municipal. Y finalmente, el de Gustavo Petro que sorteó una administración altamente cuestionada en los ámbitos judiciales, políticos y urbanos.
Enrique Peñalosa. Wikimedia Commons.
Por otro lado y en el contexto de América Latina, se produce un giro luego de un período de tres alcaldes de izquierda en las capitales de tres países andinos: primero en Quito-Ecuador, el Alcalde Augusto Barrera de Alianza País pierde en el año 2014 la reelección con una diferencia cercana al 22% frente al actual alcalde; en Lima Susana Villarán de Partido Descentralista Fuerza Social pierde la alcaldía de Lima cuando obtiene un poco más del 10% y una diferencia de 40 puntos frente al alcalde triunfador. Y ahora, en este domingo 25 de octubre de 2015, la candidata del Polo Democrático Alternativo, Clara López, solo obtiene un 18% para quedar en tercer lugar.
De acuerdo al programa de gobierno y a las primeras palabras de Enrique Peñalosa, se avizora un cambio importante en la gestión de la ciudad. Las administraciones de izquierda fueron muy inestables en sus dos últimas ediciones; esto es, la de Moreno por ser privado de la libertad y la de Petro porque estuvo fuera del cargo por unos seis meses, con alcaldías interinas. La política que primó en los tres casos estuvo vinculada al sector social, donde Petro tuvo como lema central de su gestión: Bogotá Humana. En esta última alcaldía, se impulsaron procesos de municipalización de ciertos servicios públicos.
En su discurso, luego de los resultados electorales, Peñalosa dijo que venía a gobernar la ciudad para todos los bogotanos, lo cual rompe con la tradición del discurso confrontacional que se venía sosteniendo en Bogotá, como en las otras ciudades andinas. Es decir, la ciudad excluyente construida desde la confrontación, da paso a un relato de la ciudad de todos…
También Peñalosa delineó algunos de sus proyectos, teniendo dos sectores claves: los de movilidad y de seguridad, que son las mayores demandas de la población en la mayoría de las ciudades de Latinoamericanas, de las cuales no se escapa Bogotá. Propone hacer un metro de superficie y aéreo, inscrito en un sistema multimodal de transporte, distinto al subterráneo sostenido por la administración de Petro. También un desarrollo significativo de espacios públicos, en el entendido que puedan potenciar la convivencia interpersonal y, por lo tanto, impulsar la seguridad ciudadana. Habrá que ver si Bogotá vuelve a convertirse en un referente internacional, si sus habitantes recuperan el sentido de pertenencia y si el orgullo de ser “cachaco” se convierte en un punto innovador.
También es interesante señalar que la primera vuelta electoral en Argentina –desarrollada el mismo domingo 25 de Octubre- seleccionó dos candidatos que vienen de los territorios para disputar la Presidencia de la República en la segunda vuelta: la Intendencia de Buenos Aires presidida por Mauricio Macri y la Gobernación de Buenos Aires encabezada por Daniel Scioli.
El poder los territorios se hace evidente en Argentina y en Colombia.
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