Durante estos últimos años, el transporte público en Barcelona ha sido el que siempre ha tenido mayores porcentajes en la repartición modal de la ciudad. En 2011, el porcentaje de uso de transporte público llegó a alcanzar casi el 40%, seguido de los peatones rozando el 32%, el automóvil con un 26,7% y finalmente, un 1,5% de bicicletas.
Ante estos datos y con el fin de promover una ciudad más ecológica, desde el mismo ayuntamiento se empezó a trabajar en un nuevo Plan de movilidad urbana (2013- 2018) para poder aumentar sólo las cifras relacionadas con el transporte sustentable; es decir, se propuso reducir el uso del automóvil en un 21% mientras que los peatones aumentaran en un 10%, los ciclistas en un 67% y el transporte público en un 10%.
Una de las finalidades de este Plan de movilidad consistió en reducir tanto los accidentes de tráfico como la contaminación ambiental y acústica garantizando, a la vez, el acceso a la movilidad para todos los ciudadanos. De aquí, nació el concepto de la ‘supermanzana’, descrita según Salvador Rueda –director de BCNecologia- como la nueva célula urbana.
Plan de Movilidad Urbana de Barcelona PMU 2013 – 2018. Fuente: © Ajuntament de Barcelona.
La supermanzana, el invento barcelonés que evoca la idea original del Eixample de Ildefons Cerdà, agrupa 9 de sus manzanas (conformada por una retícula de 3 por 3) de aproximadamente 400 por 400 metros para crear núcleos urbanos más verdes, cohesionados y accesibles.
Con la restricción de los vehículos a motor dentro de este entramado (a excepción de los vehículos de emergencia, de los residentes y de carga y descarga) el peatón será uno de los protagonistas de la calle ya que dispondrá de mucho más espacio para el disfrute de la ciudad. Dentro de la supermanzana existirán 4 cruces libres de coches, es decir, habrán nuevos puntos centrales destinados para plazas públicas con distintos usos; se calcula que cada intersección tiene alrededor de 1916 m² así, que sumando las 4, habría alrededor de 8.000 m² libres.
Además del peatón, el ciclista será también el gran protagonista ya que la circulación de bicicletas dentro de la supermanzana estará permitida en doble sentido y sin necesidad de carriles bici.
Pero, ¿cómo se puede implementar este plan dentro de una ciudad que ya funciona y lograr los porcentajes deseados? La solución está en la supresión del uso del automóvil en su interior.
Es decir, el vehículo privado a motor será el más afectado en la implementación de este sistema ya que todo este plan se obtiene eliminando 50 de 700 estacionamientos en la superficie, reduciendo la velocidad máxima del coche en 10 Km/h y desviando el flujo motorizado en las vías perimetrales, de tal manera que el espacio central de la calle quedará dedicado exclusivamente a los peatones y ciclistas. En condiciones especiales, a cierto tipo de tráfico como vehículos de residentes, servicios, emergencias, carga y descarga se les será permitido el paso dentro de la supermanzana.
Este plan va a irse implementado poco a poco en la ciudad. El barrio del Poblenou ha servido este mes como zona piloto para acoger la primera ‘supermanzana’ que ocupa las 9 manzanas situadas entre las calles Badajoz, Pallars, Llacuna y Tànger, que comprenden el tramo inicial del remodelado Pere IV.
Su implementación ha tenido un costo de 55.000 euros y ya se está pensando en implementar otras supermanzanas en el distrito de Sant Martí, así como en Gràcia y el Eixample. De todos modos, la intención municipal es la de aplicar este modelo en otros barrios de la ciudad como Horta, Sant Gervasi, Properitat y Sant Andreu ya que cuenta con una inversión inicial de 10 millones de euros.
Pero, como toda innovación y cambio urbano, desde el momento de su implementación ya ha hubo quejas por parte de muchos residentes del barrio quienes lamentan la pérdida de plazas de estacionamiento. Además, los vecinos se quejan de la pérdida de accesibilidad de las paradas de autobuses ya que están colocadas en la zona perimetral de la supermanzana y las que quedaban dentro del perímetro han sido eliminadas. Muchos comerciantes también muestran su incomodidad por la falta de zonas de carga y descarga (antes colocada en los chaflanes).
En teoría, esta idea de supermanzana nace con la finalidad de soñar con una ciudad que ofrezca una mejor calidad de vida para visitantes y residentes, aumenten los espacios para ciclistas y peatones, se reduzca la contaminación y se fomente la vida en la calle y en comunidad, sin la necesidad del uso del automóvil.
Esperemos que tanto comunidad como institución municipal lleguen a un consenso para poder construir una mejor ciudad: más verde, más segura e inclusiva para todos.
¿Os imagináis una futura Barcelona llena de supermanzanas?
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