Con la colaboración de Marie-Alexandra Kurth y Lisa Reudenbach de Cities Alliance
Fotografía: Paula García Serna / Hacia la Ciudad Humana
La urbanización está transformando el tejido social y económico de los países, sus sociedades y economías. Las ciudades han demostrado ser un gran motor de crecimiento y la urbanización tiene el potencial de modernizar las sociedades reduciendo las desigualdades con mayor eficacia y aumentando la esperanza de vida.
Sin embargo, estos beneficios sólo se pueden garantizar a través de una urbanización planificada que ubique en el centro de sus políticas públicas la reducción de la pobreza urbana. Para ello, las autoridades locales - las organizaciones legítimas para garantizar la dirección de una estrategia territorial basada en el interés común - deben tener las capacidades institucionales, técnicas y financieras para coordinar una planificación urbana proactiva que beneficie a las comunidades más excluidas.
La experiencia demuestra que las alianzas entre gobiernos nacionales, autoridades locales y la sociedad civil produce soluciones de desarrollo más sostenibles y asequibles para el diseño de ciudades inclusivas. Por lo tanto, la comunidad internacional ha de entender que uno de los aspectos prioritarios a la hora de implementar la Nueva Agenda Urbana (NAU) será precisamente potenciar el papel de las alianzas inclusivas en el diseño urbano.
El pasado 18 de julio se publicó el tercer borrador de la NAU y en su artículo 12, los estados miembros confirman su compromiso con el cambio de paradigma urbano hacia una agenda que va a desarrollar e implementar políticas urbanas nacionales a través de alianzas locales y nacionales para la construcción de sistemas integrales urbanos en ciudades y asentamientos humanos.
En su artículo 16, el borrador propone un llamamiento para la acción instando a gobiernos nacionales, sub-nacionales y locales, a revitalizar, fortalecer y crear alianzas para mejorar la coordinación y cooperación de la implementación de la NAU.
Por otra parte, la sección dedicada a la planificación y gestión del desarrollo espacial urbano hace hincapié en la promoción de alianzas urbano-rurales y mecanismos de cooperación inter-municipales como instrumentos eficaces para llevar a cabo tareas administrativas municipales y metropolitanas, la prestación de servicios públicos y la promoción tanto del desarrollo local como del desarrollo regional (artículo 84).
Aunque quizás el cambio más significativo en relación a la promoción de alianzas inclusivas es la articulación del artículo 112. En este artículo se reconoce que la implementación exitosa de la NUA requiere un entorno propicio que se nutra de todos los recursos disponibles, tradicionales e innovadores, a nivel mundial, regional, nacional y local. También reconoce la necesidad de incrementar las alianzas entre los gobiernos de todos los niveles, el sector privado, la sociedad civil, el sistema de las Naciones Unidas y otras organizaciones, basadas en los principios de igualdad, no discriminación, responsabilidad mutua, el respeto de los derechos humanos y los principios de solidaridad, especialmente con las comunidades más pobres y vulnerables.
Asimismo, el tercer borrador de la NAU propone otras fuentes de apoyo que sugieren la promoción de alianzas, como por ejemplo:
El artículo 136 sugiere el apoyo a alianzas de gobiernos locales, como promotores y proveedores de desarrollo de capacidades;
El artículo 139 da la bienvenida a nuevas alianzas inter-sectoriales interesadas en los procesos de desarrollo urbano y sugiere el establecimiento de manuales de procedimientos y marcos financieros y administrativos para el desarrollo de las mismas.
Igualmente, en la sección de seguimiento y revisión del tercer borrador, los estados miembros proponen un proceso de evaluación voluntaria, dirigida por los países para crear y mejorar alianzas entre las partes interesadas, fomentando el intercambio de soluciones urbanas y el aprendizaje mutuo (artículo 149).
Por lo tanto, para muchos, el nuevo borrador muestra un reconocimiento sincero sobre la necesidad de crear un marco propicio para las alianzas como una condición previa esencial para el cumplimiento de los compromisos de transformación establecidos en la NAU. A nivel mundial, existe un creciente reconocimiento de que la NAU y sus vínculos con los objetivos de desarrollo sostenible no se llevarán a cabo a través de organizaciones unilaterales y que las alianzas inclusivas y resilientes serán cruciales para su implementación.
Sin embargo, las condiciones para crear marcos adecuados deben reforzarse aún más para que las alianzas puedan tener éxito y realizar contribuciones transformadoras para la implementación de la NAU. En los últimos tramos de la hoja de ruta hacia Hábitat III algunos de los aspectos que deberían ser tenidos en cuenta son los siguientes:
Más formación sobre cómo crear alianzas pertinentes: Identificar las áreas en las que las alianzas pueden añadir valor e identificar las necesidades que requieren atención urgente. Los grupos de interés en las ciudades tendrán que dar prioridad a las áreas de trabajo común y definir mecanismos para la creación de consensos.
Apoyo a las alianzas inclusivas a través de todo su ciclo de valor: Las alianzas necesitarán apoyo para ser identificadas, diseñadas, implementadas, gestionadas adecuadamente y evaluadas sobre la base de los efectos creados y resultados alcanzados. Para ofrecer este apoyo se necesitarán gestores y capacitadores en la gestión de alianzas, mediadores, organizaciones catalizadoras en gestión de alianzas y acceso a financiación para la articulación apropiada de las mismas.
Crear una mentalidad adecuada para las alianzas: La aplicación de la NAU a través de alianzas requerirá también promover un cambio de mentalidad hacia una cultura de colaboración que fomenta y facilita el espíritu de cooperación entre las organizaciones. Ello implicará mejorar la creación de foros de alianzas, seminarios, programas de capacitación, plataformas de intercambio de conocimientos y recopilaciones de estudios de casos exitosos de alianzas.
Proporcionar un marco propicio para el monitoreo y evaluación de las alianzas: Un marco de monitoreo y evaluación será fundamental para lograr un consenso en torno al concepto de alianzas exitosa. Ello incluye la revisión de actividades de la alianza, la elaboración de resultados esperados y el impacto a través de indicadores de progreso sólido, proporcionando un marco común para la evaluación. En la actualidad, la NAU no propone cómo gestionar los aspectos de medición y evaluación de su implementación.
A modo de conclusión, es razonable reconocer los avances significativos que ha realizado la NAU a lo largo de sus tres borradores incorporando las alianzas inclusivas en el seno de sus propuestas. Sin embargo, para que realmente las alianzas sean un componente esencial en el proceso de implementación de la NAU, los estados miembros tendrán que esforzarse más en crear el entorno propicio para su desarrollo. Para ello, los que están participando en los procesos preparatorios de Hábitat III deberán asegurar que estos conceptos integran la versión final de la NAU y son tenidos en cuenta en Quito por los estados miembros que acabarán firmando la declaración.
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