“Óoole, óoole, óoole…” Cuando en Shanghai se escucha esa interjección repetidas veces y sin ton ni son es que detrás viene El Willy. Este catalán, “que pun que pan”, se ha convertido en tres años en todo un gran personaje de la ciudad. No en vano esta semana es portada del City Weekend como el cocinero del año de Shanghai. Es un poco como un neng con chapela roja un poco más bajito y regordito, y cada dos palabras (siempre aceleradas, en inglés, en español o en chino) suelta una muletilla: “¿sabes o no?”.
Llegó a Shanghai de la mano del Grupo Torres, pionero en la distribución de vino en China, para montar eventos comestibles, “súpeeer, súpeeeer”. Porque a este chaval de Vilafranca (Guillermo Trullas Moreno) de 32 años, le va el “rollo emprendedor”, “¿sabes cómo te digo?”. Y le va porque en España llegó un momento en que se comía los mocos, básicamente. Después de estudiar cocina en Barcelona, Francia y Nueva York, regresó a su ciudad. Y tras meses allí sin ninguna oportunidad optó por pirarse a la primera que surgió.
Se tiró un tiempo recorriendo Asia con la “excusa” de Torres hasta que pudo montar su propio negocio, que no podría tener más nombre que el suyo: El Willy, “a mi rollete, ¿sabes?”. Un local ubicado en una magnífica casa colonial española de 1928 en el corazón de la Concesión Francesa, “y tal, y cual…”.
La clave de su éxito es él, su visión, su selecto equipo de gente (chinos, japoneses, españoles, australianos… “gente con talento, my queenie”), su personalidad arrolladora y su inagotable entusiasmo, el de un tío que vive en un eterno subidón, “esto, lo otro…”. Pero también y mucho su concepto de negocio, en el que todo el mundo está implicado en un porcentaje: “No necesito que el negocio sea mío para comérmelo solo, tío, lo que necesito es crecer, tío, y que la gente pueda crecer conmigo, tío, es la única manera de divertirte trabajando y de tener un equipo de confianza, brother”.Detrás de ese aura de dibujo animado que rodea al Willy, hay un currante (no sale de la cocina hasta el final de la noche) con una cabeza muy bien amueblada y de una claridad y sensatez aplastantes.
El resultado de todo eso es un restaurante con una maravillosa terraza, siempre lleno (de locales y de expatriados) en el que se degustan exquisitos platos: “Cachondos, tradicionales y no tanto, distintos, con el sello de la España de hoy que no es el de las sevillanas y el toro, “¿sí o no?”, un festival que no te lo acabas”. Desde carpacho de vieiras con flores, hasta paella, pasando por bocaditos de foie, croquetas de jamón ibérico, tartar de atún, gambas al ajillo (en su lata)…
Pero como el Willy es un culo inquieto… Hace menos de un año montó otra cosa en Shanghai: “¿Sabes aquello?: ¿Cuando llegas a la cima de la montaña, hay que hacer otra montaña?”. La otra montaña se llama "El Cóctel" (47, Yongfu road), un garito cercano a El Willy, en el que un japonés y un australiano hacen realidad sueños alcohólicos. Un localcon un rollo muy brooklyniano para charlar, tomar buenos tragos y oír buena música, “¿sabes cómo te digo?”. No contento con eso, montó otro pub en Hong Kong: "Fofo by el Willy" (20/F, M88, 2-8 Wellington Street, Central, Hong Kong).
La siguiente montaña, que está ya en marcha en la zona residencial de Hongqiao de Shanghai, es un pub “rollo japo: todo muy zen, asientos bajos…, tal cual”, que ya tiene nombre: "Izacaya", y que como su nombre indica viene a ser el típico afterwork japonés, con bebidas y comida.
Montaña p'arriba, montaña p'abajo, “que pun que pan”, el mejor chef de Shanghai es un joven empresario comilón español con hambre de mundo.
Hay 0 Comentarios