Este es el Manolo Lama de China. Se llama Zhang Bin y, aparte de andar con follones de faldas, es quien introduce los partidos y comenta las jugadas del Mundial en la CCTV 5, junto a algún que otro invitado (mascota incluida). Menos emoción y menos parloteo, y nada de puritos ni pipas. En chino los partidos se retransmiten con laaaaargos silencios entre jugada y jugada y, de vez en cuando, dicen el nombre de algún jugador cuando lleva la pelota. Lo de levantar un poco la voz es sólo cuando alguno de los jugadores se acerca con cierto peligro al área. Y los goles nunca se cantan hasta desgañitarse. Son mucho más secos, aunque igual de definitivos: "Jin le" ("la bola entró", que diría McEnroe).
A pesar de que China no participa en la World Cup, la afición al fútbol de los chinos es brutal. En los últimos días hay hasta menos tráfico en la calle a partir de las 20.30. A juzgar por las camisetas que llevan puestas estos días, España y Argentina parecen ser sus equipos favoritos. Decir que eres de España es sinónimo de empatizar con Villa ("vilia",) Torres ("toles") o Xavi ("shavi"), que ya me he dado cuenta que son el sueño erótico de ellas y la envidia de ellos, que admiran su aspecto viril, o sea, lo que ven que les pone a las tías.
Las terrazas, tanto en Pudong como en Puxi, están hasta arriba. Los locales, a pesar de la humedad ambiental (llevamos días de “panza de burro” a saco en los que te sientes como un dumplin al vapor), han sacado grandes pantallas a la calle y, al caer la tarde, son muchos los chinos (más que las chinas) que se toman la cerveza y siguen los partidos a tragos y a bocados de brocheta: una especie de pincho moruno de todo tipo de productos (verduras, pescados y carnes) que se compran en las parrillas ambulantes. Es un modo de picar algo muy acorde con un plan futbolero y a un precio realmente económico: 20 brochetas (para dos y hasta reventar) más dos rondas de cervezas no llegan a 80 yuanes (unos 9 euros). No son pocos los locales que abren hasta la madrugada para seguir los partidos (los encuentos de la selección española siempre caen a las 2.30 de la madrugada) y como aquí se come y se bebe casi a todas horas pues ¡qué siga la fiesta! A por ellos oé!...
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