Shanghai Calling

El blog

Shanghai

Shanghai Calling es un blog de experiencias y descubrimientos que no tiene más pretensión que la de una guía útil para todo el que sienta la llamada de esta ciudad, ya sea porque se haya planteado viajar a Shanghai o por puritita curiosidad. ¿Oyes la llamada? Contesta!

Autora

Patricia Ortega Dolz

Patricia Ortega Dolz (Adra, Almería, 1976) es reportera de El País desde el 2000. Y un viernes de cierre tardío del pasado mes de junio se fue a tomar una cerveza al Clandestino y, a pie de barra, conoció a una mujer de Ciudad Real que, al cuarto tercio, le ofreció un trabajo en Shanghai durante la Expo. Pidió una excedencia por un año y allí está. Real como la vida misma.

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noviembre 2010

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Zhang Ziyi-Hero
Hay un Hollywood, un Bollywood ¡¡¡y un Chinawood!!!  Este último está a 200 kilómetros al sur de Hangzhou (mi último destino) en un pueblecito llamado Hengdian, a unas dos horas en un mini bus vacío que sale desde la estación de autobuses de Hangzhou (60 RMB) y en el que encima te dan agua gratis, que aunque sea caliente es de agradecer.
En Hendiang, un pueblecito destartalado de 67.000 habitantes perteneciente a la jurisdicción de la ciudad de Dongyang (provincia de Zhejiang), se encuentran los estudios de cine más grades del mundo: Hengdian World Studios. Ocupan 330 hectáreas y tienen 13 bases distintas de rodaje. Una de ellas es el Palacio del Emperador Qin, que emula el estilo de las primeras dinastías chinas (Qin y Han), entre el siglo III A.C. y el S. III. En ese lugar fue donde Zhang Yimou rodó la mayor parte de Hero, y donde se rodó también Forbbiden Kingdom (El Reino Prohibido de Rob Minkoff), con el mítico actor hongkonés Jackie Chan (que ahora hace anuncios de champú en la tele rollo “porque yo lo valgo” o “hago lo que puedo con mi pelo”) y el otro rey de las artes marciales chino, Jet Li

Vista general 1

Los Hengdiang World Studios fueron fundados por un granjero millonario llamado Xu Wenrong, que convirtió su granja en estos gigantescos estudios cinamatográficos empezando con un capital de 1.000 RMB (unos 120 euros), y ahora allí lo mismo se puede ver  un trozo de la Ciudad Prohibida, que un mercado de la época de la dinastía Qing o Ming o que una casa de té en una calle de Shanghai de los años 20. No es difícil toparse con un rodaje, de hecho tiene fama de ser uno de los sitios de China en los que más se rueda, aunque sea con grúas de pesas (¡flipas!) y cámaras betacam (¡parece mentira!).

Entrada principal

Entrada

Los estudios se empezaron a construir a principios de los 90 por la compañía Group Member Enterprise para el rodaje de la película Opium war (La Guerra del Opio) en 1996, y se pusieron en marcha cuando se terminó de construir la réplica del Antiguo Palacio de Verano de Pekín (construido en la capital China entre los siglos XVIII y XIX por los últimos emperadores de la Dinastía Qing).

Rodaje 1

Extras y hengdianos

Pero lo que hizo Xu fue mucho más que unos estudios cinematográficos. Xu creó una ficción que ha acabado por atrapar a un pueblo entero. Hengdian hoy apenas existe porque Hengdian son sus estudios. Medio pueblo trabaja allí por unas razones o por otras: desde vigilantes, hasta agencias de viajes y hoteles, pasando por limpiadores, vendedores o extras… Son muchos los hengdianos que han trabajado en películas como "atrezo”. Hasta tal punto es así, que cuando escribes Hengdian en Google, es sumamente complicado encontrar algo que no se refiera a los estudios cinematográficos. Por algo dicen los chinos que la diferencia con los estudios americanos de Hollywood es que "aquí puedes hacer realidad tus sueños", pero la verdad es que en Hengdian la ficción ha superado a la realidad.

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KaraokeCada dos por tres, en la CCTV -la televisión estatal china (China Central Television)-, entre la inundación y el corrimiento de tierra del día, hay un anuncio de...: “Hangzhou!!, un paraíso en la tierra”, con una seductora voz masculina. Hangzhou está a 192 kilómetros de Shanghai y se puede llegar tanto en tren como en autobús como en avión. Es la capital de la provincia de Zhejiang  con casi siete millones de habitantes.

El viaje en tren (rapido) cuesta 45 RMB (unos seis euros) y dura aproximadamente una hora y media: de pie. Y es que lo de los trenes en China requiere casi un capítulo aparte. Salvo los de alta velocidad en los que todo está perfectamente definido, en el resto puede ocurrir de todo. Puede que cuando te subas al tren con tu billete en la mano, no tengas ni asiento y que la gente literalmente te pase por encima en la sala de espera para pillar uno (ni colas ni hostias... ueeeee a bollo!); puede que tengas asiento pero que haya un masa (y digo masa en el sentido de horda) de gente sin sitio que se siente en los huecos entre pasillos, maletas y toda clase de bártulos hasta babearte en la rodilla; puede que vayas en litera y te toque la de arriba a la que literalmente hay que subirse como Spiderman  y bajarse como Tom Cruise en Misión imposible I para no pisar ninguno de los gargajos escupidos (no sin grandes y sonoros esfuerzos) por los compañeros de viaje… En fin, la casuística es infinita y ese mito de que los trenes en china funcionan que te cagas…pues en fin...   Puede que los trenes sí, pero los viajeros de tren chinos (en su mayoría) se las traen… Advertidos quedáis.
HANGZHOU WEST LAKE
Nenúfares

El caso es que al llegar a Hangzhou (de pie), descubres una ciudad moderna, plagada de tiendas, centros comerciales, grandes avenidas, zonas peatonales con preciosas casas chinas de té rehabilitadas, un inmenso lago llamado West Lake (con pagodas, campos de nenúfares, islitas con templos, barquitas de todas clases y leyendas mitológicas) rodeado de hotelazos con todo tipo de restaurantes y garitos de jazz y karaokes alrededor, y cochazos a saco (¡ni en un concesionario de Ferrari!)… Supongo que por eso también es conocida como la “capital de lujo oriental”, que traducido del chino quiere decir algo así como “de la horterada máxima”. Por si todavía quedan dudas, sabed que en 2008 fue elegida (por segunda vez) como la “Ciudad más feliz de China” después de una encuesta realizada a 30.000 millones de chinos por la revista Oriental Outlook Magazine, de la agencia de noticias estatal china Xinhua.

O sea, una ciudad turística, principalmente dirigida a las clases altas chinas, con todas las comodidades y, a la vez, precios bastante asequibles (por ejemplo, una habitación doble en un hotel junto al lago por 470 yuanes, unos 54 euros). Hangzhou puede ser también un buen lugar desde el que organizarse otras excursiones ya que está, además, muy bien comunicado.

El lago: bonito, muy bonito. Pero cuando ya has visto más de un gran lago de ciudad en China, llegas a la conclusión de que visto uno, vistos todos. Un poco como los parques, que está bien vivir cerca de uno, pero ir a descubrir un parque cada día, por bonito que sea, pues como que no.

Calle peatonal
Casa de te

Pero Hangzhou, que curiosamente está hermanada con Oviedo desde el 2006, aparte de por su gran lago es famosa por otras cosas. Es tierra de té, de seda, de papel y de medicina china. Del té le quedan algunas magníficas y bien conservadas casas de té en las que se pueden degustar maravillosos brebajes de distintos tipos (Qinghefang road) y toda una serie de pueblos periféricos dedicados al cultivo de esta planta (Longwu) además de un Museo del té. De la seda, a pesar de sus 5.000 años de historia, le quedan tiendas de confección, un cutre mercado de la seda, la verdad, y un Museo de la seda con reliquias de seda y pinturas. Y del papel, mantiene un gusto por la caligrafía y la pintura, por las encuadernaciones de múltiples tipos, varias grandes tiendas de libros y una Academia de Arte de prestigio. De la tradición de las hierbas medicinales quedan algunas casas antiguas impresionantes que venden productos herbáceos de toda índole y en las que incluso hay un doctor pasando consulta en un despacho.

Droguería

La "ciudad de vacaciones" ha uniformado el resto. Por haber, hay en el lago hasta un espectáculo de fuentes y música como el de Las Vegas, a ver que os habéis pensado!

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MUSEO DE LA MEMORIA 2Tuve la suerte de ver City of life and death (Ciudad de vida y muerte) en la sala del Kursaal en San Sebastián, tras ganar la Concha de Oro a la Mejor Película y a la Mejor Fotografía del Festival de Cine donostiarra el año pasado. La vi sentada al lado del director, Lu Chuan, y de uno de los actores, Je Liu. Este último, que según me contó no había llegado a ver la cinta montada y asistía a su primer visionado completo, empezó a llorar desconsoladamente casi a mitad de la película. No teníamos clínex y las copiosas lágrimas ya se mezclaban con sus moquillos entre los sollozos y, el pobre, se secaba las manos en los pantalones. Tuvo que salirse a mitad de la película e irse. Detrás de él fue el director y detrás la actriz, Qin Lan.
Fue brutal: el momento y la película, que ya se estrenó en abril en los cines de España aunque haya pasado un poco sin pena ni gloria.

Desde principios de julio han puesto un tren rápido (70 minutos,  233 RMB –unos 26 euros- y 270 kilómetros de distancia) desde Shanghai hasta esa ciudad de vida y muerte: Nanjing, el lugar del holocausto chino, mucho menos conocido que el judío pero igualmente bestia. Nanjing es el sitio donde los japoneses masacraron a centenares  de miles de chinos (se estiman 300.000) cuando en 1937 invadieron esa ciudad; fue el primer lugar donde se proclamó la República China (1912) liderada por el Dr. Sun Yat-Sen; y fue capital de China desde 1928 (con el Kuomintang de Chiang Kai Shek) hasta que Mao proclamó la Republica Popular China en 1949. Las atrocidades y las consecuencias de aquella masacre persisten en la memoria de la gran mayoría de los chinos (que siguen recelando de los japoneses), muchas de ellas han quedado filmadas en esa película de Lu Chuan, una especie de documental ficcionado que no ha tenido demasiado predicamento en China porque el gobierno considera que es clemente con los japoneses... y lo dejo ahí. El que quiera saciar su curiosidad que la vea, que sale a la venta a finales de este mes.

Nanjing es hoy una ciudad moderna de casi ocho millones de habitantes. Una especie de “miniShanghai”, una de las cuatro grandes capitales antiguas de China, con su zona antigua, sus canales, su Templo de Confucio, sus parques y sus montañas con sus mausoleos y pagodas, su marcha nocturna y con un Museo de la Memoria espeluznante. Un lugar perfecto para una escapada de fin de semana desde Shanghai.

MUSEO DE LA MEMORIA 
Primer destino: Museo de la Memoria. Zona centro-oeste de la ciudad. Ya los exteriores imponen, con esos muros enormes y esas desgarradoras esculturas. El museo está emplazado en el mismo lugar de la masacre y las fosas comunes con los cadáveres están al descubierto. El museo es un recorrido por la historia de esa masacre, con sus protagonistas de uno y otro bando, con sus testimonios, con las recreaciones de los lugares donde todo ocurrió y con sus visibles consecuencias, explícitas hasta poner los pelos de punta. La visita es absolutamente necesaria (y gratuita, por cierto).  

PASEO POR LOS CANALES

Merece la pena una visita al Templo de Confucio y alrededores. Un paseo en barco por los canales y una buenísima (y baratísima) comida china en casi cualquier de los restaurantes que rodean este área del suroeste de la ciudad en la que la oferta para turistas es múltiple. Recomendación: Ahorrarse la calle del mercado de animales si uno no quiere ver sufrir a decenas de cachorros hacinados en cajas.

1912Imprescindible una salida nocturna por la zona llamada 1912 (centro de la ciudad y antiguo emplazamiento del palacio presidencial). Gran marchón chino! Restaurantes, bares de música en directo y discotecones rococós con Djs y la peña bailando a saco! Una especie de Xintiandi, por hacer el paralelismo con Shanghai, pero en lugar de estar lleno de occidentales está petado de chinos dándolo todo… Divertidísimo!

MONTAÑA 
Por último, es sumamente gratificante una excursión a la montaña de Zhongshan. Unos bocatas y algo de beber, aunque por allí, entre los templos, los jardines  y las pagodas se puede encontrar de todo. Un sitio interesante para entender el poderío de esta ciudad en la antigüedad. Un lugar nada masificado, a pesar de ser agosto y del multitudinario turismo chino. Un gigantesco espacio para relajarse y disfrutar. Un placer para todos los sentidos (a pesar de las escaleras).

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Montaña rusa 1 
Había que ir a conocer ese bosque, el bosque de bambús más grande del mundo, el sitio elegido por Ang Lee para rodar por los aires esa mítica lucha entre Mu Bai (Chow Yun-fat) y Jen (Zhang Ziyi), danzando espada en mano por las copas de los árboles en Trigre y Dragón.


Anji (Oeste de la provincia de Zhejiang) es el sitio. A unos 150 kilómetros de Shanghai, que traducidos en viaje de autobús (70 RMB) son algo más de tres horas (incluida parada técnica para fumar un cigarrillo).

En Anji, una ciudad destartalada, fea con avaricia, no se sabe si descascarillada o a mediohacer, en estado de semiabandono, como tantas cosas en China… bueno, ahí, dicen que viven medio millón de almas arrulladas por 60.000 hectáreas de bosques de bambús.

Un lugar que huele a tercer mundo pero con máquinas y centros comerciales del primero, como tantos lugares de China; y que es parada imprescindible para vivir algo mágico.

Athens Palace Hotel

Athens Palace Hotel... Te cagas!!! Columnas con volutas corintias y doradísimas a la entrada e imitaciones perversas de estatuas griegas en mármol blanco, un hall de mármoles variados, unos cuadracos inclasificables... Algún “anjiano” que debió de pasar por Atenas y dijo “esto lo hago yo”, como los chinos que ahora se disponen a copiar Cadaqués en la costa Este de este país asiático... En fin… Unos 400 RMB por habitación doble (50 euros, redondeando).

Eso sí con Spa, zona de masajes, camas enormes y durísimas (otro clásico chino) y, por supuesto, estupendas vistas al descampado más próximo.

Habitación con vistas

En Anji la gente es muy amable, aunque por sus caras y sus risas, poco acostumbrada a la visita de turistas occidentales. Es un lugar en el que, honestamente, no hay nada que hacer. Hasta caminar es complicado: las aceras, llenas de tiendecitas (tipo almacén) en las que te venden de todo (ropa, herramientas, neumáticos, menaje del hogar, zapatos o tabaco...) se interrumpen sin ton ni son y el viandante se ve obligado a caminar por la carretera...

Pero dicho todo esto, Anji tiene algo, mejor dicho, es la puerta de entrada a algo asombroso: Montañas, y  montanas, y montanas de bambús… Anji tiene un mar de bambú... Un paisaje onírico, algo nunca visto (al menos yo no lo había vista nunca).

Se puede prescindir directamente del mal llamado Museo-Jardín de Bambú (Bamboo Museum Garden). Un gran parque, a cinco minutos del centro en taxi, con su laguito y sus barquitas y su música cañera (chunda, chunda, chunda) para indicarle al turista donde debe pararse a ver lo que sea: dos pandas agonizantes encerrados tras vitrinas de cristal, unos monos enjaulados y capaces de comerse viva a una paloma despistada enzarpada al vuelo, o unos pobres pavos reales atados por las patas a lado y lado de un sillón donde el turista puede hacerse una foto... Menos mal que a la entrada (60 yuanes por cabeza) de este sitio hay un cartel que dice: "La Tierra es para compartirla y cuidarla"... Lo dicho, prescindible.

Pero lo que no hay que perderse de ninguna de las maneras, por lo que de verdad merece la pena ir a conocer Anji, son las Hidden Dragon Waterfall, inmersas en las montañas de bambús, a unos 20 minutos en taxi del centro de la ciudad. Eso sí, como cualquier montana digna de ser escalada en China, tiene escaleras... A SACO! Aaaaaaarriba!!!

La subida 
La subida, previo pago de 45 RMB por persona, es espectacular: las escaleras
(de madera, de hierro o de obra) serpentean por el mar de bambús, saltan riachuelos, se expanden en pozas, se convierten en puentes colgantes o en pequeñas cabañas de descanso y de reposición de agua… Con el mareo de la escalada, ya en la cima, entre la fragilidad de los bambús y la inmensidad del bosque, uno puede sentir que flota y, por un momento, volar como Zhang Ziyi o Chow Yun-fat hasta donde te llegue la vista… Para después sentirse como un Ewok en una motoyet por el bosque de Endor al tirarse por la montaña rusa que serpentea entre los bambús!!! Lo másssssssssssss!!!! (IMPAGABLE, aunque cuesta 45 Rmb).

Montaña rusa 2

Y, para el que le queden fuerzas en las piernas después de la bajada: Boat-rafting... En fin, un sitio para echar el día y flipar más que en el cine.

Horizonte de bambú 1

El bosque

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