Con motivo del día nacional de China me he ido a buscar la casa de Madam Sun Yat Set. Apenas había oído hablar de esa mujer antes de llegar a China, aunque sí obviamente de su marido, uno de los padres de la llamada China moderna y fundador del Koumintang (Partido Nacionalista Chino). Así que me planté en su casa, me metí hasta su cocina, paseé por su alcoba, cotilleé entre sus fotos, pasé por su cuarto de baño y estuve un rato en su salón y otro en su jardín.
La casa de la Sra. Song Qingling, que es su nombre propio, ya que el otro se lo debe al que fuera su esposo, es una casa de dos plantas de los años 20 con cochera, palomar, porche, y lo que haga falta.
Está al final de Huaihai road (1843 Huaihai Middle Road), una de las principales arterias comerciales de Shanghai. Ella vivió aquí entre 1948 hasta 1963, y por el salón de su casa pasó desde el presidente Mao hasta toda clase de jefes de Estado, como muestran algunas de las fotografías que cuelgan de las paredes.
Hoy esa casa es un museo visitable que permite seguir la reciente historia de China a través de la vida de esta señora que fue, presidenta honorífica de la República Popular China en 1981 (días antes de su muerte) y vicepresidenta de este país asiático desde 1945 hasta 1975, ahí es nada.
Educada en Georgia (EEUU), la letra perfecta de sus cuadernos escolares, su comentarios contundentes y contenidos, su cuidadísima puntuación… delatan a un apersona meticulosa, rigurosa, perfeccionista, sumamente disciplinada, metódica, autoexigente… Vamos, que debía tomárselo todo muy en serio… Hasta el punto de que rompió sus relaciones familiares a los 23 años, cuando se casó con el Dr. Sun Yat-sent en Japón (1915), divorciado y 26 años mayor que ella.
La señora Song enviudó a los 33 años y dedicó el resto de su vida a luchar por su país con una creencia férrea . Se convirtió en una auténtica activista. Jugó un poco en todos los bandos. Tuvo un cargo en el comité ejecutivo del Kuomintang (1926), rompió con el partido nacionalista y se exilió en Moscú durante la guerra civil entre nacionalistas y comunistas (1927-1937) y regresó a China para enfrentarse a la invasión japonesa que siguió a la guerra civil, fundando la Liga de Defensa China (1939), que después se convertiría en el Instituto del Bienestar. Sus buenas relaciones con los soviéticos, iniciadas ya por su difunto en la lucha contra los señores de la guerra del norte del país (enaltecidos tras la caída de la Dinastía Qing), la convirtieron en un personaje políticamente estratégico para los comunistas de Mao (presidenta de la Asociación de la Amistad sino-soviética) y en vicepresidenta del Partido.
Su historia tuvo que ser apasionante, aunque de los secretos de su vida he encontrado poco. Más bien rumores (“Love and Revolution: a novel about Song Qingling y Sun Yat-Sen”), pero en el 61 aniversario de la República su casa parecía un buen sitio en el que recrear imaginación y memorias y ver los cimientos sobre los que se construye este país.
Eso, y un visionado a la película I wish I knew, de Jia Zhangke, para pillar el ritmo de los pasos chinos y, en concreto, shanghaineses.
El 1 de Octubre de 2010 en Shanghai ha sido un día festivo. De calles vacías y parques llenos. De negocios cerrados y sosegados paseos. De banderas rojas y recuerdos ancianos. De fotos que pasarán a la historia particular de cada uno y de resonancias de fuegos artificiales. China sigue su camino, sin prisa pero sin pausa, confiada en que el mundo entero tendrá que pasar por aquí más pronto que tarde…
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