Sin Tinta

Sobre el blog

Leer es el placer que más tiempo se alarga. Leer de día, de noche, en la cama o en el autobús, sentado o de pie. La llegada del libro electrónico no ha extinguido el placer, pero sí que ha creado nuevas inquietudes, incomodidades, problemas y muchas, muchas novedades porque con él, libros, revistas o periódicos vuelan por encima de cualquier frontera. Una situación inédita desde hace seis siglos y a la que hay que empezar a acomodarse.

Sobre el autor

Fernando García

Fernando García es ante todo oscense ejerciente, escribe sobre tecnología en periódicos, libros y revistas desde 1996. Aunque sigue comprando libros de papel, hace tiempo que apostó por los electrónicos. Fundó y dirige el Congreso de Periodismo Digital. Es editor de ecicero.es, una editorial de libros electrónicos de periodismo de largo formato, entre 5.000 y 30.000 palabras.

Eskup

Libros en la nube

Por: | 30 de enero de 2012

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Tiempos revueltos. En el mundo del libro se prueba todo por si acaso. Los planes de negocio son muy resistentes, tanto que algunos consiguen sobrevivir varios meses. El PowerPoint, ya se sabe, lo aguanta todo, como antes el papel. Para los que trabajan en el proceloso mundo de los contenidos el principal objetivo es conseguir que la gente pague por algo por lo que se han acostumbrado a no pagar. Hay más, pero por ahora parece que los modelos de negocio que están más extendidos son dos:

  • Precios imbatibles. Por ejemplo, vender un libro o una canción a menos de un euro para que en un impulso la gente se anime a la compra. Además, por esa cantidad no merece la pena piratear.
  • Una cuota fija y que cada uno coja lo que quiera. Spotify es el ejemplo más citado. Su cuenta ‘premium’ permite, por 9,99 euros al mes, escuchar toda la música que se desee desde la nube (Streaming), sin tener que descargarla en el ordenador o en el teléfono móvil y sin cortes publicitarios. Netflix.com ofrece también barra libre de películas y series de televisión en Estados Unidos por una cuota mensual de 7,99 dólares.

No obstante, la gallina digital de los huevos de oro se resiste. Contamos los pocos casos de éxito y olvidamos los fracasos que, sin duda, son más numerosos. Amazon experimentó ya en 2005 con la oferta de la lectura de algunas páginas de un libro por unos céntimos. Por 1,99 dólares permitía leer en el ordenador cuantas páginas se quisiera de un libro. Amazon también compró en 2008 Audible.com, una empresa que dispone de un catálogo de más de cien mil audiolibros que, pagando una cuota de 15 euros, se pueden descargar a razón de uno al mes. 

A diferencia de otros países como Alemania o Estados Unidos donde algunos títulos llegaron a tener tiradas de 5.000.000 de ejemplares, en España los audiolibros no han despertado mucho interés. En España en 2010, en el ISBN inscribieron 18.221 en edición electrónica, 150 en libros en vídeo y sólo 129 en audiolibro.

En el boyante mercado estadounidense de los audiolibros también están probando la comercialización sin necesidad de descargarlos, pagando una cuota mensual. Desde hace unos días, Audiobooks.com ofrece el acceso sin límite a su biblioteca de alrededor de 10.000 audiolibros por 24,99 dólares al mes. La aplicación que han desarrollado facilita la reproducción en cualquier dispositivo. Eso sí, los libros no se descargan sino que se guardan en la nube, ese concepto casi metafísico por el que se prescinde del almacenamiento en el ordenador personal para trabajar y guardar la información en servidores remotos. Tanto Amazon como Casadellibro.com, entre otros, facilitan la lectura en la nube de los libros digitales que han vendido. Amazon, además, también explota con excelentes resultados el negocio de la nube a través de Amazon Web Services, una de las divisiones más rentables de la tienda digital donde se dedican a vender los servicios que prestan desde su plataforma informática.

 

Cómo editar un libro digital en tres minutos

Por: | 27 de enero de 2012

Por si el tiempo no acompaña durante el fin de semana, siempre viene bien tener a mano alguna idea para pasar un rato en casa. Por ejemplo, editar un libro digital. Es fácil y barato si se dispone de un ordenador con conexión a Internet. Como no se trata de hacer un incunable, bastará que el libro se pueda leer en los dispositivos más populares.

Para editar un libro, da igual que sea digital o de papel, aunque pueda parecer demasiado obvio, lo primero es disponer de un texto para publicar. Eso se logra tecleando muchas horas. “Para escribir un libro sólo hace falta tener el culo pegado en la silla”, recomendaba hace unos años una escritora norteamericana de libros de  informática. Si ya tenemos unas cuantas páginas, en Word, o en el procesador de textos que se utilice, guardamos el archivo en formato RTF (.rtf).

La mayor parte del trabajo ya está hecha. Ahora, descargue Calibre, el programa del que hablamos el otro día. Lo encontrará en la página http://calibre-ebook.com/download. En la página se encuentra un botón para hacer donaciones. Calibre es gratuito, pero seguro que estarán encantados de recibir unos cuantos euros que contribuirán a mejorar esta magnífica herramienta de gestión de libros digitales.

Después de instalarlo, ejecutamos el programa y observamos que en la parte superior izquierda se encuentran unos botones (ahora es el momento de poner el cronómetro en marcha).

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Minuto 1. Hacemos clic en el botón “Añadir libros” y seleccionamos el archivo RTF que hemos guardado antes. También se puede arrastrar con el ratón el icono del archivo y soltarlo en el programa.

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Minuto 2. En la barra superior, clic en “Convertir libros”. En la ventana que se abre, vemos que en el lado izquierdo aparece el formato de entrada (RTF). A la derecha, el formato de salida (EPUB, que es el que utilizan la mayoría de los lectores de libros digitales). Si emplea Kindle, el lector de Amazon, elija el formato de salida “MOBI”. A continuación, clic en el botón “Aceptar” para convertir el archivo. Calibre permite hacer muchas cosas más, tales como índices e incluir portadas, pero dejamos todo eso para otro día porque nuestro libro  se tiene que hacer en tres minutos.

 

Minuto 3. En el lado derecho del cuadro de diálogo, encontraremos “Pulsar para abrir”, que nos servirá para acceder con rapidez al nuevo libro en formato “EPUB”. Lo pasamos al dispositivo de lectura y comprobamos que, por defecto, la aplicación ha añadido una portada. Si no dispone de un lector de libros digitales, en Calibre, con el libro seleccionado, haga clic en el botón “Mostrar” para que se abra el visor de libros electrónicos.

En menos de tres minutos, el resultado es un sencillo libro digital que se puede compartir con los amigos. La receta para vender libros digitales la dejamos para otro fin de semana.

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Apple contra el mundo (de la edición digital)

Por: | 25 de enero de 2012

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En un tiempo en que The Artist, la favorita a los Oscar de este año, es una película de cine mudo como las que llenaban los cines en los años 20, y uno de los autores cuya obra se expone más en las mesas de novedades de las librerías ahora mismo es Charles Dickens, que falleció en 1870, unos cuantos periodistas, como explicaba David Carr en The New York Times, se reunieron en un bar para quejarse sobre lo poco que se lee e “hicieron algo más que pedir otra ronda”. El resultado fue Atavist.net, una editorial de libros digitales que aprovecha las posibilidades de Internet con enlaces a más información, vídeo y, sobre todo, una forma distinta de presentar los textos.

Dos periodistas con un interesante recorrido profesional como son Evan Ratliff y Nicholas Thompson, colaboradores habituales de la revista Wired, entre otras publicaciones, estaban cansados de escuchar que en Internet hay que escribir textos cortos y con poca profundidad. Los dos periodistas que crearon Atavist apostaron por lo contrario: el periodismo de largo formato. Así, comenzaron a publicar textos largos, la mayoría de no ficción, intentado aprovechar toda la potencia narrativa de Internet.

Con una inversión inicial de 20.000 dólares, pusieron en marcha la editorial y comenzaron a vender los libros digitales por 2,99 dólares si se descargan para iPad, donde sacan mucho partido a la interactividad, y 1,99 si es para Kindle. “Queríamos crear algo por lo que la gente estuviera dispuesta a pagar, porque la web es muy buena para la creación de bits de información breves y ágiles, pero no tanto cuando se trata de piezas bien editadas y con un lenguaje cuidado”, explicó Thompson, quien dejó su trabajo como redactor jefe de The New Yorker para incorporarse a The Atavist. Los autores se reparten con el editor el importe de las ventas.

Pero en el modelo de negocio de la editorial digital no sólo figura la venta de libros para obtener ingresos. El tercer impulsor de Atavist fue el programador y diseñador web Jefferson Rabb, quien trabajó en un sistema de gestión de contenidos que permite la edición de los libros. Desarrollar una plataforma para un proyecto pequeño no suele ser rentable, pero sí lo puede ser si se licencia para su uso por parte de otras editoriales. Así, Atavist, un sitio pequeño de mucho prestigio, se convierte en la imagen y en el centro de investigación de la plataforma de edición. En Atavist, según explicaron en Technology Review, que publica el MIT, pretenden ganar dinero, pero también disfrutar compartiendo la herramienta y que todo el mundo pueda usarla.

Apple anunció la semana pasada eBooks Author, un programa para que cualquier  persona pueda editar y publicar libros siempre que trabaje con un Mac y los venda en su tienda iTunes. La potencia de Apple (basta con ver los resultados económicos que dieron a conocer ayer, donde, con la que está cayendo, en el último trimestre ha obtenido un beneficio de nada menos que 13.060 millones de dólares) puede terminar con proyectos tan interesantes como Atavist que nacen alejados de la enorme industria informática y de las editoriales comerciales. Su única esperanza puede ser que los libros que publica Atavist se distribuyen en la tienda de Apple y también sin tantas ataduras en Amazon, para teléfonos Android y para otros dispositivos de lectura como, por ejemplo, Kobo.

 

Calibre, la herramienta imprescindible para gestionar ebook

Por: | 23 de enero de 2012

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Tener ordenada la biblioteca es el principal inconveniente al que se enfrenta todo lector y especialmente los bibliómanos. En el ordenador es más fácil. Sobre todo si se cuenta con la ayuda de Calibre, un programa Open Source (código abierto) que sirve para gestionar bibliotecas de libros digitales. Es gratuito y  funciona en Windows, Linux y Macintosh.

Hoy por hoy, Calibre es lo más parecido a una navaja suiza para los libros digitales. Tanto es así que resulta muy recomendable que sea la primera herramienta que debe instalar en el ordenador un lector de ebooks. Permite leer eBooks en el ordenador y organizar la biblioteca de libros digitales, se puede sincronizar con casi todos los dispositivos de lectura e, incluso, convierte los libros a distintos formatos de archivo para que se puedan leer sin problemas en cualquier aparato. El programa se consigue en calibre-ebook.com y conviene invertir 10 minutos en el vídeo que explica cómo funciona.

Desde agosto de 2009, 6,7 millones de personas de 233 países lo han utilizado en las distintas versiones. Pero las estadísticas muestran que su popularización es reciente. Tanto, que del total de usuarios, casi 5 millones lo han descargado en el último año y 2 millones corresponden a los últimos cuatro meses. El 25,6% de los usuarios del programa son de Estados Unidos. España, con un 8,5 por ciento, es el segundo país del mundo donde más se emplea.

Kovid Goyal, el autor de Calibre, explica que, poco después del lanzamiento del Sony PRS-500 en 2006, el primer lector de tinta electrónica que se vendió comercialmente en Estados Unidos, él era un estudiante de postgrado y tenía mucho tiempo libre. Como el lector de Sony no funcionaba con Linux, que era el sistema operativo que empleaba Goyal, desarrolló con la ayuda del foro MobilRead libprs500, una aplicación que servía para convertir los formatos más utilizados para libros digitales a LRF, que es el que emplea Sony. En 2008, Kovid Goyal cambió el nombre del conversor de archivos por Calibre, que es como se conoce ahora mismo.

En una entrevista publicada en el clubdelebook.com, Kovid Goyal decía que no tenía ni idea de por qué no había programas comerciales para realizar con las mismas funciones que Calibre. “Si tuviera que adivinar, diría que desarrollar algo como Calibre costaría muchos cientos de miles de dólares y después de comercializarlo tendría que competir con él, que es gratuito, entonces no hay mucho incentivo para hacerlo”.

Pasar los libros de un tipo de archivo a otro es muy útil. The New York Times, por ejemplo, recomendaba la utilización de Calibre en 2009, cuando Amazon decidió cobrar 15 centavos por pasar un PDF para que se pudiera leer en el formato Mobi que emplea su lector Kindle.  Calibre ya hacía lo mismo. Y gratis.

 

La máquina que agarró a Bukowski por los huevos

Por: | 20 de enero de 2012

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Apple inventó la autoedición. Con la ayuda de PageMaker, un programa de maquetación, y una impresora de alta resolución, Apple comenzó a entrar a partir de 1985 en las imprentas y en las salas de maquetación de periódicos y revistas de todo el mundo. La autoedición llegó a los particulares a partir de 1990, cuando apareció el Macintosh IIsi, un ordenador con 1 mega de memoria que se podía ampliar hasta 65. Costaba 2.999 dólares.

El escritor Charles Bukowski compró un Mac IIsi el 18 de enero de 1991. Sufrió algunas penurias informáticas: “Ahora mismo esta máquina me tiene agarrado por los huevos”, escribió el 12 de septiembre de 1991 antes de llevar el ordenador al taller. Cuando dos editores le escribieron insinuando que “el ordenador no era bueno para el espíritu”, Bukowski anotó en el diario: “Bueno, muy pocas cosas lo son. Pero yo estoy a favor la comodidad; si puedo escribir el doble y la calidad es la misma, entonces prefiero el ordenador”.  A pesar de sus frecuentes malos momentos informáticos, donde llegó a perder un capítulo entero de una novela, Bukowski se convirtió en uno de los primeros apóstoles de Apple y  sus Macintosh. 

Veintidós años después del IIsi, Apple lanza iBooks Author, una herramienta gratuita para hacer con el Mac libros digitales que luego se puedan leer en el iPad. El programa dispone de unas plantillas que ayudan a crear un libro con más facilidad. Una vez terminado, el resultado se puede comprobar en el iPad. Después, basta con enviar el “iBook” a la tienda de libros de Apple (por ahora sólo en EE UU) para descargar gratis o para venderlo.

No obstante, habrá que leer la letra pequeña del EULA de iBooks, que es la licencia de software por la cual el autor o titular de los derechos autoriza a utilizarlo al usuario si cumple una serie de condiciones. Dan Winneman ha señalado en su blog que la licencia de usuario de iBooks Author no permite vender los libros realizados con la aplicación en cualquier librería digital porque obliga a comercializarlos a través de la tienda de Apple. Si el libro se ofrece de forma gratuita, el escritor o editor puede distribuirlo gratuitamente donde desee.

Tal vez Bukowski se enganchara al iBooks’ como hizo con el Mac. Al menos en los días en que sospechaba que el editor creía que su obra no era literaria. “Si él no la quiere se la coloco a otro. Se venderá tan bien como cualquier otra cosa que yo haya escrito, y no porque sea mejor, sino porque es tan buena, y mis locos lectores la están esperando”.

 

Preocupación en la comisaría

Por: | 18 de enero de 2012

Cmisaria

Mi librero de cabecera se presentó el otro día en la comisaría de policía para denunciar la rotura de un cristal. Le atendió un joven policía que reconoció al librero y, antes de tramitar la denuncia, le preguntó si el libro electrónico le estaba haciendo mucho daño a su negocio. Mi librero está acostumbrado a que le pregunten por cómo le está afectando la crisis, pero se quedó desconcertado porque le preguntaran por el libro digital en una comisaría. La explicación era sencilla: al policía le habían regalado en Navidad un lector electrónico y estaba encantado.

Después de contarme la anécdota, el librero me pidió que le recomendara un libro digital. “¿Cuál es el mejor?”, me dijo. Comencé a balbucear cosas sobre el Kindle, el Reader de Sony, el iPad, el de la Casa del Libro, sintiéndome como un actor que de repente está fuera del escenario. Rodeados de libros de papel, acabamos manteniendo una agradable conversación sobre Amazon y apenas hablamos de lectores de libros digitales, formatos de archivo y todas esas cosas.


Al final, compré un libro, “Un click” (Gestión 2000), donde el periodista Richard L. Brandt explica cómo funciona el interior de Amazon, y le dije al librero que siguiera a partir del jueves “Sin tinta”, mi nuevo blog en El País dedicado a los libros electrónicos. Se lo apuntó. Al llegar a casa, abrí el libro y leí las primeras páginas. Brandt arranca contando que en 1994, dos meses después de constituir Amazon.com, su fundador, Jeff Bezos, decidió aprender a vender libros y asistió a un curso de la Asociación Americana de Libreros sobre cómo abrir una librería.

En Twitter, mientras tanto, alguien escribía: “Los reyes se han portado bien, de 7 personas sentadas en el metro, 3 llevaban #libroelectronico, no sabía q triunfara tanto el aparatito”.

 

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