Foto: Paúl Alonso
¿Recuerdan la campaña “Think diferent” de Apple? El eslogan figuraba junto a personajes como Cassius Clay, Picasso, Einstein y John Lennon. Mientras otros fabricantes hablaban en su publicidad de máquinas, Apple prefería las emociones. Ahora ya no las prefiere. Ni siquiera anuncian la genialidad de sus máquinas. Este verano en las vallas de publicidad de Estados Unidos Apple se ha dedicado a explicar las cosas que se pueden hacer con un iPad. Para escribir no hace falta un ordenador o una máquina de escribir. Para hacer fotos no se necesita una cámara. Todo eso se puede hacer con el iPad. ¿Quién necesita ir a una librería o al kiosco si se pueden leer los libros y revistas en la tableta?
Apple modifica así su estrategia de comunicación y apuesta por el contenido. Un gran cambio de la era post Jobs. Se ha terminado el “tiene que ser algo que cuando lo veas digas: ¡Tío, quiero tenerlo!”, como exclama el actor Ashton Kutcher en su interpretación del genio de Apple en la flojilla película “Jobs”. La magia se agota como la cera de una vela cuando los competidores espabilan. Jobs estimuló siempre la necesidad de tener un enemigo a quien batir e, incluso, ridiculizar. Primero fue IBM. Luego, Microsoft. Ahora, Apple siente por primera vez el aliento en la nuca de un adversario que le está metiendo mano en la cuota de mercado. Samsung lanza nuevos dispositivos que resultan sumamente atractivos y a precios competitivos. La respuesta de Apple está basada en los contenidos que, como nos enseñó Walt Disney sobre la belleza, están en el interior.
Libros de cocina, Moby Dick, un libro de Michael Chabon y revistas como Elle, New Yorker y Rolling Stone son algunos de los ejemplos elegidos por Apple para explicarles a los posibles compradores las cosas que se pueden hacer con su tableta.