Foto: Josu Euba
Algunos escritores necesitan recorrer muchos kilómetros para poder escribir unas líneas. A Daniel Gascón (Zaragoza,1981) le bastan los ochenta metros de un piso zaragozano para escribir su primera novela, Entresuelo (Editorial Mondadori – 15,90 euros en papel y 9,99 euros en ebook), donde cuenta la historia de tres generaciones de su familia. Utilizando la primera persona y las herramientas del mejor costumbrismo, Gascón relata escenas familiares, algunas muy divertidas, que recuerdan al lector la vida de su propia familia.
Hijo del escritor y periodista Antón Castro y hermano de la escritora Aloma Rodríguez, Daniel Gascón pertenece a la generación de jóvenes escritores españoles que se encuentra entre las dos tierras del libro: papel y digital.
Pregunta.: ¿Existe el precariado también en la literatura?
Respuesta.: No tengo claro que exista. Y mucho más en estos momentos. A partir de los años ochenta se produjo una cierta profesionalización de la literatura en nuestro país, que fue algo positivo. Bastantes autores consiguieron vivir de los libros y sus afluentes: artículos, charlas, talleres literarios... (También es cierto que muchos otros no, y siguieron teniendo trabajos al margen de la literatura.) Ahora parece que es más difícil, porque se han juntado muchos factores: la crisis general, que ha golpeado especialmente al sector cultural y a los medios; el problema de la piratería, que amenaza un modelo de negocio; las dificultades para atraer a un público que cada vez tiene más oferta cultural. Todo mi trabajo tiene que ver con la literatura, pero solo una parte con la escritura: hago tareas de redacción en Letras Libres, llevo un blog, traduzco, corrijo... Si la escritura (incluyendo, por supuesto, la prensa, que me apasiona) fuera suficiente para vivir, no haría otra cosa, pero me considero afortunado porque todo lo que hago tiene que ver con lo que me gusta.
P.: ¿El ebook salvará a los escritores o conducirá a la desaparición del oficio?
R.: No creo que suceda ninguna de las dos. El ebook permite que publicar sea más fácil, y también que sigan disponibles libros que antes estaban descatalogados. Eso está muy bien. Pero, por otro lado, la mayoría de los escritores que empiezan publicando sus libros en digital quieren publicar en papel y dentro de una estructura editorial. El oficio seguirá existiendo porque la actividad seguirá existiendo: somos un animal que cuenta historias. No hay que oponerse a la innovación, sino adaptarse a los cambios de manera inteligente y sensata; hay que evitar el ludismo o la idealización del pasado, tampoco hay que caer en el mesianismo tecnológico. Hay que proteger la cadena, que empieza con el derecho de autor, para no repetir las experiencias desastrosas de otros sectores culturales. Hay una destrucción creativa, pero también hay una destrucción que solo destruye.
P.: ¿Es más difícil publicar ahora que antes?
R.: Nunca es fácil, pero me parece que es más sencillo publicar ahora que antes, porque se lanzan más títulos y hay más editoriales. Es difícil publicar en una grande, pero hay bastantes autores jóvenes que han publicado su segundo o tercer libro en una editorial importante. En los últimos años, han surgido muchas editoriales pequeñas muy interesantes. Aunque por desgracia la mayoría de ellas no prestaron inicialmente mucha atención a la literatura española y a los autores jóvenes, creo que han visto que allí puede haber una oportunidad y es posible que esa tendencia haya cambiado en algunos casos. Otras editoriales pequeñas, como Xordica o Lengua de Trapo, han apostado desde el principio por autores jóvenes: hay muchos escritores que empezaron en ellas.
P: ¿Qué opinas de la autopublicación de ebooks? ¿Has leído algún ‘autopublicado’?
R.: Me parece bien y he leído algunos de esos libros, aunque no muchos. La autopublicación es algo que siempre ha existido. Muchas grandes obras de la historia de la literatura fueron autopublicadas: lo que importa es la calidad del texto, no quién lo publica ni el formato. Predominan obras de baja calidad, pero Tristram Shandy empezó como autopublicación. Es bueno que, gracias al libro digital, la gente pueda compartir sus obras de manera más sencilla que en los tiempos de Sterne. La autopublicación puede ser un camino para libros que aparentemente no tienen un recorrido comercial. Otras veces funciona casi como un manuscrito: un autor se autopublica, esperando que le contrate una editorial convencional. En todo caso, creo que para que el lector se oriente es necesario que exista una especie de filtro. Esa función de selección, y de credibilidad, es una de las tareas del editor, un oficio que todavía tiene sentido. También es importante conocer y conservar el conocimiento adquirido de siglos de edición de libros: desde la capacidad para encontrar y mejorar los textos, para ayudar a que un autor escriba el mejor texto posible, hasta los importantísimos aspectos de corrección, maquetación y cuidado de los textos. Hay mucho que aprender de los viejos oficios del libro.
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Eso de "La autopublicación puede ser un camino para libros que aparentemente no tienen un recorrido comercial" demuestra que es verdad que no ha leído muchos libros autopublicados, porque hay muchos que son totalmente "vendibles" y comerciales -¡y de calidad!-.
Publicado por: Al rico libro | 05/12/2013 14:11:35