Lifting en la Sixtina

Por: | 18 de enero de 2012

SIXTINA gente

Por Estrella de Diego

 Los restaurados del Louvre se han plantado –lo contaba Miguel Mora. Han presentado la dimisión. Lo han hecho en plan discreto, sin desvelar las auténticas razones –no en vano son personas muy sofisticadas, tal vez la escuela de restauración más sólida.  Pero cualquiera capaz de leer entre líneas sabe que los colores brillantes que algunos han tratado de imponer a La Virgen, el Niño y Santa Ana  de Leonardo pueden hacer sido el detonante. ¡Qué pálidos estos viejos maestros para las exigencias de una época que busca más brillo y menos sfumatos, para una cultura que adora los retoques! Parece que nadie se resigna al paso del tiempo y, sobre todo, a las cosas  como son. E igual que las fotos se rediseñan en el ordenador y las caras y los traseros en el quirófano, las pinturas del pasado son sometidas a un tratamiento que al principio parece suave –un poco aquí y allí-, pero que al final se convierte, igual que ocurre con la botoxmanía, en una pesadilla.

     Pasó con la Sixtina que un día se despertó sumergida en unos colores chillones que despertaron la polémica.  Tardó poco en dejar de interesar, quizás porque, igual que ocurre con la caras de las famosas que de pronto son otras, la costumbre hace estragos y al rato aquella cosa tan rara nos parecía lo más normal. “Que no, que era así en realidad. Que esos eran los colores en tiempos de Miguel Angel”, decía convencida una amiga mía, experta en el tema. Yo, para  no pasar por ignorante, asentía solemne aunque me preguntaba cómo podía estar tan segura.

 

Será, pero las modas a la hora restaurar cambian tanto de una época a otra que, un poco como los restauradores del Louvre, no las tengo todas conmigo de que repintar más high tech sea la solución. Porque ahora todo el mundo se queja del barniz pero alguien lo habrá puesto en el cuadro antes, ¿no? Deseando estoy de ver si después de lifting el famoso cuadro de Leonardo tiene ese aire  fauve, de azules y rojos brillantes, que iluminó la Sixtina... en exceso.

Foto: Una multiutud de turistas contemplan los frescos de la Capilla Sixtina del Vaticano. Agencia Corbis

Hay 12 Comentarios

Muy "fashion" y "cool" lo de comparar la restauración con las operaciones de estética pero por lo que leo en el artículo la tal Estrella de Diego no tiene ni idea de lo que es hoy en día la restuarción de obras de arte. El articulo estaría bien en alguna revista de esas "femeninas" pero flojea mucho. Lo de "alguien habrá puesto ahí el barniz" me suena a: "bueno si hay pobres por algo será!!!" Totalmente de acuerdo con E. Cano

Me gusta la reflexión de Emilio Cano: no creo que entrase en la visión del artista la capa de mugre que hiciese desaparecer los colores. Es más, el pintor, Miguel Ángel por ejemplo, pintaba por encargo y es de suponer que a un Julio II que pretendía asombrar con el poderío de la Iglesia, le gustarían los colores brillantes, incluso chillones, con los que identificaría la gloria celestial y, por tanto, la terrenal del papado.

Yo todavía recuerdo "El caballero de la mano en el pecho" antes de restaurar... Qué tiempos felices!

Bueno.... una cosa es la conservación (tratamientos preventivos o para consolidar la materialidad de la obra) y otra bien distinta son las restauraciones, que en ocasiones llegan a generar falsos históricos... lo cual, puede ser más que cuestionable...

Y aquí quizás venga a colación la restauración "lifting total a lo Cher" que se les ha hecho a los leones de la Alhambra de Granada. Los vi de cerca cuando aún no habían sido devueltos a su emplazamiento original, y me llevé un verdadero susto. Los podemos confundir totalmente con cualquier imitación plasticosa que se haga en cualquier parque temático. Todos recostruiditos ellos con las orejitas bién puestitas y relamiditas...¡qué horror!y no parece que nadie se queje. ... Sigo la tendencia de que está bien restaurar para "preservar" pero no para "reconstruir incluso lo que ya no está".

Estoy de acuerdo con Eldelbarniz... Esperamos otra cosa de un blog.

Empezamos quizá con el pie cambiado. Como se trata de un blog, no un artículo en el diario, hay que darle un tono desenfadado, el aire coloquial propio de los blogs. Pero los lectores esperamos más de un blog en El País, no ese blablablá de cotilleo sin argumentos consistentes, no ese aire desenfadado... en exceso.

Alguien que habla de "repintar" en el contexto de un tratamiento de conservación-restauración demuestra que no tiene ni los más mínimos conocimientos del tema para opinar. Ningún tratamiento en una obra de este nivel se hace dándole al hisopo al tun tun hasta que quede brillante. Se hacen estudios y análisis que permiten, entre otras cosas, distinguir lo que es pintura, lo que es barniz -amarilleado, cosa que ocurre con el tiempo, dando ese aspecto que muchas veces se confunde con el esfumado- y lo que es, simplemente, roña depositada durante siglos. Por mucho que nos guste y nos de un aire melancólico y un toque de antiguedad, la suciedad no es parte de la intencion del artista.
La teoría y práctica de la restauración es hoy más conservadora -nunca mejor dicho- y menos intervencionista que nunca, y uno de los principios que se aplican siempre es el de mínima intervención. Como en todo, se pueden cometer errores y se pueden discutir criterios adoptados en base a argumentos fundamentados.
Pero las opiniones como las vertidas en este artículo son, cuando menos, poco formadas, infundadas y frivolas. Por favor, un poco de rigor, que no estamos escribiendo en una revista de colegio.

Por favor, base la tiene, y más que de sobra... no se queden en una lectura superficial...

Opino lo mismo que Mrs. Cristine Pizan: para opinar en ciertos temas hace falta una base.

Creoque se debe conocer el tema antes de aventurarse a "opinar" sin base :(

¿Y qué vamos a hacer después que han pasado 12 años desde que se restauró la Sixtina? ¿Seguir pataleando? ¿Quemarnos a lo bonzo? ¿Quemar a los responsables? Doña Estrella, floja su reflexión.

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