Ai Weiwei en un fotograma de su filme So sorry. Foto International Film Festival Rotterdam
Por Pablo Llorca
No es muy conocido el dato de que Ai Weiwei estudió en la escuela de cine de Pekín, donde fue compañero de Chen Kaige y Zhang Yimou, los más célebres cineastas chinos de la Quinta Generación. Mientras que sus facetas escultórica, arquitectónica o fotográfica han merecido exposiciones respectivas -ahora mismo hay una muy importante en el Jeu de Paume, de París-, sus trabajos con imágenes en movimiento han sido hasta el momento relegados a un segundo plano. Por todo ello ha sido una novedad lo que el reciente IFFR, el festival de cine de Rotterdam, ha ofrecido: una retrospectiva amplia de sus trabajos videográficos más ambiciosos, incluido el estreno mundial de dos de ellos.
Todas sus películas entran en lo documental pero pueden ser divididas en tres grupos: las vinculadas a manifestaciones artísticas (Ordos 100, Fairytale); las investigaciones en torno a un asunto conflictivo, donde Ai Weiwei se ofrece a sí mismo como una especie de Michael Moore chino; y los testimonios neutros de la realidad pequinesa, para los cuales el modelo es Andy Warhol. Moore y Warhol, dos inspiraciones contradictorias que él resuelve al diferenciar de manera clara ambos tipos de documentales. A los influidos por Andy Warhol pertenecen varios en los que la figura de Ai Weiwei no aparece de manera directa. Si Beijing 2003 es la crónica de la ciudad vista por una cámara situada en el parabrisas delantero de un vehículo en marcha a lo largo de siete días, que describe cada rincón del Pekín situado dentro del cuarto anillo, Beijing: The Second Ring (foto superior, a la derecha) y Beijing: The Third Ring son miradas distantes –en una propuesta similar a las de las cámaras de vigilancia- que describen inmutables una autopista de la ciudad. Como en el Empire warholiano, la imagen es fija y continua, centrada en apariencias banales (que puede que no lo sean tanto). Hay que aclarar que estas películas interesadas en la objetividad fueron hechas alrededor de 2004, antes de que el artista adquiriera el estatus de disidente chino conocido en todo el mundo. Una posición que posiblemente ha influido en el hecho de que sus trabajos más recientes tengan una orientación opuesta, centrada en la crítica de la política nacional. Son crónicas de hechos denunciables que acaban teniéndole a él como protagonista, y que alimentan esa imagen de disidente. One recluse (foto inferior) es la larga crónica de un caso que conmovió a la sociedad china, el del juicio a un hombre que asesinó a seis policías. Ai Weiwei impulsa la investigación de los sucesos judiciales y policiacos, con él mismo como provocador. Lo cual en ocasiones tiene como consecuencia auténticos duelos modernos, entre su séquito y la policía, donde las pistolas han sido sustituidas por los montones de cámaras que cada bando exhibe. So sorry, por su parte, arranca de la investigación en torno a las secuelas del terremoto de Sichuan en 2008, para acabar convertida en una crónica de las consecuencias que dicha investigación tuvo para él. Tras ser golpeado por la policía en una habitación de hotel, semanas después tuvo que ser hospitalizado en Munich, durante la inauguración de su exposición en la Haus der Kunst. La inspiración es Michael Moore pero el terreno de juego es un poco más peligroso.
Hay 3 Comentarios
la foto refleja lo gilipollas que está el Wiewei chino tan falsamente festejado por el establishment cultural occidental.
Publicado por: Ahmed | 29/02/2012 13:15:17
Interesante, aunque quizá esta nueva – o vieja, según se mire – faceta esté a remolque de su otra obra artística. Vamos, que no sea el ejemplo clásico de cantantes reconvertidos a pintores de talento cuestionable para más de uno. http://unmundocultura.blogspot.com/2012/02/reanimation-library-rescatando-libros.html
Publicado por: Un Mundo Cultural | 29/02/2012 8:36:53
En primer lugar, gracias por el espacio. Muerte, represión y saqueo. Sin estas tres palabras, el concepto de mega minería no podría existir. Van de la mano al igual que van de la mano el gobierno nacional y las mineras extranjeras, encargadas de llevarse los minerales y las divisas, dejando contaminación, destrucción y migajas. El conflicto generado en torno a la minería metalífera a gran escala desenmascara las políticas reales del kirchnerismo y la burguesía nacional, que solo buscan poner en bandeja los recursos naturales y estirar lo máximo posible el discurso de un progresismo emancipador, que no resiste ningún contraste con la realidad. Gracias a los levantamientos populares, los cuestionamientos hacia esta actividad extractiva y destructora han echado raíces en amplios sectores de la sociedad. Hoy, los pueblos de Famatina, Belén, Andalgala, Tinogasta, Chilecito, entre otros, son los faros a seguir en una lucha por la emancipación. Pese a que muchos intenten enfriar el conflicto con vientos malvinenses, el repudio a la minería a cielo abierto truena más fuerte que las explosiones que mutilan la Cordillera de los Andes. LEER INVESTIGACION COMPLETA: http://elruidoenelhormiguero.blogspot.com/2012/02/miserias-cielo-abierto.html
Publicado por: Simon | 28/02/2012 22:31:28