Un cuadro (2011), de Din Matamoro
RONDA DE GALERÍAS / Santiago de Compostela
Por Chus Martínez Domínguez
Buscar un rumbo para la pintura que esté alejado de modas, más lejos incluso de sus pronosticadas muertes y resurrecciones, se convierte en el debate fundamental que encontramos en muchos de los artistas que en los últimos años están desenvolviendo un profundo ejercicio de autoconsciencia y reflexión pictórica. Recorriendo diversos espacios de Santiago de Compostela descubrimos algunas de esas experiencias, compartidas y propias, dispuestas, en ocasiones, a ocupar un lugar que les correspondía y acompañadas de no pocas adversidades.
La cuestión actual sobre la pintura encuentra en la obra de Din Matamoro (Vigo, 1958) uno de sus más interesantes exponentes, principalmente por aventurarse con voluntad firme a través de caminos complejos. El artista ofrece en la galería Trinta una única y singular pieza: un cuadro de fascinantes tonos rojizos. La exposición parte de esta obra dando respuesta a la estrategia particular que desde la galería se lleva a cabo en el último año: el reto en intervenir y cuestionar el espacio, mostrando el trabajo en un diálogo cómplice, como ya tuvimos ocasión de comprobar con otras propuestas como la de Daniel G. Verbis, Isidoro Valcárcel Medina o Mar Vicente. El trabajo de Din Matamoro, de herencia claramente abstracta, se fija en la sensación, abriendo al visitante un escenario, una pantalla infinita que reproduce energía, fantasía y magia, definiendo sus obras desde una cromática expansiva, bien dominando bien prácticamente inexistente, asomando silenciosa. Por eso, mientras observamos la arrebatadora superficie del gran cuadro nuestra mirada se ve arrastrada a evadirse en las manchas de color de forma hipnótica, irremediable, como él mismo indica: “es como perderse en una niebla espesa de color donde la mirada encuentra otros matices: la luz desnuda que borra la forma y muestra lo difuso, el color que late y que se expande.”
La exposición de Lori Hersberger (Basel, Suiza, 1964) en la galería SCQ proporciona la impresión de otro posible camino, provocando nuestra atención desde la seducción de las superficies, las formas. La propuesta de este artista, que por vez primera se presenta individualmente en España, logra estremecer al espectador explicándose desde los registros momentáneos de luz y desde la rotunda presencia de la pintura como objeto, como elemento abstracto. El suyo es un debate sobre las formas, desde el postminimalismo de configuraciones geométricas conectando con componentes barrocos, puramente visuales. Las obras que podemos ver, especialmente las que flanquean el camino a la sala principal, reúnen el carácter unitario de la pintura frente y desde a la escultura. Cubos y rectángulos de colores brillantes, derivados de su policromía industrial, pulidos y relucientes se alteran en determinadas partes de su geografía mínima, como si se tratase de accidentes, de imperfecciones. La instalación que ocupa el fondo de la sala, más propia de un museo, señala la ambición del programa expositivo de esta galería. La distribución de los fluorescentes, de las estructuras metálicas y del cristal nos lleva a conceptualizaciones minimalistas, a cuestionarios que se preocupan de la concepción del espacio desde su relación con el ejercicio pictórico, construido mientras lo recorremos.
Precisamente, el punto final queda en manos de la ironía. El inteligente sarcasmo y la aguda mirada social que Suso Basterrechea (Ferrol, 1968) demuestra a modo de acción en los trabajos presentados en la galería Metro. Su visión y su compromiso resultan altamente efectivos delante del espectador. Porque cada uno de los dibujos, que expone mediante diálogos y relaciones de diferentes formatos y que distribuye por las salas a modo de instalaciones, componen un retrato de la sociedad, la cultura y la política actuales. Sin pretender adoctrinar, Basterrechea recompone la mirada directa, la que apunta al espacio público a modo de cartel, interesado en el mensaje abierto al colectivo social. La suya es una preocupación que atiende a la historia del presente pero consciente de la importancia de la memoria desde la utilización de elementos icónicos, ya sea Franco, ya la historia del arte, desde Beuys a Kippenberger. Después, las frases, verdadero feedback narrativo, terminan de sentenciar sus composiciones: desde una inconfundible Spanish Revolution a una sugerente Hacer el amor… en un coche bomba.
Din Matamoro. Un cuadro. Galería Trinta Arte contemporánea. Virxe da Cerca, 24. Santiago de Compostela. Hasta el 12 de marzo.
Lori Hersberger. Dystopia Stalker. Galería SCQ. Pérez Costanti, 12 bajo. Santiago de Compostela. Hasta el 2 de marzo.
Suso Basterrechea. El amor… en un coche bomba. Galería Metro Arte Contemporánea. Rúa Nova, 24. Santiago de Compostela. Hasta el 3 de marzo.