Sin Título

Sobre el blog

Pero, ¿qué es el arte contemporáneo? Hay tantas respuestas como artistas. Por eso Sin título (Untitled) es un espacio abierto para informarse, debatir y, sobre todo, apreciar el arte de todos los tiempos y lugares, con especial énfasis en el latinoamericano. Un blog colectivo de contenidos originales y comentarios sobre la actualidad.

Sobre los autores

Es un blog colectivo elaborado por periodistas especializados de EL PAÍS y otros colaboradores.

Coleccionarte
Arte 40

Mundos disconformes

Por: | 30 de marzo de 2012

 

Boris_Mikhailov_In_the_street_7

In the street, Berlin (2001-2003), de Boris Mikhailov. Cortesía Galería Barbara Weiss

RONDA DE GALERÍAS / Berlín

Por Lara Sánchez

La complicada relación de Berlín con la extinta Unión Soviética resucita hoy a través de la retrospectiva del ucraniano Boris Mikhailov, Time is out of joint. Photography 1966-2011, organizada por la Berlinische Galerie hasta el 28 de mayo. El fotógrafo disfruta de una de las mejores reputaciones como artista desde los años sesenta cuando, en pleno régimen represor, los artistas disidentes celebraron sus series Rojas, un color que teñía retratos de la vida ordinaria de un modo sutilmente aterrador. Mikhailov se salvó por los pelos de la KGB para continuar reflejando cierta crítica a las sociedades totalitarias, tratando también aspectos del pasado alemán, de manera más cruda según pasa el tiempo y ambos países abrazan sistemas democráticos.

En la muestra se contempla su maestría a la hora de situar al individuo aparentemente aislado de la esfera ideológica aunque marcado por elementos insospechados. Una referencia al rojo o cualquiera de sus fotografías bajo la técnica de la  superimposición son algunas de las herramientas que despiertan la capacidad crítica del espectador. Paralelamente, Mikhailov conoce a los conceptualistas de Moscú e introduce texto en sus imágenes (Viscidity, 1982). Más tarde reproduce (curiosamente a la par que The last resort, del británico Martin Parr), escenas de la decadencia lúdica rusa bañándose en zonas de vertido industrial en Salt Lake (1986). Mikhailov presenta al final de siglo unas durísimas reflexiones, tanto sobre el pasado alemán en su Ucrania ocupada por los nazis  (Si yo fuera alemán… de 1994), como a la vida de individuos de escasos recursos tras el desmantelamiento de la URSS en Case history (1997) o la decadencia occidental en la tercera edad que pasea por las calles de Berlín (2000).

Gilbert&George.ARMED_optUn terror similar cubre hoy las paredes de la galería ARNDT, donde los británicos Gilbert and George se han atrevido, a la vez que la Reina Isabel II celebra su Jubileo, a mostrar el rostro rayado de la monarca del reverso de las monedas junto a unas series elaboradas alfabéticamente según 4.000 titulares sensacionalistas de su país: desde la A, de Armed, a la R de Rape, pasando por la K de Killer o la P de Priest. La muestra llega de Hong Kong y Londres para verse en Berlín hasta el 30 de mayo.

Detrás de la reputada Hamburger Bahnhof, referencia del arte contemporáneo en Berlín, la FRISCH Kuntshalle am Wasser presenta el trabajo de la española Eli Cortiñas, que además acaba de ganar la beca alemana para artistas Karl Schmidt-Rottluff, dotada de 35.000 euros. En el espacio se presentan instalaciones realizadas a partir de objetos obsoletos y una magnífica serie de collages a partir de publicaciones y revistas alemanas hoy anticuadas, a medio camino entre el surrealismo y la abstracción. Cortiñas impresiona especialmente con dos audiovisuales inquietantes sobre la mujer a partir de fotogramas cinematográficos, bien de espaldas (Confessions with an open curtain), bien de rostro y gestos intensamente dramáticos (Dial M for mother).

E Bariebaud.NimirzDe otros mundos soñados, combinación del manejo como ilustrador y su doble nacionalidad francesa-alemana, trata Edouard Baribeaud. La exquisita galería Nolan Judin muestra orgullosa la exposición Hic sunt leones (Aquí vienen los leones) donde no hay ni una sola de sus acuarelas a gran formato que no refleje la confusión realidad-fantasía, intimidación incluida, muy atribuible a su educación en ambos países europeos: palmeras que alojan un barco abandonado, un gigantesco punto de luz que se adentra en un bosque azulado, un bloque industrial en medio de un océano violeta, o un King Kong enmarcado en una pared de cálidos rosas. A ella, en una crítica al mundo racional (sobre todo alemán), se suman las series Abismo y Les larmes de Hegel, donde blanco y negro y una espiral amenazadora marcan temas como el sexo, la familia, el poder absolutista, o la violencia.

LouwControllingConnectivityPor último, en el espacio no comercial Art Laboratory, se exhibe el trabajo de tres artistas bajo la serie Time and Technology. Hasta finales de abril se plantean mundos paralelos y experimentos alternativos al control actual del hombre por la tecnología, destacando el encierro de diez días de Gretta Louw, solo en contacto con el exterior por medio de redes sociales; el resultado de nueve años de uso de GPS en los artistas Sophia New y Daniel Belasco; y Fantastic time machines, proyecto en el que Schlomit Lehavi, Sam Belinfante y Simon Lewandoswski otorgan el poder interactivo al espectador sobre diferentes sistemas audiovisuales y en red.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cáscaras urbanas

Por: | 29 de marzo de 2012

  Marlon de Azambuja.calle Amparo 127x156_p

EN EL ESTUDIO / Por Marlon de Azambuja

Hacia mucho frío y el cielo estaba nublado. Creo que esta fue la primera vez que acompañé a Primoz Bizjak en una de sus sesiones de fotos. En este caso fuimos a la calle Amparo a fotografiar una de las muchas fachadas vaciadas de contenido que él capturó en una de sus series sobre Madrid. Su proceso es muy sencillo, se “cuela” en esas construcciones semi-abandonadas con una cámara de gran formato, lo que puede resultar aparatoso (a veces hay que subir en un andamio y bajar por una cuerda desde el tercer piso) y la instala en algún punto del fondo del terreno. A partir de ahí son horas y horas de espera, mientras la cámara captura lentamente las luces sutiles y los detalles más escondidos.

Recuerdo que en esa fachada de la calle Amparo no se veía prácticamente nada, lo más perceptible era el frío tremendo que nos llegaba a los huesos y una pequeña luz de televisión que veíamos parpadear suave en aquel mar de oscuridad. Si no recuerdo mal, me dije a mi mismo que nunca más le acompañaría en estas aventuras, pero cuando unos días mas tarde Primoz me llamó para ver la diapositiva de la foto me quedé asombrado. El registro, más que del espacio arquitectónico era un registro del tiempo, y nos brindaba grandes sorpresas, como un pájaro que surge desafiante de esa ventana en la cual la luz tenue de una tele era lo único que parecía haber.

Este artista fue probablemente el motor que me llevó a pensar esta exposición que ahora toma cuerpo en los espacios de la galería Max Estrella, una exposición sobre el equilibro, tema que aparece en la producción de cada uno de los artistas invitados: Jorge Perianes con su radical intervención donde corta literalmente las columnas de la galería y ensaya su remoción a través de un movimiento sutil, André Komatsu que apunta al desequilibrio social por medio de una base jerárquica en donde lo popular sostiene las estructuras mientras lo elitista se rompe, Alejandro Almanza explorando al máximo las tensiones de diferentes materiales, pesos y formas en su inestable pero contundente instalación, Carlos Garaicoa que tiende puentes entre viejas fotografías chinas y nuestra percepción espacial, y Primoz Bizjak con algunos ejemplos de esas cáscaras urbanas que se mantienen en pie como esqueletos arqueológicos. Con todos estos artistas tengo una relación de amistad, confianza y mucha admiración, lo que nos ha permitido construir esta muestra juntos, utilizando una formula que me gusta mucho: una buena expo se hace con buenos artistas y dejando que ellos hagan lo que quieran.

Caminar la línea. Comisario: Marlon de Azambuja. Galería Max Estrella. Calle Santo Tomé, 6. Patio. Madrid. Hasta el 12 de mayo.

 

 

 

La física del espíritu

Por: | 27 de marzo de 2012

51484
 

“Los momentos más hermosos suceden siempre cerca del suelo”
(Isadora Duncan).


Sobre el suelo de la Fundación Tàpies observamos el cuerpo desnudo de un bailarín anónimo. Es un cuerpo maravillado, carnavalesco, enloquecido. Hay más bailarines que se exhiben dobles, multiplicados. Carecen de sombras. Parece que no tengan órganos. Uno tiene el vientre apoyado en el suelo. De su cuerpo atómico sale un largo apéndice. Es un “sí mismo inacabado” (“Self Unfinished”, 1999).

En otra piezas coreográficas de Xavier Le Roy, el bailarín extiende su cuerpo a lo largo del muro, desde donde comenzará el viaje hacia su propio caos. Busca desembarazarse de la representación, llevar la mirada del espectador a otro lugar. El desorden surge en la espalda, se liberan las extremidades, se confunden las masas carnosas. El cuerpo comienza a perder sus signos de humanidad y se transforma en  una masa dislocada. Del interior de una larga túnica negra, dos pares de piernas se asoman simultáneamente: pertenecen al mismo cuerpo.

841e7e4548
Coreografías de Xavier Le Roy


Pero Xavier Leroy no es un contorsionista, él solo busca “trabajar sobre cuerpos que contengan y presenten el menor número de signos posibles”. Reducir, des-obrar. Si el cuerpo humano existe a partir de una saturación de signos, Le Roy borra los signos sin suprimir el cuerpo. Es la insurrección de los órganos. Batalla. Bataille.

El cuerpo del performer genera su propio bodymade, que es como su firma. El coreógrafo francés suscita en el espacio su propia forma al dibujarlo a su alrededor. La cabeza, donde reposa la sublimidad del pensamiento, parece ahora menos importante que el pulgar de una mano.

LeRoy_web-lg

La cartografía del cuerpo no se detiene en la superficie de la piel. A través de sus movimientos, bailarines como Trisha Brown, Merce Cunningham o Susan Buirge nos enseñan a prolongar nuestra sensación de cuerpo en el cuerpo del otro. Le Roy des-jerarquiza el cuerpo, disloca los espacios. Vale la pena ver algunas de sus creaciones en la Fundación Tàpies, donde lo importante ahora ya no es la narración organizada sino lo que explica un cuerpo que abandona su lugar propio para ir a habitar espacios virtuales, ofreciéndose de otra manera al espectador. ¿Qué cuerpo? Si tenemos varios...”, se preguntaba Roland Barthes.

  XavierLeRoy_FloorPieces_2010_1

Para Le Roy, el estudio de una poética de la danza pasa por todas las dimensiones de la experiencia: el movimiento deja su trazo tanto en el cuerpo que lo crea como en el cuerpo que lo acoge o lo percibe. La obra coreográfica no es analizable como un simple objeto, sino como una lectura del mundo en sí. El cuerpo es un síntoma. La coreografía es psíquica. O la física del espíritu.

En perfecta sincronía, el pensamiento de Le Roy ha encontrado un correlato en el estudio de la historiadora y bailarina canadiense Laurence Louppe, fallecida hace muy pocas semanas. “Poética de la danza contemporánea” es un ensayo magistral que acaba de lanzar en castellano Ediciones Universidad de Salamanca, en la versión ampliada de 2007. Se trata de un enigmario del arte del cuerpo en movimiento que huye de la periodización y de la estilización. El reto de su autora es oceánico: explicar los pasos en la historia de tantos cuerpos abismados, de tantos sujetos sin género que solamente entregan a la percepción del otro su propio despojamiento. Sin desautorizar a Isadora Duncan, quien con razón afirmaba que "no existe más que una única y verdadera historia de la danza contemporánea, la de cada uno", Louppe se ha empeñado en encontrar las fuentes. Y sí, hay historia. Una historia que se confunde con la del cine: el recorrido de más de cien años de movimiento de cuerpos, movimiento de luz, cuyo surgimiento común anuncia emblemáticamente Loïe Fuller: movimiento de un cuerpo en la luz y las proyecciones.

 

Isadora
Isadora Duncan

 

A partir de ahí, el cuerpo contemporáneo estará históricamente marcado por el abandono de la toma de poder sobre las cosas. Un cuerpo entregado a su propia incapacidad.

La palma de la mano que palpa se convierte en mirada (Trisha Brown); la cabeza ya no es el centro de expresión, sino que se transforma simplemente en materia, o en el rodar de una pelota abandonada a su propio destino de objeto (Harald Kreutzberg). El cuerpo también es un escultor que inscribe de golpe sus propios relieves en la movilidad (Rudolf Laban); o un peso (Pina Bausch) desplomado sobre aquello que susbsiste bajo las ruinas de las ciudades alemanas. De manera más grácil, puede ser una espiral (Ingeborg Liptay), una improvisació (Min Tanaka) o un baile en círculo matissiano (José Limón).

 

Fueradejuego-pinabausch_276-1

La coreógrafa alemana Pina Bausch

 

 

El ensayo de Laurence Louppe es imponente, una partitura donde cualquier autor se constituye en texto o en pretexto. Preñado de referencias al arte contemporáneo, Louppe insiste en señalar que el bailarín no juega con la identidad ni la notoriedad; si el artista plástico se reviste del prestigio de la firma y juega plenamente ese juego al autoafirmarse en el cumplimiento del acto, el bailarín, aun manteniendo la carga de su “presencia”, no es considerado más que como un artesano del gesto. Así lo explica la cineasta y coreógrafa feminista Yvonne Rainer: “Cuando levanto el pulgar no es más que un movimiento de danza. Mientras que cuando Robert Rauschenberg levanta el pulgar, es importante porque es Rauschenberg”.

Handmovie

"Hand movie" (1966). Yvonne Rainer

 

Poética de la danza contemporánea. Laurence Louppe. Ed. Universidad Salamanca. Traducción: Antonio Fernández Lera. 501 págs.

Portada peq

Al margen de "la crisis" (1). Nuevas galerías en Madrid

Por: | 26 de marzo de 2012


Guillermo%20Martin%20Bermejo_Hunting_21x13,5A la gente le ha dado por decir que los más jóvenes van a ser la primera generación que vivirá peor que sus padres. No estoy tan segura de que vayan a vivir peor. Van a vivir distinto, eso sí. De hecho, cuando uno se pone a hablar con la gente de hasta treinta y tantos, justo los que están en edad de ir tomando posiciones profesionales, llama la atención la forma diferente de plantearse las estrategias. Algunos han vivido la  opulencia, pero ahora piensan que se trataba de una etapa pasajera. Otros, los más noveles, han nacido al mundo laboral en plena crisis, así que el asunto les preocupa lo imprescindible: los más avispados se convierten en todo-terrenos y autogestores.
No quiere esto decir que no crean que hay que luchar para que la cultura, y hasta la formación, no termine por ser un patito feo que a nadie importa, como si la falta de dinero tuviera que ser igual a echar el cierre sin más a proyectos -sobre todo los pequeños, porque los grandes museos no se resentirán nunca tanto como las apuestas más modestas o más innovadoras. Pero cuando les digo que estoy harta de tanto hablar de “la crisis” y que quizás hay que mostrar –demostrar- cómo muchos de ellos se pelean por encontrar su lugar, otras formas de hacer, al margen de la situación, miran la propuesta con buenos ojos, me parece: ellos, que llevan pocos años en marcha, han  entrado al mundo de las galerías en plena crisis. Es cierto que todo va cada vez más lento o no va tan bien –como antes se entendía “ir bien”. Sin embargo, no se quejan. Entre otras cosas porque van a buenas ferias, hay puntos rojos en sus paredes, exponen aquello en lo que creen  y, más importante, andan buscando nuevas fórmulas alternativas, adaptadas a la época.  “Aquí hay mucho bulle-bulle.”, comentaba el otro día excitada la comisaria Tania Pardo. Es cierto: hay un mundo al margen de “la crisis” o que se abre camino entre la depresión colectiva. Ellos, los que no llegan a los treinta, están ilusionados con sus proyectos –o esa es mi impresión. Y no dejarse caer en la pena negra por lo que se ha perdido, es el mejor modo de para sacar partido de lo que aún queda –que si se pone uno a pensarlo es bastante.

Seguir leyendo »

Whitney: una bienal de diferente color

Por: | 22 de marzo de 2012

 

Por Roberta Smith (NYT)

La bienal de este año en el Museo Whitney de Arte Estadounidense, en Nueva York, puede que contenga mucho más arte sobresaliente que sus predecesoras o puede que no, pero esa no es la cuestión. Es una de las mejores de las que tenemos un recuerdo reciente, y un tipo de exposición estimulante.

Seguir leyendo »

¿Es la enseñanza de arte un fraude?

Por: | 21 de marzo de 2012

Camitzer.certainly not youEn opinión del artista y profesor de artes plásticas durante 35 años en la universidad estatal de Nueva York, Luis Camnitzer, sí, la enseñanza de arte tal como se imparte en prácticamente todas las universidades es un engaño mayúsculo. Y para eso aporta un razonamiento muy simple que parte de su experiencia. Lo dijo hace un par de semanas en una conferencia titulada La enseñanza de arte como fraude, en la galería Parra & Romero de Madrid, y lo repetirá mañana en Bogotá, en la Universidad Nacional de Colombia. Según el artista conceptual uruguayo, las universidades venden la carrera de artes plásticas como si fuera un medio de producción para ganarse la vida. Eres ingeniero, médico, administrador de empresas o artista. Un diploma acredita que has tenido estudios superiores y se supone que con él podrás estar preparado para subsistir y mantener una familia. Camnitzer afirma que, al menos en Estados Unidos donde la mayor parte de las universidades son privadas, esto llega a ser una "caricatura obscena". La carrera viene a costar unos 200.000 dólares a cada alumno. ¿Qué espera conseguir al terminarla? Hay dos opciones: ser un artista que pueda vender sus obras en el mercado o dedicarse a la enseñanza de arte. "En los 35 años que enseñé en la universidad debo haber tenido unos 5.000 estudiantes", dijo. "De ellos no más de 500 entraron en el circuito de galerías y solo unos 20 han conseguido vivir de la venta de sus obras. Pongamos que los demás se hicieron profesores de arte, quienes a su vez perpetuarán el lucrativo sistema educativo universitario y tendrán unos 240.000 estudianes de los que solo saldrán al final unos 480 artistas". En pocas palabras, el negocio de la enseñanza se nutre a sí mismo, pero el producto que el alumno obtiene de ella es solo ínfimo. "Es una profesión deificada, lo que se enseña son técnicas artesanales.  No consigue formalizar la experiencia de lo desconocido, sino acomodarnos al arte como una disciplina, una forma de producción". Para él se trata de "una enseñanza sobre cómo hacer productos y venderlos  en lugar de cómo revelar cosas a través del arte".

Seguir leyendo »

Andy Warhol, retratista de corte

Por: | 19 de marzo de 2012

  2301201215

Jackie, 1964.The Andy Warhol Museum, Pittsburgh; Founding Collection, Contribution Dia Center for the Arts 1998.1.91

Que Andy Warhol tiene mucho de pintor clásico es algo obvio para todos los que decidan mirar los trabajos sin los prejuicios que se construyen en torno a sus conocidas repeticiones y apropiaciones, resquebrajamiento de la obra de arte original y única que desde siempre ha regido la historia del arte. Porque bien visto, en su caso dichas apropiaciones y repeticiones no dejan de ser una mera estrategia de distracción, la fórmula para despistar a los espectadores: que sigan viendo en él esa “máquina” de la cual hacía gala o, lo que es lo mismo, al  autor de un arte automático, epítome de la contemporaneidad.

Nada más lejos de los hechos, como prueba la obsesión  de Warhol por el retrato, propio y ajeno, que cultiva en todas las formas posibles -como maravillosos dibujos a lápiz o collages, como dibujos preparatorios para los “cuadros” a través de las polaroids, las fotografías y los fotomatones o a través de las propias serigrafías. Ahí se desvela un artista tradicional que, si bien ha roto con las reglas del juego y repite y roba iconos, busca en el retrato, como ocurre con frecuencia en el llamado “retrato de corte”, un territorio de despliegue y trasvase de poder desde quien lo posee hacia quienes aspiran  a poseerlo. Así, este moderno “pintor de corte” –como le llamaba Robert Rosenblum al comentar sus retratos desde los 70- va primero en  busca del glamour allá donde cree que habita, siendo un poco famoso gracias a esos iconos del éxito que la fascinan desde siempre, y acaba por  ser él quien confiere el glamour a los fotografiados o los confirma en su glamour en el caso de los famosos retratados - Mick Jagger, Truman Capote o Joseph Beuys .

Autorretrato, 1950´sLa estrategia es clara desde el inicio: descubrir y aislar los símbolos que confieren la celebridad a esos famosos y seguir luego unos pasos precisos para integrarse en su mundo, aunque sea en una ficción.  Primero se siente parte de ellos al reproducir las portadas de los periódicos donde aparecen -la princesa Margarita e, incluso, esos 129 muertos en el avión que choca en el aeropuerto de París y en el que viajan muchos de los patronos del museo de Atlanta podrían ser dos ejemplos. Después se autorretrata siguiendo las poses de las celebridades, para terminar convirtiéndose en el autor de los retratos.  Entonces los famosos han dejado de compartir su glamour con Warhol, salpicándole apenas, y es más bien el artista, en el acto de retratarlos, quien los confirma en ese glamour  -o quien lo crea en el caso de los pobladores de la Factory, celebridades de auténticos quince minutos.

Ahora se pueden ver algunos de estos retratos en las salas Ibercaja de Zaragoza y Warhol vuelve a asombrarnos como un excelente retratista y, más aún, dibujante. Basta con echar un vistazo a los dibujos tempranísimo, una sorpresa fascinante, para darse cuenta de que sabía controlar el lápiz como pocos. Se pudo ver también en la muestra de sus dibujos en la galería madrileña Ivorypress: Warhol and Dance . Con una intensidad decidida en los escasos trazos -casi del mejor Cocteau-, allí, igual que en las obras tempranas de Zaragoza, el  artista se desvela como el autor de regusto artesanal que en realidad es y que se pone de manifiesto en esas Marilyn sexy y multicolores que, ya para siempre, han dejado de pertenecerse o pertenecer al fotógrafo que sacó la imagen original. Han pasado a la posteridad como "La Marilyn de Warhol",  únicas en su falsa muliplicidad  de artesano porque, ocurre siempre son las obras de Andy Warhol, a pesar de la repetición no hay dos iguales. Eso, sospecho, y no la visión maquinal que quería promover de sí mismo para camuflarse, es lo que nos sigue intrigando. Y lo que seguimos admirando de este artista norteamericano que dibujaba con mano precisay decidida,un poco Jean Cocteau.

Tristes entrópicos

Por: | 17 de marzo de 2012

300px-EntropiaudemLa entropía es posiblemente la única condición universal de todas las cosas y los seres. El carácter entrópico de un sistema, su irreversible disolución, atrajo el interés no sólo de los artistas del land art, también de la psicología (Freud), la estética (Eco) y la antropología (Levi-Strauss). Ejemplos de entropía son la manera en que las palabras se convierten fácilmente en clichés y pierden su significado, de manera que cuanto menor sea el contenido informativo de un mensaje, más entrópico será. Si todos los museos españoles cerraran por estrangulamiento presupuestario, el anuncio del cierre de uno de ellos sería altamente entrópico; y al revés, puesto que los centros de arte se cierran en rarísimas ocasiones, el anuncio del cierre de uno de ellos es de un alto valor informativo.

 

  Ria.asp Arriba, escultura dedicada a la Entropía en los jardines centrales de la Universidad de Monterrey, México. A la izquierda, David Nash, "Three Sun Vessels", 2005. Ermita de Santa Lucía. Berdún. Huesca

 

 

Dentro de la política de recortes que está mordiendo la actividad de los museos españoles, el anunciado por el Centro de Arte y Naturaleza de Huesca es particularmente penoso, y lo más probable es que este tipo de noticias acabará muy pronto por tener un efecto entrópico. El CDAN era el único centro español que había desarrollado un programa serio de actuaciones específicas en la naturaleza, planteando nuevos modos de penetrar en el paisaje. Artistas como Richard Long, Siah Armajani, David Nash o Per Kirkeby comenzaron a trabajar con los términos positivos de arquitectura y paisaje en una serie de obras diseminadas por el campo oscense, resolviendo cuestiones como ¿qué ocurre cuando no hay horizonte?, ¿cómo se mide el espacio?, ¿qué papel juega el tiempo mientras experimentamos el lugar?, ¿cómo nos movemos a través del paisaje en relación a su ondulación? Los artistas del lugar específico prescinden de todo incidente superficial. Sus obras carecen de idealismo, de intemporalidad, pues su esencia depende de cada uno de los momentos por los que pasa su existencia misma. El proceso que constituye la escultura permanece transparente.

 

AspVerImagenGaleria.asp

Siah Armajani. Mesa de picnic para Huesca, 2000. Valle de Pineta. Huesca

 

 

 

Extrañamente, en el municipio castellonense de Benlloch, ha surgido una acción que infringe el privilegio del museo, al llevar la obra más allá del dominio estético hacia terrenos sociopolíticos.

Lara Almarcegui (1972), artista zaragozana afincada en Holanda, ha concebido una escultura específica que se enmarca en la primera edición de la serie “Sincronías”, producida por el Espai d'Art Contemporani de Castelló (EACC). Almarcegui -que en 2008 ya había “pesado” los materiales de construcción de Sao Paulo como crítica al crecimiento acelerado de la ciudad- interviene en un área que está siendo afectada por una inminente trasformación. Tras haber guardado la tierra extraída de un gasoducto que pasa por la zona, la artista crea una montaña a partir de los restos de las excavaciones (tierra, arcilla, piedras), un reciclaje que busca relacionar a la población con los restos de su pasado y la convivencia con sus proyectos de futuro. La montaña sufrirá una serie de transformaciones: se reducirá su tamaño por el efecto del clima, se llenará de vegetación o se mezclará con el suelo, retornando a un estado de indiferenciación. El observador se mueve alrededor de una obra, experimenta aquel principio griego que dicta que “el movimiento más perfecto es el movimiento local circular”. Una feliz entropía.

 

DSC02302

IMAGEN

 Imágenes de la intervención de Lara Almarcegui en Benlloch (Castellón). EACC

"Sincronies", proyecto de arte público concebido y producido por el EACC y la Universitat Jaume I de Castellón.

  

Nocturnidad y ambrosía

Por: | 16 de marzo de 2012

Jerry Berndt.0aadancersurjoue

Fotografía de Jerry Berndt, en la exposición America the Beautiful (1967-1977)

Por Alberto Martín

En una hipotética cartografía de los múltiples y casi ilimitados espacios que ha transitado la fotografía a lo largo de su historia tendrían su lugar los cafés y los bares. Son muchos los fotógrafos que en uno u otro momento han realizado fotografías en estos locales, como parte de la vida cotidiana o como parte de un relato de costumbres más amplio, pero sólo unos cuantos han decidido sumergirse de lleno en ellos para explorar su condición de pequeños microcosmos. Parece indispensable en estos casos que el trabajo se realice de puertas adentro, dejando atrás el resto del mundo, que como mucho aflorará apenas como un eco o una reverberación por contraste con lo que sucede en el interior del local. Aparecen entonces esos espacios en los que una poderosa atmósfera impregna cada una de las imágenes, escenarios con códigos y reglas propias y un extenso reparto de actores y figurantes. 

Brassai-paris by night512 WeegeeLas referencias temporales y emocionales asociadas a dichos lugares son tan claras como rotundas: la noche, el desasosiego, la marginación, la soledad, el carácter de último refugio, o, por el contrario y simplemente, la libertad para expresarse y comunicarse sin coartadas. Ahí están las imágenes de un Brassai noctámbulo realizadas a caballo entre los años 20 y 30 del pasado siglo. Recorriendo Paris de noche (foto superior, a la derecha) y accediendo a un Paris secreto, deseoso de acceder al interior de ese “otro mundo al margen del nuestro”, en la antítesis de la razón y las convenciones. O las de Weegee (foto inferior) en los bares de la calle Bowery, al sur de Manhattan, especialmente en el Sammy’s, su local preferido, en los años cuarenta. Puesta en pie de un espectáculo tragicómico, donde en mitad del bullicio y la diversión emerge la soledad esencial de los habitantes de esa “ciudad desnuda” que noche tras noche se obstinaba en registrar: miradas ausentes, sonrisas desbordadas, amor desamparado. Años después, entre 1967 y 1970 en Hamburgo, muy cerca del sentimiento descarnado que exponen las imágenes de Weegee, Anders Petersen se sumerge en el Café Lehmitz. En este trabajo, reeditado en 2009 en la editorial Schirmer/Mosel y expuesto parcialmente ese mismo año en PhotoEspaña, el fotógrafo se convierte en el destinatario de un teatro que parece representarse especialmente para él y su cámara. Pero Petersen no es un testigo, es el espectador privilegiado de un decorado de tabaco, música y bebida habitado por malheridos que conviven, descansan y celebran. Fotografiar desde dentro y, sobre todo, hacia dentro. Esa regla se cumple también en la última muestra de esta ronda por bares y cafés. Se trata del estadounidense Jerry Berndt (EE.UU., 1943), cuya obra se ha presentado por primera vez en nuestro país a comienzos de este año en la Sala San Benito de Valladolid. En 2008 la prestigiosa editorial Steidl publicó su primer catálogo retrospectivo titulado Insight. En la exposición celebrada en Valladolid se mostraban dos de sus series, bien relacionadas temática y formalmente: Combat Zone y Bar Room. Aunque ambos trabajos tienen en común un mayor o menor ambiente de marginalidad y su localización en diferentes bares y clubes, en este contexto nos interesa especialmente la serie Bar Room, desarrollada prácticamente en la misma época en que Petersen registró la vida en el Café Lehmitz. Realizada íntegramente en interiores, plasma una atmósfera extraordinariamente oscura, opresiva y cerrada. A diferencia de los ejemplos anteriores, Jerry Berndt registra exclusivamente una soledad y un fracaso que no admiten negociación. En su caso, no hay la más mínima comunicación o contacto entre los clientes, ni siquiera individualiza a los sujetos a través del retrato, sino que los mantiene en todo momento en un estricto aislamiento y anonimato. Incluso cuando aparece alguna pareja bailando en el interior de alguno de los bares, la sensación es de un intenso desasosiego. Los auténticos protagonistas en sus fotografías son el taburete, la barra y la botella o el vaso. Son especialmente interesantes las imágenes en que la cámara adopta la posición y el punto de vista de la propia barra o mesa del bar. En buena medida, los bares de Berndt aparecen como la última etapa de una caída prolongada que no admite remisión o consuelo, y sus clientes, como los habitantes de la sombra y la soledad.

Jerry-berndt
Fotografía de Jerry Berndt

 

 

 

 

Belleza excéntrica

Por: | 15 de marzo de 2012

PP_Immer noch Sturm


El registro de las topografías urbanas empezó siendo objeto de interés de historiadores y comisarios durante los últimos sesenta, con el inicio del arte conceptual, si bien ya habían sido muchos los fotógrafos europeos que documentaron las transformaciones sociales y el proceso de desaparición de las ciudades por el impacto de la modernización: desde Charles Marville y Eugène Atget a August Sander, éste último con los “rostros del tiempo” de la República de Weimar que acabarían, décadas después, transmutados en las series de fotografías de casas y edificios industriales de Bernd y Hilla Becher, aquel matrimonio alemán tan influyente en el arte de finales del XX para quien el anonimato, la colectividad y el funcionalismo eran valores artísticos esenciales. En Estados Unidos, los trabajos de Ed Ruscha y Dan Graham no buscaban la perfección técnica sino un tipo de archivo de alineamiento serial donde la propia fotografía define la forma de distribución del objeto artístico. En un penúltimo estadio, llegaron los epígonos de la “Nueva Objetividad” alemana: las obras de Thomas Struth y Thomas Ruff inundaron los salones privados de un coleccionismo arrogante que creía descubrir en el efecto real y melancólico de los nuevos formatos un espacio metafísico donde proyectar su rechazo al radicalismo conceptual.

Dentro de las estrategias del fotoconceptualismo y el minimalismo, la obra del alemán Peter Piller (1968) introduce un nuevo modelo de práctica fotográfica en las formas de la arquitectura vernácula y de un nuevo pictorialismo donde se reconoce la operatividad del ready-made. Previa identificación de un código, sus fotografías “encontradas” cobran otras opciones “performativas” una vez han sido integradas en una estructura de base institucional: la galería de arte, el museo. Piller trabaja con postales insignificantes extraídas de libros antiguos y archivos abandonados en mercadillos; es su manera de insistir en el “suplemento” de información que toda imagen posee, incluida la más banal, y de poner en evidencia la obsolescencia de la obra visual: la obra expuesta es efímera, sólo está definida temporal y contextualmente. 

004

PPiller Still Storming 01

Su último trabajo para la galería ProjecteSD reúne treinta imágenes en blanco y negro rigurosamente distribuidas sobre las paredes en bloques de seis, que representan territorios desolados (fotografías realizadas después de batidas bélicas durante la Primera Guerra Mundial) junto a otras de mares y océanos agitados (que en su momento se utilizaron para la predicción meteorológica). Piller pone en juego la idea de paisaje, motivo y topos fundamental del romanticismo, en una estrategia antimoderna de rechazo del marco tradicional, aunque es probable que produzca en el visitante el mismo impacto que solemos aplicar a ese tipo de imágenes: melancolía y belleza excéntrica.

Otra dimensión importante del trabajo de este singular artista es el dibujo del paisaje urbano, fruto de sus paseos a pie por los límites de la ciudad -en este caso, la línea fronteriza de Barcelona-, que ha dado como resultado quince registros a lápiz y tinta que no buscan la destreza artística, sino convertir la complejidad del espacio público y la interacción individual en tema de reflexión conceptual.

1272672757_850215_0000000000_sumario_normal
Panel número 2 ('Representación griega del cosmos') del Atlas Mnemosyne, de Aby Warburg.

 

 

 

 

La exposición se complementa con una selección de libros de contenido fotográfico extraída de las bibliotecas particulares de Piller y de oro habitual de la galería, Jochen Lempert, como el Mnemosyne Atlas de Warburg, el The Uncanny de Mike Kelley, o el originalísimo Quincy Book de Carl André). En conjunto, una exposición solvente, perfecta, que anticipa las nuevas devociones del espacio galerístico.

  Jochen-Lempert-Continental-Drift

 

 

"Continental Drift". Fotografías de Jochen Lempert, exposición en ProjecteSD (2010)

 

“Immer noch sturm (Still Storming)”. Peter Piller. Galería ProjecteSD. Passatge Mercader, 8, bajos 1. Barcelona. Hasta el 14 de abril

 


El País

EDICIONES EL PAIS, S.L. - Miguel Yuste 40 – 28037 – Madrid [España] | Aviso Legal