EN EL ESTUDIO / Por Marlon de Azambuja
Hacia mucho frío y el cielo estaba nublado. Creo que esta fue la primera vez que acompañé a Primoz Bizjak en una de sus sesiones de fotos. En este caso fuimos a la calle Amparo a fotografiar una de las muchas fachadas vaciadas de contenido que él capturó en una de sus series sobre Madrid. Su proceso es muy sencillo, se “cuela” en esas construcciones semi-abandonadas con una cámara de gran formato, lo que puede resultar aparatoso (a veces hay que subir en un andamio y bajar por una cuerda desde el tercer piso) y la instala en algún punto del fondo del terreno. A partir de ahí son horas y horas de espera, mientras la cámara captura lentamente las luces sutiles y los detalles más escondidos.
Recuerdo que en esa fachada de la calle Amparo no se veía prácticamente nada, lo más perceptible era el frío tremendo que nos llegaba a los huesos y una pequeña luz de televisión que veíamos parpadear suave en aquel mar de oscuridad. Si no recuerdo mal, me dije a mi mismo que nunca más le acompañaría en estas aventuras, pero cuando unos días mas tarde Primoz me llamó para ver la diapositiva de la foto me quedé asombrado. El registro, más que del espacio arquitectónico era un registro del tiempo, y nos brindaba grandes sorpresas, como un pájaro que surge desafiante de esa ventana en la cual la luz tenue de una tele era lo único que parecía haber.
Este artista fue probablemente el motor que me llevó a pensar esta exposición que ahora toma cuerpo en los espacios de la galería Max Estrella, una exposición sobre el equilibro, tema que aparece en la producción de cada uno de los artistas invitados: Jorge Perianes con su radical intervención donde corta literalmente las columnas de la galería y ensaya su remoción a través de un movimiento sutil, André Komatsu que apunta al desequilibrio social por medio de una base jerárquica en donde lo popular sostiene las estructuras mientras lo elitista se rompe, Alejandro Almanza explorando al máximo las tensiones de diferentes materiales, pesos y formas en su inestable pero contundente instalación, Carlos Garaicoa que tiende puentes entre viejas fotografías chinas y nuestra percepción espacial, y Primoz Bizjak con algunos ejemplos de esas cáscaras urbanas que se mantienen en pie como esqueletos arqueológicos. Con todos estos artistas tengo una relación de amistad, confianza y mucha admiración, lo que nos ha permitido construir esta muestra juntos, utilizando una formula que me gusta mucho: una buena expo se hace con buenos artistas y dejando que ellos hagan lo que quieran.
Caminar la línea. Comisario: Marlon de Azambuja. Galería Max Estrella. Calle Santo Tomé, 6. Patio. Madrid. Hasta el 12 de mayo.
Hay 1 Comentarios
Me gusta la idea y la foto de las viejas carcasas de los que antaño fueron hogares.
Publicado por: Felizísima Fortuna | 29/03/2012 22:13:27