Por Alberto Martín
El Guernica de Picasso es la imagen por excelencia que simboliza, representa y evoca la brutalidad de la guerra, la violencia ejercida sobre los cuerpos, el dolor asociado a la matanza de inocentes. Reproducido universalmente en multitud de soportes y utilizado reiteradamente durante décadas como icono que resume el rechazo o la denuncia de la guerra, el Guernica absorbe y sobrepasa esa multitud de fotos-impactos que circulan masivamente intentando dar cuenta de los desastres causados por los conflictos bélicos. La capacidad de la obra de Picasso para representar “la experiencia de la derrota y la visión del mal” (en palabras de John Berger) se mantiene intacta. Mientras las imágenes generadas por el reporterismo de guerra intentan sobrepasar su vínculo con una realidad concreta y dejar de ser una trascripción literal del horror, para convertirse en símbolos cargados de significación, la obra de Picasso, aun siendo un símbolo universal, no deja nunca de remitir a una realidad concreta y estremecedora que se renueva constantemente, ya sea en Camboya, Vietnam, Sarajevo, Chechenia, Faluya, Líbano o Irak.
En algunos de estos conflictos, y en muchos otros, se ha apelado al Guernica y su fotografía ha estado presente como foco de denuncia. En febrero de 2003, la ONU decidió tapar con una cortina azul la reproducción del Guernica que se encuentra en el tramo de acceso al Consejo de Seguridad, con motivo de la intervención de Colin Powell y la invasión de Irak. La alusión al contraproducente efecto que provocarían, en ese contexto, los animales heridos, las madres que lloran la muerte de sus hijos y los cuerpos destrozados presentes en la obra de Picasso, no hacía sino evidenciar el carácter documental y casi fotográfico, en sus efectos, que ha ido alcanzando la obra. Las imágenes que contiene se han ido cargando de efecto de realidad, en una suerte de realismo ubicuo capaz de representar cualquier manifestación de violencia ejercida sobre los seres humanos. El espacio que ha terminado ocupando el Guernica es el espacio de la memoria, allí donde se manifiesta el peso inexorable de la historia y sus efectos sobre nuestras vidas. Su alusión, la simple presencia de un fragmento del cuadro, abre en cada uno de nosotros esa caja de recuerdos en la que se almacenan las fotografías de guerra, esas imágenes que han pasado y pasan inexorablemente ante nuestros ojos y que aspiran a formar parte algún día de nuestra memoria. El Guernica forma parte de nuestra mirada, resuena inevitablemente cuando vemos las fotografías de Capa o Agustí Centelles sobre la guerra civil, y está presente, simbólicamente y como referente, en los trabajos de los más destacados fotoreporteros: Gilles Peress, James Nachtwey (foto superior: ganadora del World Press Photo de 1994), Abbas, Philip Jones Griffiths (foto inferior: Batalla de Saigón, guerra de Vietnam), Susan Meiselas o Don Mc Cullin entre muchos otros. Imágenes que, como el Guernica, aspiran a convertirse en iconos.
Hay 2 Comentarios
Creo que cualquier debate sobre la representación plantea cuestiones interesantes que siempre pueden remitir al pasado, al presente o al futuro de cualquier momento del arte. Creo que representamos demasiadas cosas y no solemos plantearnos el cómo. Por tanto: bienvenida sea cualquier reflexión que nos despierte un poco la actitud crítica.
En cualquier caso, el mundo es ancho y ajeno (como el título de aquella novela de Ciro Alegría) y yo creo que el Guernica siempre representará algo para mucha, muchísima gente. Con tu permiso, Alberto, he utilizado alguna cita de tu texto en mi blog. Gracias.
Publicado por: Rebeca | 09/03/2012 13:49:54
Yo no estoy tan seguro de que dicha obra de arte moderno represente algo. Por lo visto el autor de este artículo no se ha enterado de lo que supone la quiebra de la representación con la irrupción del arte moderno.
Publicado por: Fernando | 08/03/2012 11:42:50