Instalación de Diego Santomé en el MARCO, de Vigo, dentro del programa del del Máster en Arte, Museología y Crítica Contemporáneas de la Universidad de Santiago de Compostela. Foto: Verónica Vicente
Ser comisario tiene algo de oficio de los de otro tiempo, porque, además, de una buena idea de partida para construir un relato que sea eficaz visualmente, exige saber un poco de todo, tener diferentes destrezas que van desde organizar un presupuesto, hasta conocer las condiciones de conservación o montaje, hacer una nota de prensa o dar una rueda de prensa; escribir un texto o supervisar la maqueta y hasta la impresión de un catálogo. Y, como el tiempo suele escasear, a veces se ve abocado a colocar cartelas en las paredes a última hora o a barrer a toda prisa los restos del montaje minutos antes de que entre la prensa en las salas. De hecho, aunque un proyecto expositivo es, al fin, un trabajo en equipo y el comisario veterano cuenta habitualmente con un conjunto de especialistas que le asisten en las numerosas y diferentes tareas que implica poner en pie una muestra, es él –o ella- quien tiene la responsabilidad última de cada detalle.
Por eso se decía que ser comisario tiene algo de oficio de otro tiempo, de destreza a punto de ser un poco artesana, pese a no ser conscientes de la particularidad misma del trabajo en el momento en que entramos a una sala y contemplamos las obras impecables, trasluciendo facilidad como ocurre a menudo con los procesos más complejos. Antes de llegar a ese momento mágico en el cual el visitante se halla frente a frente con el hecho artístico, han tenido que ocurrir tantas cosas que al recordarlas casi seguro se nos pasa alguna. Lo primero, claro, es tener una buena idea e investigar sobre ella. Debe ser una idea que funcione visualmente –se decía- e, igual de importante, que sea factible de llevar a cabo, porque si ideamos una muestra maravillosa alrededor de Las señoritas de Avignon, más vale que vayamos pensando en otra posibilidad, ya que ese cuadro jamás nos lo prestarán, ni siquiera si nuestro proyecto se lleva a cabo en el mismísimo museo del Prado. La buena idea se tendrá que concretar, pues, en una selección de obras o de artistas que sea realista y que se ajuste al espacio dado, claro. Y al presupuesto. No sólo. Al menos al principio de su carrera, el comisario debe tener la habilidad de encontrar una institución dispuesta a apoyar su proyecto –y a veces no resulta sencillo. Por eso es imprescindible la solidez en la propuesta.
Justo cuando parece que lo más complicado está resuelto –tener la idea, investigarla, “vender la idea”, ajustarse al espacio y al presupuesto- empieza la auténtica tarea: convencer a las instituciones prestadoras o a los artistas invitados de que colaboren con el proyecto. Tener detrás una institución solvente desde luego ayuda –y mucho-, pero la seriedad del proyecto –y por tanto del comisario- es imprescindible en toda negociación. En esa negociación por las piezas, básica en el recorrido, el comisario deberá estar dispuesto a buscar obras que sustituyan a las “bajas” que se vayan dando o negociar con los artistas para ultimar los detalles, dependiendo de cada modalidad de trabajo. Entonces habrá que ajustar seguros y viajes o gastos de producción y, como el mejor contable, hacer que los números casen –sobre todo ahora que las cosas no están para bromas.
Ruido, instalación sonora de Dego Santomé en el MARCO, de Vigo.
Luego, cuando la lista está cerrada, los préstamos están confirmados, los seguros y los transportes resueltos o los trabajos ajustados con los artistas, hay que empezar con el catálogo, trabajando al lado del diseñador (encargar textos, escribir textos, hacer fichas, unificar los textos, decidir el diseño, comprobar la fotomecánica), al tiempo que se comienza a pensar en el diseño de montaje junto al encargado del mismo -si bien las decisiones últimas se acaban por tomar en la sala. Ya han llegado las obras – en algunas ocasiones tarde por el mal tiempo o problemas en las aduanas- y las cajas que las protegen se abren ante la mirada seria de los correos que cada museo ha mandado –los conservadores de las diferentes instituciones prestadoras que “vigilan” el buen trato a sus piezas-, mientras el restaurador escudriña las superficies y anota los desperfectos, por pequeños que sean –es imprescindible devolver las piezas como llegaron. Se avanza de este modo hacia el gran día en que todo deberá estar listo: montaje, catálogo, nota de prensa... Se dan los últimos toques a la iluminación: hecho. Ese paseo por la sala vacía aún de prensa y público no se cambia por nada del mundo, pues es la idea que nos ha acompañado durante mucho tiempo –a veces años- hecha realidad, tangible, física. Es un instante increíble: casi más emocionante que tener el propio libro recién impreso entre las manos. Quizás uno se convierte en comisario para saborear ese momento y para tener cerca, un rato al menos las obras que más nos gustan o nos intrigan y que con frecuencia vienen de lejos.
Inéditos 2012. Exposición No me pongas los cuernos, comisariada por de Sarah Alcalay y Marta Peleteiro Ramallo, (ANSELMECALDERÉ).Obra de Anni Holm
Después llegará la prensa, los visitantes, e igual que ocurre con los libros, la exposición nos dejará de pertenecer: será de todos los demás quienes la juzgarán -les gustará o no. Entonces nadie recuerda todo el esfuerzo que se requiere para llegar a ese momento, un trabajo en equipo además, se recordaba –coordinación, registro de obras, diseño de catálogo, de montaje, restauración, equipo de montaje, traductores, autores, correos, iluminación, transportes, aduanas... Y el comisario siempre ahí, a veces también como “conseguidor” para los artistas, como mediador con las instituciones. Siempre preparado para los imprevistos –que suelen ser infinitos a lo largo del proceso.
Por eso se trata de un oficio más que de un trabajo, oficio que se hace haciendo y se aprende en gerundio, a pesar de que en los últimos años han ido proliferando los programas donde se dan los rudimentos de este trabajo terrible y maravilloso, muy complejo para que luego, al verlo terminado, todo parezca sencillo. En el Estado español no tenemos aún programas tan prestigiosos como Bard College o el del Museo Whtiney de Nueva York; De Appel, en Ámsterdam; Goldsmiths y Royal College, en Londres; o l'École du Magasin en Grenoble, pero poco a poco las universidades públicas y privadas ofrecen a los jóvenes docencia más orientada a la praxis y hasta la posibilidad de formarse como comisarios en algunos masteres en marcha, mientras antes debían aprender empezando como coordinadores o poniendo a prueba su pericia a través a concursos como Inéditos de Obra Social Caja Madrid, sin la base previa que facilitara el aprendizaje.
Inéditos 2012. Obra de la exposición Flores; Abismo; Parataxis, comisariada por Carlos Fernández Pello
Dentro de esas propuestas inscritas en masteres públicos y privados y los proyectos prácticos que a partir de ellas se desarrollan, puede verse en Santiago de Compostela, hasta final de este mes y en el maravilloso Colegio de Fonseca de dicha universidad, la exposición colectiva del Máster en Arte, Museología y Crítica contemporánea, dirigido por la catedrática María Luisa Sobrino y el profesor Federico López y coordinado por el joven comisario de exposiciones Pedro de Llano. El proyecto, realizado colectivamente por los alumnos de Master que se han repartido las tareas aunque “todos han hecho de todo” y dirigido por Agar Ledo -responsable de exposiciones del Marco-, ha propuesto a Diego Santomé “tomar” dos de las maravillosas salas –una con un gran triángulo negro y la otra una instalación sonora con discursos políticos, pues la sala fue un lugar donde se celebraron reuniones parlamentarias en los inicios. En esa segunda, unos altavoces resuenan en el espacio impresionante y las alumnas de master cuentan entre risas que son un préstamo de “los indignados” –“la política que se restituye a la política”, dicen. Vieron los equipos en una manifestación y pensaron que les vendría muy bien que se los prestaran porque no había presupuesto para alquilar algo tan caro: el dinero disponible es poquísimo en este proyecto- aún así han editado un catálogo-poster que se puede coger en la sala. Estos mismos alumnos del Master preparan un concurso para hacer una expo en una sala de la ciudad –será un concurso restringido para los matriculados. Se trata de iniciativa fantásticas que vez más prueban cómo la gente joven –y sus profesores- agudizan el ingenio y no pierden el entusiasmo. Ni los papeles.
Hay 5 Comentarios
Completamente de acuerdo, exestudiiante. Yo he vuelto a la universidad tras años después en el mundo profesional (como estudiante) y me rasgo las vestiduras al ver tanto talento desperdiciado y tirado a la basura.
¡Necesitamos un milagro para que los que nos guían vean el camino acertado!
Publicado por: Supernova | 10/11/2013 21:14:44
Por favor, alguien podría comunicarles a los que han puesto los pies de foto a este artículo, que se informen antes de escribir, las imágenes del proyecto de Diego San Tomé son de Santiago de Compostela y no del MARCO de Vigo.
Publicado por: david | 03/07/2012 19:39:27
Si todas esas labores pertenecen al comisario, ¿cuáles son las funciones del gestor cultural o coordinador de exposiciones?
Publicado por: mim | 27/06/2012 3:29:21
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Publicado por: roulette | 25/06/2012 19:51:10
Este artículo me resulta agridulce. Por una parte doy las gracias porque recientemente tenía la sensación de estar loca cuando me quejaba ante el cuerpo de profesores de la Universidad Politécnica de Valencia que se encargan de llevar a cabo el máster de bellas artes. Es increíble que nadie se planteara planificar con antelación la exposición de la obra producida a lo largo del master, para poner en marcha también las habilidades de comisariado que como queda muy claro en el artículo son meramente prácticas. UNA PENA. Y por otra parte, más cabreante si cabe, ya cuando era estudiante lo veía claro, pero ahora de profesora veo que no se cambia el chip y tampoco te dejan, aunque en otros países ya haya buenos frutos. Cuando no dejamos de quejarnos por la fuga de científicos…¿alguien se plantea la fuga de talentos? Leo estas noticias y veo el funcionamiento de la universidad española y me alegro de que al menos nos quede el extranjero…porque España no aboga por la excelencia en formato potencial en su más estricto sentido.
Publicado por: ex-estudiante y ahora profesora | 25/06/2012 14:06:49