Sin Título

Sobre el blog

Pero, ¿qué es el arte contemporáneo? Hay tantas respuestas como artistas. Por eso Sin título (Untitled) es un espacio abierto para informarse, debatir y, sobre todo, apreciar el arte de todos los tiempos y lugares, con especial énfasis en el latinoamericano. Un blog colectivo de contenidos originales y comentarios sobre la actualidad.

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Es un blog colectivo elaborado por periodistas especializados de EL PAÍS y otros colaboradores.

Coleccionarte
Arte 40

No quiero ser una turista

Por: | 10 de junio de 2012

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La otra noche en París, cruzando la ciudad en taxi camino de casa, me sorprendió una multitud agolpada en la gran plaza del Louvre. La “pirámide” se alzaba indiscreta entre luces y en un espacio abarrotado y de pronto pensaba que la revolución había vuelto a la capital francesa, remedo del 68 o el Situacionismo de Debord . Contra qué se manifiestan, preguntaba al taxista. Y él respondía que ese día el museo cerraba tarde. Eran turistas. Cómo puede haber tantos, reflexionaba yo de pronto. Cómo puede haberlos en Nueva York, Venecia, Barcelona, Londres, incluso Machu Picchu... o cualquier rincón apartado del planeta ahora que se ha descubierto el “turismo de aventura”, que fíjate qué aventura puede ser si se trata de un viaje organizado. Ya ni Groenlandia está a salvo. Hace años era un lugar recóndito al cual viajaban pocos locos en las avionetas suicidas desde Islandia, en medio de una eterna tormenta. Ahora paran allí los grandes cruceros de lujo: si casi cualquiera puede llegar hasta “lo exótico cálido”, antes lugar turístico por excelencia, es preciso buscar nuevos retos. Como “Curro se va al Caribe”, los más sofisticados optan por el Polo. Y es que los turistas llegan a cualquier lugar y lo llenan todo: museos y aceras, restaurantes de menú y bares de cócteles. Van andando por las calles, haciendo fotos, videos, comprando souvenirs, visitando museos… cansados, abotargados los sentidos por lo que se traga tan deprisa –desde el cuadro hasta el sandwitch. El tiempo apremia y las metas son claras: verlo todo. O todo lo que dice la guía al menos, sin saborear el vino ni la pintura: cumpliendo horarios, como quien se mueve guiado por una obligación –vaya asco de ocio. “Si hoy es miércoles esto es Bruselas”, decía un chiste de hace algunos años para hablar de los viajes organizados que recorren Europa (o la China) en seis días. Por eso los turistas no tienen un momento libre en sus agendas de ejecutivo. Hay poco tiempo para la reflexión. Más allá de la torre Eiffel en miniatura o el coliseo en imán del frigo, coleccionan algo difícil de determinar que no es siquiera un recuerdo –para eso tampoco hay tiempo. Quizás buscan coleccionar la experiencia y coleccionan sólo la frustración. El mundo completo se convierte en un parque temático.

 

Aunque por otro lado, el turismo, por lo menos antes de masificarse, era un modo de intercambiar experiencias –o casi. De eso supo mucho Spain –siempre different- cuando sus playas eran invadidas por los europeos que buscaban sol, ese “sol español” al cual cantaba, supermachomanLuis Aguilé (uff). Rogelio Lopez Cuenca.Paradis InmobilierSea como fuere, el turismo y lo que conlleva –desde fotos hasta souvenirs- es fuente continua de reflexiones entre los artistas. Lo prueban el trabajo siempre inteligente de Rogelio López Cuenca –quien por cierto también investiga sobre la construcción de lo español dentro de ese contexto (ver imagen a la izquierda)- y la serie de fotos del británico Martin Parr, cuya exposición Souvenir. Martin Parr, fotografía y coleccionismo, comisariada por Juan Pablo Wert , se puede ver hasta octubre en el CCCB. Con el sentido el humor que caracteriza al artista británico, se presenta la conocida serie de autorretratos en los cuales posa en lugares “típicos” que resultan ser un montaje (¿pero no es cada vez un montaje todo lugar típico?). La serie de fotos se completa con algunas instantáneas sobre el turismo y postales de su colección. Sin duda una muestra deliciosa que desvela la ironía aguda de Parr. Si alguien quiere seguir leyendo un poco sobre el tema del turismo, puede hacerlo el próximo número de la revista Fluor , el tercero, un proyecto-milagro casi en este panorama en el cual todo cierra, mientras Rosa Olivares, al frente del “grupo” Exit,  ha decidido empezar esta nueva aventura, una publicación en papel además, que se crea con la voluntad de dar espacio a los artistas, una especie de sala de exposición impresa y lugar de reflexión. Esta vez, para su pequeño monográfico sobre el turismo han invitado a un superclásico, Dean MacCannel, junto a Fernando Estevez, destacado antropólogo, y Mariano de Santa Ana, un conocido experto en turismo en nuestro país, que hablará de la psicogeografía situacionista de Warhol en Vacaciones en el mar y que coordinó el febrero pasado un monográfico para Revista de Occidente sobre la cuestión. Junto a ellos Alicia Fuentes hace un recorrido  por una selección muy curiosa de carteles de la colección del Instituto de Estudios Turísticos. El número de Flour se completa con trabajos de Eli Cortiñas, Hannah Collins, Fabián Marcaccio y Liam Gillick. Está bien leerlo como preparación para las vacaciones, aunque con la que está cayendo no sé cuántos nos podremos ir de vacaciones. Igual con esto de la crisis mundial se racionalizarán un poco los viajes, porque a este paso y con todo el aturdimiento propio de los turistas “si hoy es Bruselas esto es miércoles.”

Fuera máscaras

Por: | 08 de junio de 2012

Errazuriz
'Miss Piggy 1', de la serie 'El circo' (1984-88). PAZ ERRÁZURIZ / VEGAP

Seres retratados con franqueza, a veces con ternura pero en ocasiones con crudeza, pueblan la exposición Aquí estamos, (fotogalería) una de las principales de la sección oficial de la XV edición de PhotoEspaña, que puede verse en el Círculo de Bellas Artes, en Madrid. En ella, a un mito de la fotografía como el estadounidense Richard Avedon (1923-2004) le acompañan el británico Richard Billingham (Birmingham, 1970), la chilena Paz Errázuriz (Santiago de Chile, 1944) y la húngara Lilla Szász (Budapest, 1977). Entre los retratados por estos fotógrafos de distintas épocas y ámbitos se establecen insospechados diálogos, como el que surge al contemplar las fotos de Errázuriz sobre boxeadores que posan desinflados, como si acabaran de bajar del cuadrilátero, y la Marilyn Monroe que captó Avedon en 1957 y cuya mirada baja muestra a un ser tan golpeado por la vida como esos luchadores.


La exposición, comisariada por Gerardo Mosquera y Mónica Portillo y que estará visible hasta el 22 de julio, recoge algunos de los famosos retratos con los que Avedon, fotógrafo de moda, volteó la imagen de personajes icónicos, actores sobre todo, a los que con fondo blanco y gran formato convirtió en seres que llegan a ser grotescos, como ocurre con el poeta estadounidense Ezra Pound. Son siempre "retratos intensos", como dijo el propio fotógrafo, algo meridiano al ver los rostros de Humphrey Bogart, Buster Keaton y el presidente Eisenhower "desgajados de su mito", como subrayó Portillo en la presentación de la muestra el pasado miércoles.


También se expone el desconocido trabajo de Paz Errázuriz, retratista en blanco y negro de seres marginales y sórdidos, no solo de boxeadores tras el combate que que miran de modo desafiante, sino también enanos, magos, acróbatas y travestis. La chilena accedió al cerrado y machista mundo de los luchadores porque, como ella dice, le gusta "hacer visibles lugares oscuros o velados". La fotógrafa cuenta que a sus retratados "al principio no les gustaba cómo se veían en las fotos" pero poco a poco lo aceptaban hasta pedirle que les diera una copia. Este trabajo es "un homenaje a esa forma de vida".
Errázuriz, cuya dulzura al hablar y fragilidad al moverse contrastan con la dureza de sus fotos, completa su trabajo, aún analógico -se revela sus fotos–, con la serie Momento Mori, tétricas instantáneas de los altarcillos que se dedican a los muertos. Sin duda, esta chilena que comenzó a fotografiar en los ochenta en el Chile de Pinochet, es la gran sorpresa de Aquí estamos.


Lilla Szász inició su carrera hace poco más de una década. Ella toma, por encima de todo, una posición de respeto por sus retratados, como las ancianas con caretas que buscan divertirse y los circunspectos veteranos rusos de la Segunda Guerra Mundial, exiliados de su país por el antisemitismo. "No puedo evitarlo, quiero a mis personajes e intento aprender de ellos y verlos como son, sin juzgarlos", afirma. A esta húngara cuya manera de trabajar consiste en "pasar mucho tiempo investigando" lo que va a fotografiar, le ha sorprendido "lo bien que ha funcionado" este cóctel de profesionales tan distintos.


Por último, la obra de Billinghan, al que le gusta "conmover, incluso hasta el llanto, si es posible", pone el foco en lo cercano con una serie sobre su padre titulada Ray es la monda. Desde la confianza del fotografiado, el británico traza una imagen sórdida y tierna de su alcohólico progenitor, recluido en casa.


El paseo por esta colectiva acaba con la sensación de que los fotografiados se entregaron a estos fotógrafos, parece que les dijeron "aquí estamos y así somos, sin máscaras".

¿Qué se compra cuando se compra arte?

Por: | 04 de junio de 2012

Munch

La pregunta no resulta sencilla porque, en el fondo, cada uno va buscando algo diferente. Hay quien compra por inversión, quien compra por moda, por pasión, como decoración sofisticada... No obstante, cuando se compran obras tan emblemáticas como El grito de Munch, una de cuyas versiones acaba de salir a subasta por un precio astronómico y que ha acabado en manos de un comprador anónimo que pujó por teléfono –¡qué nervios!- el prestigio parece un factor determinante: tener lo que otros no pueden tener, lo raro, lo especial, lo único. De hecho, algunas otras obras de Munch no encontraron postor en la misma subasta.
Bien visto, el prestigio tiene mucho que ver con el poder, así que se trata de tener en casa lo que estaba en el museo –algo que ocurre con el resto de las versiones de esta obra. Poseer, en suma, lo que el (mucho) dinero puede comprar... y, si la suerte acompaña, hasta lo que no puede comprar todo el dinero del mundo. Esa es la razón por la cual se roban las obras de arte –se dice. Se roban por encargo: a la carta. Al otro lado de la calle alguien espera a los ladrones para hacer la transacción y el objeto robado acaba en la gran casa, escondido en una caja fuerte o en un sótano secreto, fantasía de harén, jardín cerrado, epítome del secreto que nadie puede ver, imposible vanagloriarse de la posesión ilícita con las visitas. Tampoco está mal como trama para una película o una novela. Al final, lo que esperan comprar aquellos a los cuales su fortuna personal se lo permite son iconos, pues no nos engañemos: a pesar de que Picasso es bastante icónico como figura, una cosa es “un picasso” y otra Las señoritas o El Guernica. Y es ahí donde surge la paradoja y donde El grito de Munch plantea un caso de estudio paradigmático. Los “picassos” que salen a subasta son, en su mayoría, premios de consolación.

Ni todo el oro del mundo puede comprar determinadas piezas, sencillamente porque no salen a la venta: hay cosas que se quedan donde están. Lo supieron en Japón hace años y lo saben en los Emiratos, Rusia o China ,en el momento actual lugares donde van surgiendo los nuevos grandes coleccinionistas. Incluso un mundo donde los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres, en el cual todo esté más o menos en venta y quien tiene cash puede comprarlo, incluso si la necesidad aprieta, hay fronteras que no se pueden cruzar: La Gioconda no se moverá jamás del Louvre ni Las Meninas del Prado, ni muchas de las obras clásicas salen de las casas donde viven, a veces ni siquiera para una exposición temporal. A lo mejor, aunque sea una vez en la vida, el dinero no da la felicidad  (completa).
Ocurre con los propios museos. Hablando de arte del siglo XX, se comentaba a finales de los 80  del siglo pasado cómo museos de la calidad del MOMA podían, eventualmente, poner a la venta “un matisse regular” –se trata en ese caso del museo que tiene los más emblemáticos “matisse” junto con Moscú- para hacer algunas mejoras en las salas. Por este motivo es básico también tener una excelente colección, una buena colección de obras segundonas de grandes maestros pero “prescindibles”. En pocas palabras, obras no icónicas, por si sacan de un aprieto económico, eventualmente. Es el problema histórico y endémico -y creo que imposible de resolver- de museos como el Reina Sofía: no se compró Picasso, por poner el ejemplo más citado, a tiempo y ya no tiene remedio. ¿Cómo hacer una buena colección de artistas clásicos -y, mucho menos, de obras clásicas- si no se pueden llenar los numerosos huecos, incluso cuando el dinero sobra?  ¿A qué renunciar, caso hipotético, cuando lo que otros querrían  es escaso?

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Y es que esas obras segundonas tienen que ser de Matisse o el propio Picasso, se advertía: si no, no vale. Nadie compra una obra segundona de un artista que no suene. No tienen más que escuchar a la Baronesa Thyssen que, necesitada de cash , no ha vendido alguno de los muchos cuadros regularcitos de su colección, sino un Constable. Saldrá a subasta en Londres, of course . El libras esterlinas, of course .
Parece que en momento de apuro no viene  mal tener una colección, si bien no quiero ni pensar lo que debe suponer deshacerse de una obra a la que quiera mucho. Lo advertía Breton cuando comentaba que era capaz de vender un cuadro para sacar a un amigo de un apuro. Luego, al ver el hueco de la pared, vacía, triste, recordaba al amigo y el modo en el cual le había ayudado. Pero ya se sabe que Breton hacía un relato de todo. Se me ocurre que sería de mí si tuviera que separarme de obras a las cuales necesitara mirar, poseer. Menos mal que no tengo nada en las paredes –bueno, libros. En el fondo, me alegro de no tener colección porque desde siempre lo he tenido claro: o se colecciona arte o se escribe sobre arte -para no acabar escribiendo, incluso con la mejor intención, sobre lo que colecciona. Y , sin embargo ¿quién podría resistirse al Grito de Munch? ¿Quién a conseguir un poco de liquidez gracias a la propia colección? Ya lo dijo Malcom McLaren, factotum del punk: "cash from caos". Un estupendo resumen para la situación actual.

Acentos y récords latinos

Por: | 01 de junio de 2012

Matta La revolte des contraires
La Revolte des Contraires (1948), de Roberto Matta

BOCETOS / Apuntes de actualidad

Las tres principales casas de subastas internacionales: Sotheby’s, Christie’s y Philips de Pury celebraron entre el 22 y el 24 de mayo sus sesiones dedicadas al arte latinoamericano. ¿Los resultados? Christie’s vendió obras por valor de 27,7 millones de dólares, Sotheby’s, alcanzó un total de 26,8 millones de dólares y Philips de Pury, consiguió ventas por valor de 3,5 millones de dólares. En conjunto, 58 millones de dólares en solo tres días. Algo que solo viene a confirmar el creciente interés y gran movimiento que hay en el mercado del arte en torno a esta área geográfica y cultural, con una historia olvidada durante décadas y hoy objeto tanto de estudio como de coleccionismo.  

El cuadro de Roberto Matta (1911-2002), La Revolte des Contraires consiguió un precio récord mundial para el artista chileno, al venderse por cinco millones de dólares, el doble de su precio de salida. Según Virgilio Garza, director del Departamento de Arte Latinoamericano de Christie’s, es “un reconocimiento que se le debía desde hace mucho tiempo a uno de los artistas más influyentes del siglo XX”. La pintura fue realizada por Matta en 1944, instalado en Nueva York, después de su estancia parisina.

Pero no les va a la saga la venta récord de un cuadro del cubano Wifredo Lam, Ídolo (Oya/ divinidad del aire y de la muerte) por 4,5 millones de dólares, subastado en Sotheby’s.

Sólo han superado estos récord en arte latinoamericano las pinturas Trovador del mexicano Rufino Tamayo -vendida por 7,2 millones de dólares en Christie's en  2008-,  y Raíces, de Frida Kahlo vendida en Sotheby's en 2006 por 5,6 millones de dólares.

En la citada sesión de Christie’s las obras brasileñas se vendieron "excepcionalmente bien y en un 100 por ciento", según Garza. Entre las más destacadas están las de los brasileños Ernesto Neto, Iberê Camargo, Cándido Portinari, Alfredo Volpi, y Vik Muniz.

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Sin título (1958), de Equipo 57

Pues sí, se habla cada vez más español en el mundo del arte contemporáneo. El próximo 8 de junio se abre en Londres la feria Pinta, dedicada al arte moderno y contemporáneo de América Latina, con particular acento en obras de arte abstracto y geométrico o conceptual.  Una feria que se inició en 2006 en Nueva York incorpora este año a su panorama el arte de la península ibérica. En las 53 galerías participantes en Londres se podrán encontrar piezas de maestros de la abstracción geométrica “fría”, como los argentinos Julio Le Parc, Carmelo Arden Quin o Martha Boto; los venezolanos Jesús Rafael Soto y Carlos Cruz-Diez, o los brasileños Waldemar Cordeiro, Waltercio Caldas, Lygia Pape y Lygia Clark, de la que se presentarán también algunas re-performances como experiencias colectivas. La feria tendrá una muestra antológica de la chilena Matilde Pérez, reconocida artista del Op Art, comisariada por Ramón Castillo.

Entre los españoles destacan piezas del Equipo 57, un colectivo de artistas y arquitectos, formado en París en mayo de 1957, entre los que se encontraban Jorge Oteiza y Agustín Ibarrola. También habrá obras de Eduardo Chillida y de los portugueses Vasco Araujo y Nuno Sousa Vieira.

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Instalación del mexicano Carlos Amorales en Manifesta 9

Lo que empieza ya (del 2 de junio al 30 se septiembre) y, siendo un certamen europeo ha vuelto también su mirada al continente americano, es Manifesta 9, la bienal nómada que se celebra en una ciudad distinta en cada ocasión. Esta año es en Bélgica, en la ciudad minera de Genk. El director del equipo curatorial es el mexicano Cuauhtémoc Medina, junto a la griega Katerina Gegos y la británica Dawn Ades.  El lema de esta edición es The Deep of the Modern, y pretende establecer un diálogo entre diferentes niveles del arte, la herencia cultural y la historia. En lugar de desarrollarse como una gran exposición, tendrá tres áreas de trabajo tituladas Poética de la Restructuración, La era del carbón y 17 toneladas. Las numerosas actividades programadas tendrán lugar en el imponente edificio industrial, antigua factoría del carbón construida en 1924, de estilo Art Deco.

 

 

 

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