Obra de Javier Iglesias en la exposición Timewave Zero: Un día antes del Apocalipsis, en Espacio Valverde
Si estáis leyendo este post es que el viernes pasado, el famoso 21-12-2012, terminó sin novedad: el anunciado fin del mundo ha sido un bulo más como el efecto 2000, sólo que en este caso más esotérico si cabe porque no había ordenadores implicados. Un amigo me dijo que la cosa se escenificaría a través de un apagón planetario, a lo cual respondí: "carguemos los móviles". Otros, más espirituales, decían que la metáfora se refería al antes y después de una época –la que iba a venir- muy gris –con perdón, ésa ha empezado hace unos años ya, ¿no os parece?
Como daba un poco de mal rollo la historia del fin del mundo y para ganarle la batalla al presagio, el miércoles me pasé por el CA2M a ver la exposición de Iván López Munuera, PopPolitics , donde se exploran las relaciones entre música y artes visuales y mucho más: las riquísimas relaciones entre alta y baja cultura que se hacen aquí patentes, casi intergeneracionales, a partir de obras de Juan Pablo Echeverri o Christian Marclay, por citar un par de artistas entre los expuestos. Hay algo maravillosamente fresco –como a menudo ocurre en los proyectos de López Munuera- que sobrevuela la visita: un buen antídoto para los malos augurios. ¿Qué mejor modo de pasar el fin del mundo que en una sala de exposición?
Soft Mud and the Fanboy, del colectivo Momu & NO Es, en la exposición Pop Politics en CA2M
Dicho y hecho: la noche antes del día X me he ido a ver la expo de Espacio Valverde, que cada vez propone proyectos más fascinates y que en esta ciudad mortecina va por libre, a su aire, congregando en el miniespacio a mucha gente y muy distinta –ésa es la gracia. En ocasión del fin del mundo, en su homenaje al visionario y enloquecido Terence McKenna –quien también preveía su particular fin del tiempo para ese mismo día-, dieciocho artistas han llenado la galería –nunca entiendo cómo consiguen que les quepa todo- siguiendo esa línea divertida de eclecticismo que reúne personajes tan dispares como la clásica Miluca Sanz o Elena Alonso, siempre tan delicada y tan precisa con sus dibujos maquinales (me encanta). Miluca, parte del proyecto sobre el tiempo y el calendario como su escenficación en el cual lleva trabajando un buen rato, ha metido unas hojas con fechas en bloques de hielo que a medida que se va derritiendo libera los días. Me ha hecho pensar, igual que el vinilo de hielo de Lyota Yagi en CA2M-, en el fenómenos tan comentado del deshielo y como eso sí que es una ficción real me he puesto un poco más agobiada –por la cosa de acabar sumergida en agua, peor que el apagón porque no hay posibilidad de usar el móvil.
Obra de Elena Alonso en la exposición Timewave Zero: Un día antes del Apocalipsis, de Espacio Valverde
En Valverde me ha sorprendido la escultura-cuadro de Tania Abrile –preciosa- o las obras cada vez especiales de Pablo Padilla –esta vez más especiales si cabe-, además de Leonardo Ulian, insólita techdelicadeza, y el homenaje de Enrique Porta que adquiere tintes de altarcito, a la entrada.
Después de ese paseo superagradable y con la batería del móvil a tope me he ido a casa de una amiga bastante snob que venía indignada del Louvre: después de soportar las masas no estaba en su lugar de siempre La libertad guiando al pueblo porque se la habían llevado a la nueva sucursal. Eso sí que era el fin del mundo, decía ella. “No, el fin del mundo es la salida de Loyrette (el hasta ahora director de la Institución)”, respondía otro invitado muy culto.
Total, que poco a poco y mientras hablaban, se me ha ido pasando la angustia y al llegar a casa he escrito este post que ahora cuelgo y programo por si mañana viernes el mundo se termina. Si no es así, como todos esperamos, y estáis leyendo este post el lunes, casi dejamos la discusión de las sucursales de los grandes museos para la semana que viene -¿a qué meterse en un lío si se acaba la cosa?