Sin Título

Sobre el blog

Pero, ¿qué es el arte contemporáneo? Hay tantas respuestas como artistas. Por eso Sin título (Untitled) es un espacio abierto para informarse, debatir y, sobre todo, apreciar el arte de todos los tiempos y lugares, con especial énfasis en el latinoamericano. Un blog colectivo de contenidos originales y comentarios sobre la actualidad.

Sobre los autores

Es un blog colectivo elaborado por periodistas especializados de EL PAÍS y otros colaboradores.

Coleccionarte
Arte 40

El arte, ¿en casa o en el museo?

Por: | 27 de febrero de 2013

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El arte, ¿es para vivir con él, en casa? ¿O es mejor que esté en exposición en un museo? He escuchado muchas veces a galeristas decirle a sus potenciales clientes, indecisos ante una pieza: “Tienes que llevártela a casa. Vivir con ella, sentir si estás a gusto. Prueba y después decide”.  El objetivo más profundo del arte era esa convivencia diaria, es allí donde el potencial de la obra daba todo de sí. En la experiencia de un espectador que se involucre y la conozca, como va uno conociendo a la persona (o animal, o cosa) con quien cohabita.

No siempre es ese el caso. Hay muchos que lo que quieren probar en casa es si va a juego con el sofá, si llena el vacío de una zona de paso, si es de un artista que dará lustre con su prestigio (y cotización en el mercado) a la fortuna que se quiere ostentar. La exposición Out Of The House (Fuera de casa), de la Cranford Collection en la Fundación Santander, me plantea muchas preguntas en ese sentido.

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Exposiciones iguales

Por: | 22 de febrero de 2013

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Sin título, de Nasreen Mohamedi.

¿Se han fijado? Por mucho que nos esforcemos, a menudo cuesta ver algo distinto cuando decidimos ir de exposiciones. Echemos un vistazo a los principales museos de las principales ciudades europeas y  norteamericanas en estos últimos meses, incluso años.  La sorpresa –o más bien la falta de sorpresa- es flagrante: en todas partes se exponen las mismas  cosas y semejantes artistas o, por lo menos, cosas  y artistas muy parecidos. La mirada se siente, así, atrapada en lo idéntico, una forma como otra de manipular  a los espectadores, de negarles el derecho a decidir qué les  gusta y qué no les gusta; de negarles, en primer lugar, pluralidad en la información. Ya se sabe que vivimos en una sociedad que prefiere conocer a reconocer, pero ¿no es esta maniobra insólita, exponer siempre lo mismo, hablar siempre de lo mismo, cierta estrategia para ocultar datos?

SintituloMonetPorque se prima el reconocimiento frente al conocimiento, supongo, a cada rato vuelve a salir a la superficie ese “ismo” o ese autor ultravisto: emerge como un viejo remordimiento o vicio absurdo, diría Cesare Pavese. Deben ser las clásicas estratagemas del poder que nos prefiere felices y banales, prendidos de lo que se reitera sin otra misión que perpetuarse. Aunque remordimiento no me parece que haya demasiado: a nadie da reparo ese girar y girar sobre el mismo eje e impedir que el gran público -el que se busca  como víctima primera para las reiteraciones- se entere de algo nuevo y pueda aficionarse a ello. Lo del vicio es obvio: esas muestras que bajo títulos parecidos cuentan historias próximas tienen  mucho de viciadas.  Es tan sencillo como encontrar una fórmula que funciona –a la hora de atraer visitantes- y no salir de ella, no vaya a ser que los espectadores se espabilen y luego sea más complicado darles gato por liebre como a veces sucede. (En la imagen: La catedral de Ruan. La portada y la torre de Saint-Romain a pleno sol. Armonía azul y oro (1893), de Claude Monet)

Es paradigmático el caso de ese cajón de sastre llamado “impresionismo”, que recoge bajo su paraguas de “gusto seguro” –como escribiera en sus acusaciones al Pop Clement Greenberg, factotum del Expresionismo Abstracto-  variaciones sobre el mismo tema que van desde Gauguin a Renoir o Van Gogh hasta algunos realistas. Por el mundo entero proliferan estas muestras que buscan llenar las salas y, sobre todo, las cajas registradoras. Da igual que los Gauguin o Renoir sean frecuentemente de segunda fila: cuentan el nombre y la leyenda alrededor del nombre. Luego, en las salas, todo se mezcla, a menudo sin ton ni son, y da igual lo que se vea porque lo que se viene buscando es el halo del “genio” -cosas de la sociedad de masas, vaya pesadez.

Pero que nadie me malinterprete. Entiendo que es importante tener visitantes, que las colas son llamativas y apelan a otras colas, aún así, ¿no sería genial que se incitara a todo ese público -qué término tan obsoleto- fiel a ver más allá que el “gusto seguro”, que se le acostumbrara a ver cosas que no fueran la oreja de Van Gogh, las tahitianas de Gauguin o los paisajes de Monet? “Es lo que pide el público”, argumentan algunos. No sé hasta qué punto es verdad, dado que el público pide lo que conoce. Y aunque fuera cierto, tal vez se podría alternar un poco de lo que gusta ver al gran público con aquello que se visita menos –porque se conoce menos, insisto. Esa es la labor de los comisarios y los responsables de los museos: buscar modos de atraer visitantes a través de fórmulas novedosas -¿no decían los de mayo del 68 “la imaginación al poder”? Al final, este tipo de proyectos tan extraseguros que atraen masas y masas, lo único que consiguen es que la mirada de homogenice más si cabe de lo que ya parece estarlo en un momento histórico aburrido y convencional. ¿No se puede presentar algo sorprendente, aunque sea de vez en cuando?

Andy-warhol1Luego estarían, claro, los “grandes genios” clásicos y modernos. Desde Picasso a Dalí, pasando por Warhol –penúltima adquisición. Y ya se sabe que una muestra de algunos de estos grandes nombres es un éxito de público seguro. Pero las monográficas de los “grandes genios” me parecen siempre más respetables que las colectivas-un-poco-cajón-de sastre: al menos hay más esfuerzo y trabajo detrás –ya ven que antigua soy, las cosas que valoro. Sea como fuere, a veces las monográficas son un conjunto de obras sin más, como un recorrido sin tesis ni punto de partida o de cierre, un repaso por el autor, y se convierten en otra banalidad. De hecho, lo interesante de las monográficas es que propongan nuevas lecturas, nuevos acercamientos, algo positivo desde cualquier punto de vista, ya que es conveniente revisar a los autores clásicos de vez en cuando. Lo malo es que la última tendencia es mostrar exposiciones provenientes de un mismo gran museo que por circunstancias -a menudo económicas- desea mover su colección y eso hace que a veces las cosas sean un poco monótonas, previsibles.

En la penúltima adquisición, Warhol, está claro que su material fotográfico ha sido desde cualquier punto de vista uno de los puntos de novedad, como se puede ver en la muestra de polaroids de Londres –en Privatus hasta primeros de marzo. Éxito seguro porque, además, los medios tienden a hablar siempre de Warhol –o Dalí, Miró, Picasso, etcétera- y de los “impresionistas” que, aunque parezca mentira, tienen aún muchísimos seguidores.

SintituloNasreen-6_0Y luego está el problema del arte actual... y menudo problema. Ya vengan de fondos públicos o privados, las colecciones reunidas en los treinta años se parecen peligrosamente en términos generales: todos han comprado los mismos nombres a la moda, entre otras cosas porque  los comités de compras de los museos o los asesores repiten a veces expertos o porque todos siguen lo que se dicta desde los centros de poder –incluidas las grandes galerías internacionales-al estar apostando el dinero en un arte "no probado". Así, cuando se muestran las colectivas de aquí o de allá  se siente el tedio peligroso de lo ya visto. Eso por no hablar de las obsesiones por el arte fuera del “centro”, hablando de los centros de poder y a pesar de que en estos momento estén algo maltrechos. (En la imagen Sin título, de Nasreen Mohamedi)

Una cosa está clara: no sé si lo que está fuera de los centros de poder necesita de éstos para alcanzar la “visibilidad”, como se dice ahora –que creo que sí y la Tate Modern es un ejemplo claro con fenómenos como el de Ai Weiwei o Doris Salcedo. Lo que está claro es que esos centros de poder necesitan a los mal llamados bordes, que quizás lo fueron y ahora son casi el centro, para alimentar su voracidad.

Sintitulotaeuber¿Qué exponer entonces? Pues tal vez lo olvidado, lo frágil, lo que no se ha visto lo suficiente, a pesar de que es un clásico y a pesar de su belleza inesperada, como ocurre cada vez que se expone a Nasreen Mohamedi  -ahora con una muestra maravillosa en la Fundación  KIran Nadar de Nueva Dehli - o a Agnes Martin o a  Sophie Tauber-Arp o a cualquiera de las muchas artistas clásicas olvidadas. Y esperar que no se vuelva banal, que no se manosee, que sea enseguida sustituido por algo también bello y sorprendente, para que dejemos de ser meros personajes en una cola  esperando a ver lo mismo de siempre. (En la imagen: Sophie Taeuber, con su obra Cabeza dadá)

África, en un millón de fragmentos unidos por el arte de El Anatsui

Por: | 21 de febrero de 2013

Por Holland Cotter (New York Times)

El-anatsui-retrato

Una de las obras más populares en la Bienal de Venecia de hace seis años fue una lámina inmensa de luz ondulante que flotaba, desde el suelo hasta el techo, en la entrada principal. Podía ser un supermosaico en la ciudad de los mosaicos, con incrustaciones de oro y plata. Se veía que aquel objeto brillante estaba compuesto por la unión de una multitud de piezas diminutas: trozos de metal coloreado retorcido formando tiras, cuadrados y círculos, y ensamblados con trocitos de cable de cobre. En algunos de los pedacitos se podían distinguir palabras impresas: Bakassi, Chelsea, Dark Sailor, Ebeano, King Solomon. Algunas parecían extranjeras. Lo mismo ocurría con el nombre del artista: El Anatsui.

En esa gran lámina de luz se veía África, no Europa; tejidos africanos, no tapices barrocos. El hecho de que los trozos de metal pareciesen material sobrante tenía su importancia. Los clichés encajaban de golpe: África = reciclaje. Y el arte que un momento antes era simplemente sobrecogedor y magnífico, ahora se volvía exóticamente misterioso.

¿Cómo se convirtió la obra de un artista africano en la principal atracción de la muestra contemporánea más prestigiosa del mundo? En el pasado, los artistas negros de África solo conseguían la atención internacional cuando vivían y trabajaban fuera del continente. Y además su arte era bien acogido en la medida en que hacía propaganda de la africanidad. La hazaña veneciana de El Anatsui no cumplía con ninguno de esos criterios.

El Anatsui Bienal Venecia 2007

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Tras la puerta verde

Por: | 20 de febrero de 2013

The Umbrella Corner 4-7_Dora García_La Puerta Verde






          En 1972, mucho antes de que los artistas comenzaran a abusar de su condición de ubicuos y globe-trotters, el norteamericano Allen Ruppersberg (1944) ideó una instalación para una de las paredes del Pomona College Art Gallery (L.A.) titulada “Where’s Al?” (¿Dónde está Al?), un tableau fotográfico con decenas de imágenes en color y tarjetones escritos a máquina que hacían referencia a él mismo, su estado de ánimo y su posible localización (por entonces el artista vivía entre Nueva York y Los Ángeles) con comentarios de personas que lo habían visto o hablado con él. La obra, que fue adquirida posteriormente por el MoMA, se leyó como una absurda taxonomía de la condición transversal del artista y de la muy usada estrategia de ocultación y desplazamiento, que pasa de la ausencia del autor a su imagen insinuada o velada en un medio dado, de la misma manera que el objeto artístico, en el caso de autores como Daniel Buren o Marcel Broodthaers, pasaba al dispositivo del montaje y a otros “suplementos” que rodean la mercancía de la obra (catálogos, posters), funcionando como actos de resistencia crítica.

     Aquella obra seminal de Ruppersberg le sirve ahora al suizo Moritz Küng de punto de partida para comisariar un ciclo expositivo en la galería ProjecteSD. Desde el pasado mes de octubre, “The Umbrella Corner” encadena siete trabajos que transcurren de forma paralela a la programación de la galería barcelonesa. El título se refiere a un espacio particular situado en la entrada de la sala, un extraño rincón de solo  60 x 60 cm. que hasta ahora había sido ocupado por un paragüero de cristal. En él, Küng ha establecido un proyecto de contenido específico, al invitar a una serie de artistas a reaccionar a las limitaciones de este espacio y a la obra de Rupperberg, en una narrativa coral en torno a la evitación, la desaparición, la exclusión y el recuerdo.

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La emergencia de JUSTMAD

Por: | 18 de febrero de 2013

ImagenQue conste que no me gusta nada el término “arte emergente”. Me da la sensación de que alguien empuja la cabeza de otro hacia el fondo de una piscina mientras el propietario trata de sacarla. Pero expresada mi reticencia hacia el subtítulo, “emerging art fair”, diré que cada vez me parece más atractiva JUSTMAD, pues aunque hay un poco de todo, como siempre ocurre en estos eventos, se encuentran propuestas muy frescas y algunas realmente especiales.

La edición que se acaba de cerrar, bajo la dirección artística de Javier Duero, se ha ampliado, además, a nuevas iniciativas que van más allá de la idea misma implícita en una convocatoria de este tipo, donde los artistas presentan (y venden) sus obras. De hecho, el visitante que se pase por JUSTMAD tendrá ocasión de ver a algunos de sus artistas favoritos, como mi artista fetiche Elena Alonso en Espacio Valverde –no me regañeis porque mencione a menudo a la artista y a la galería, es que me parecen estupenda y diferentes, ambas. Espacio Valderde siempre inventa cosas y busca artistas particulares y sorprendentes. Una de las  obras de Alonso en JUSTMAD, cierta especie de peonza gigante en su línea de  “tapadera” –parecer lo que no es o todo lo contrario- , se pudo ver en la última edición de  Circuitos.

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Marina + Ulay = amor + performance

Por: | 14 de febrero de 2013

Marina y Ulay.Rest energy
Rest energy (1980), performance de Marina Abramovic y Ulay

Perdonen que hable de amor en un día como este. Podía haberlo hecho ayer o mañana y así evitar el tópico de un 14 de febrero. Pero es precisamente la vulgaridad y grandeza de la historia de amor de estos dos artistas de performance lo que me ronda la cabeza desde hace unos días, después de ver la película  Marina Abramovic.The artist is present. En un cine comercial, por cierto, no sé lo que durará en cartelera.

La primera vez que Ulay vio a Marina ella estaba desnuda en público y se dibujaba con una cuchilla en el vientre la figura sangrante de una estrella, símbolo comunista (al menos ella la usaba con esa intención). Era 1976, en Amsterdam. Fue más que un amor a primera vista (tópico nº1). Ella era serbia, él alemán. Ambos nacieron un 30 de noviembre de años distintos. Se dedicaban, de alma, al naciente y marginal arte del performance. Se unieron carnal y espiritualmente y decidieron formar una especie de dúo artístico que llamaron “El Otro”. A los dos les interesaba el ritual, lo simbólico, el fondo de las relaciones humanas, que exploraron en sus más poéticos y revulsivos aspectos. Durante doce años realizaron piezas en las que llevaron al extremo esas ideas, desarrollando una disciplina terrible de autocontrol y desafuero.

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Ley del mecenazgo: menos por más

Por: | 11 de febrero de 2013

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Obra de Mateo López.

La cosa tiene desde luego su lógica, aunque sea perversa como tal. Es importante que la gente vivamos lo peor posible y nos vaya lo peor posible, porque si está uno todo el día tratando de sobrevivir o cansado de problemas y problemas, es más probable dejar de pensar y ser crítico con lo que le rodea.
En algún momento la gente sin trabajo tenía la culpa –según algunos poderes pensantes- de no tener trabajo y, ahora, algunos de esos mismos poderes –lo de pensantes me parece menos obvio-, han decidido que no hay que tratar de ser lo que uno quiera en la vida,  siguiendo su vocación que, decía Maruja Mallo es “voz  interior”, sino lo que manden las circunstancias. Vamos, que hay que hacer un estudio de mercado para tratar saber dónde hace falta personal. ¿Que usted está dotado para las lenguas muertas? Mal asunto, porque lo que hace falta son fontaneros o ingenieros de montes. Pues eso: a ver la lista de las carreras que sí tienen salida y vemos qué se puede hacer, aunque no se siga la voz interior, porque desde los médicos hasta los electricistas el trabajo escasea para todos. A ver: la lista del milagro que nos apuntamos.

Sea como fuere, las ocurrencias no acaban aquí. Ahora resulta también que la famosa ley del mecenazgo no acaba de aprobarse y parece que se ha cambiado de ruta y hay que apoyar a la cultura sin recibir nada a cambio. Más ciencia ficción. Podría en todo caso ser sensato, siempre y cuando se establezca una red poderosa como ocurre en otros países y una conciencia del “servicio público” que, al menos, dé satisfacciones a cambio, que aquí parece que al que apoya las iniciativas culturales a menos que se descuide acaba por dársele un capón. Sobre todo, por razones históricas de sobra conocidas, hay en España aún muy poca tradición de programas filantrópicos: quien tiene dinero prefiere comprarse otra casa cara.  Y va a ser más escasa aún con la actitud de menos por más que se tiene desde una altas instancias que suben el IVA cultural también, como siempre repito, quizás como un plan maestro para que la gente sea cada vez más obtusa.

Por eso me da mucha envidia un programa como el de Rolex de “Mentores y protegidos”, que desde el año 2002 ha decidido hacer su contribución “a la cultura global”. La idea es ofrecer a los artistas jóvenes tiempo para “aprender, crear y crecer”. Aunque la fórmula es en este programa un poco diferente de la habitual porque dichos  artistas jóvenes no se eligen por un jurado, como suele ser usual, sino por un mentor, un maestro del campo de la música, la literatura, el teatro, las artes visuales y más recientemente la arquitectura Durante un año el mentor y el artista trabajan juntos de la forma en que elijan hacerlo y los nombres que han pasado por allí son deslumbrantes: Margaret Atwood, Kazuko Sejima, Trishia Brown o William Kentridge, siempre extraordinario y que ahora está mostrando su obra en Mumbai.

Este último, uno de los artistas más sólidos del panorama internacional, tiene como discípulo al colombiano Mateo López, cuyo trabajo se pudo ver en el Musac, programado por Tania Pardo en Laboratorio 987. En estos días se le podrá ver, además en Travesía Cuatro, en  Madrid.
Se trata, pues, de un programa filantrópico que ojalá proliferara como idea, pues sin duda es mejor apostar por un trabajo a largo plazo que por esos premios y menciones que surgen por toda partes y que al final crean menos poso que trabajar un año entero con un persona brillante como Kentridge.
Así que éstas son las cosas que nos perdemos por no tener cosas má básicas que el dinero. Por tenr tan poca amplitud de miras, por estar sumergidos en una forma de mirar el mundo bastante escasa.  Esa forma escasa, la que no deja que las personas sueñen con el futuro que desean, siendo aquello a lo cual les lleve su voz interior –como decía Maruja Mallo-, es la que contrasta con iniciativas como las de Rolex porque, aunque el dinero privado es necesario para el apoyo a la iniciativas culturales, igual de imprescindible es tener la imaginación necesaria para gastarlo bien.

Consejos para vender arte contemporáneo

Por: | 07 de febrero de 2013

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Imagen del video Portrait of a dealer, de Halil Altindere

La ironía y el sarcasmo tienen mayor efecto cuanta mayor verdad contengan, aunque parezcan decir lo contrario. Esa su esencia y sentido. La chirriante combinación de estas contradicciones es una fórmula de éxito tanto en discursos como en debates. También en otras formas de representación. Y de éxito e ironía tratan dos obras que me gustaría traer a colación. La más reciente pertenece al turco Halil Altindere (Mardin, 1971), que inaugura mañana una exposición en el CA2M (Centro de Arte 2 de Mayo), en Móstoles (Madrid). Se titula Tips For Artists Who Want to Sell (After Baldessari)  (2012). La otra, naturalmente, es la pieza citada en el propio título de este trabajo.

John Baldessari pintó entre 1966 y 1968 sobre un lienzo una especie de anuncio que contradecía su contenido. El artista californiano había decidido ya abandonar definitivamente la pintura y abrazar por completo el arte conceptual, que por entonces estaba eclosionando con fuerza. Su decisión cobró efectistas tintes dramáticos –y conceptuales- en 1970, cuando quemó todas sus pinturas  en un acto que tituló Cremation Project. Pero volviendo a su obra Tips For Artists Who Want to Sell, que ya prefiguraba el camino que seguiría en adelante, escribió sobre este lienzo unos pocos consejos que, con toda su ironía, guardaban la esencia de lo que por entonces todavía eran ciertas verdades en el comercio del arte. Si bien hay que señalar que en lo que sería un medio muy conservador. El texto traducido vendría a ser el siguiente: 

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 Breves consejos para artistas que quieran vender   / John Baldessari (1966-1968) 

  • En general, las pinturas con colores claros se venden mejor que las de colores oscuros.
  • Temas que se venden bien: Madonna con niño, paisajes, naturalezas muertas (sin elementos mórbidos… aves muertas, etc.), desnudos, marinas, abstracción y surrealismo.
  • El tema representado es importante: se dice que pinturas con vacas y gallinas acumulan polvo… mientras los mismos cuadros con toros y gallos se venden bien.

 Un juego de doble sentido similar al que Magritte plantea con su célebre Ceci n’est pas une pipe. Como señala Deven Golden  en un artículo en Artcritical, se trata de una pintura que pretende ser un anuncio, no una pintura,  pero que lejos de dirigirse a una masa de consumidores se remite a la complicidad individual del espectador para captar la ironía. Una doble negación que, a la postre, contiene una verdad positiva.

Halil Altindere, que además de unos de los artistas turcos más destacados y revulsivos, es también comisario de exposiciones y director de la revista turca de arte contemporáneo  art-ist, cogió el guante echado por Baldessari hace más de cuatro décadas y ha hecho una interpretación que lo acerca mucho más a los baremos del mercado del arte actual. Sus “consejos”, para quienes se muevan en los círculos del coleccionismo, son sumamente agudos y lúcidos. Desenmascaran algunas de las tácticas más habituales de artistas que, en efecto, son los más cotizados en el mercado del arte dejándolos en evidencia.  Veamos la traducción: 

 Breves consejos para artistas que quieran vender (según Baldessari)  / Halil Altindere (2012) Halil Altindere

  • Obras con líneas verticales se venden mejor que las que llevan líneas horizontales. Una capa de resina o epoxy sobre la superficie del lienzo asegura la venta.
  • Realiza tus trabajos sea en formato muy pequeño, para que parezca frágil y poético, o en formato muy grande de manera que satisfaga el ego.
  • Haz fotografías ampliadas a gran escala sobre temas bizarros.Utiliza objetos ready-made. Amplía esos objetos cotidianos a gran escala. 
  • Visita tiendas y librerías de segunda mano y colecciona objetos y fotografías antiguas.  Compra un archivo completo, si es posible.
  • Realiza instalaciones de video multicanal que sean en parte documental y en parte ficción. Cuanto más largo sea el video mayores oportunidades tendrá.
  • Realiza trabajos en colaboración con arquitectos, diseñadores urbanos y ONGs. Haz documentales y talleres con minorías étnicas enclavadas en zonas burguesas localizadas cerca al centro de la ciudad.

    A pocos días de la celebración en Madrid de la 32ª edición de la feria ARCO, este tipo de consejos pueden resultar útiles tanto a galeristas como a artistas. Altindere pone el dedo en la llaga. No será difícil reconocer estas estrategias en muchas de las obras que se presentarán. Una amarga ironía que deja clara la escasez de propuestas originales en estos tiempos revueltos, pero íntimamente conservadores. Una época en la que hay más artistas que nunca antes en la historia de la humanidad y en la que resultar difícil discernir dónde está el verdadero talento.  Posiblemente esté fuera del mercado. Recuerden: Esto no es una pipa.

Controvertido Ai Weiwei

Por: | 04 de febrero de 2013

Weiwei

Era el año 2009, el mes de mayo, y la Galería Ivorypress de Madrid proponía la que, si no me equivoco, era la primera exposición del artista chino en España. La prensa se hizo eco el acontecimiento, pero habría que esperar un par de años más para que su popularidad fuera incontestable por doquier. De pronto y tras precederle su fama sobre todo de disiente bloguero, las autoridades chinas demolían  su estudio, argumentando incumplimiento de la normativa municipal, y el artista era detenido por supuesta evasión al fisco, permaneciendo largo tiempo detenido.

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El País

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