Cultura creativa

Por: | 11 de marzo de 2013

Saopaulo

Está claro. Con todos los desmanes que se están haciendo en cultura y educación, con todos los recortes imaginados e inimaginables, el master plan que percibimos algunos, y que va más allá de un de un delirio paranoico –además, hasta a los paranoicos los persiguen-, está consiguiendo que las personas seamos cada vez menos críticas con el mundo en que vivimos. Es lo que se busca y el que crea lo contrario peca de ingenuo.  De hecho, la capacidad crítica es algo que potencian la cultura y la educación: sin ellas se pierde la costumbre de pensar -algo que desea el poder para que tantos repitan, casi una letanía, que ahora toca trabajar más -los que tengan trabajo- por menos. De tanto repetirlo acaba por parecer normal, mientras sobres, sobornos, facturas falsas y cuentas en paraísos fiscales van proliferando igual que una broma de mal gusto. Si las personas, asfixiadas para sobrevivir en su día a día, no tienen siquiera el consuelo –sí, es la palabra que busco- de una lectura, de ver una película, mirar un cuadro, ir al teatro, comprar un periódico... ¿qué les queda? ¿Qué nos queda? Nada. Canales basura y noticias manipuladas en televisiones que han dejado de ser independientes: miseria también mental que es la peor de las miserias.

Y no me vale con decir que hay cosas más necesarias por las hay que velar, por ejemplo, cosas de primera necesidad como alimentarse. La educación y la cultura son el futuro de un país y unas inversiones rentables, pues ayudan a hacer de las personas seres humanos con criterio propio. Hasta ahora se entendía así, me parece, y , por este motivo desde la llegada de la democracia ha habido una apuesta sistemática por la formación de los ciudadanos, al menos en la cultura, dado que la educación es la gran asignatura pendiente de nuestro país, con un sistema deficitario en planes e inversiones que empeora por momentos. Y de pronto, al ver los recortes reiterados no ya a la educación, sino a la propia cultura antes mimada, pienso si lo anterior no era más que una mera alucinación, una forma de “industria cultural” que, ahora, es obvio, ha dejado de interesar como prueba la subida absurda de los impuestos en cultura, excluyendo al final a todos: los que no tienen, porque no se lo pueden permitir y los que tienen, porque se irán a consumir cultura a un lugar más barato.

Eso sí, planes para cambiar de coche, por ejemplo, van surgiendo de vez en cuando con el fin de animar la producción, pero ya se sabe que en el Estado español es más importante tener un coche nuevo que aprender algo nuevo. Ocurre al menos en las altas instancias que tienen, dentro de su plan maestro de atontamiento generalizado, la estrategia de atar a las gentes a nuevas deudas de manera que sigan teniendo que trabajar por poco para pagarlas. ¿No se podría inventar un plan “revone” para la educación y la cultura –que  a su vez es educación y no sólo “industria cultural”?

Deberíamos mirar hacia Islandia y tomarla como ejemplo; mirar el modo en el cual ha decidido salir de la crisis usando la cultura como estrategia. Claro que ahora va a cambiar el gobierno y vuelve a ser favorito, parece, el partido conservador que tal vez no  apueste por una solución tan creativa. Tampoco es éste el primer caso en la historia donde se opta por la creatividad y la cultura para salir de una crisis. Un ejemplo bien conocidos fueron los muralistas mexicanos de los 20 del XX que, con el a veces controvertido ministro Vasconcelos al frente, decidieron llenar el país de historias pintadas, narrar la Historia con grandes murales,  igual que se repetiría después, en los años 30 norteamericanos, al crearse la  Work Progress Administration  (Administración para el progreso del trabajo) para potenciar la vida artística del país.

Sin embargo, me dirán ustedes que Islandia es un país pequeño que no tiene que ver mucho con el nuestro. Y, pese a todo, otra novedad llega de Brasil,  donde se promociona la cultura a través de la subvención de una cantidad mensual de dinero  -el "vale cultura"- que se ofrece a la personas con sueldo inferior a una cierta cifra. La única condición para recibirla es que se gaste en cultura y, aunque la polémica está abierta porque hay que ver en qué se gasta y qué se considera cultura –por ejemplo, ¿es cultura una revista porno?- está claro que la iniciativa es al menos, creativa y ambiciosa, como suelen ser las soluciones “a la brasileña”. Que luego y a la larga aparezcan los problemas a causa de las subvenciones es una reflexión diferente, pero gracias a subvenciones viven ciertos sectores de la cultura que de otro modo no podrían financiarse. La cultura y la educación son rentables a muy largo plazo, para la formación de los habitantes de un país y el modo en que sube su nivel de exigencia ante las cosas, dado que el conocimiento desarrolla el sentido crítico, se advertía.

Y aquí donde vamos llegando al meollo del problema. Pues, seguro, que desde el poder se argumentaría –si escucharan alguna vez- que no hay dinero para subvenciones y menos individuales y que, si lo hubiera, sería para cuidar necesidades materiales más urgentes. Sea como fuere e incluso no esperando de la situación actual soluciones creativas como la brasileña o la islandesa, ¿qué tal dejar de gravar la cultura, simplemente eso? Ah, no, que se trataba de que cada vez tuviéramos menos sentido crítico y más deudas. Lo había olvidado por un momento.

Hay 6 Comentarios

Fenomenal articulo, gracias! javier, dejemos los juicios de valor sobre lo que es cultura y hablemos de Industria Cultural, como en todo el mundo mundial. Al hilo del ejemplo que cita Estrella sobre la Industria del Automovil, nadie cuestiona si a un Dacia se le puede considerar automóvil comparado con un Porsche Panamera, sencillamente hay un Plan para esa Industria, se ejecuta, los conciudadanos lo gozan y a otra cosa. La Industria Cultural aporta no menos de un 4% al PIB estatal...puestos de trabajo...imagen para la "marca España"...fomento del turismo cultural... a mi me vale el Dacia tambien.

muy interesante el artículo...

mal que nos pese cultura es cultura... pongamo ahora, cada uno, el nivel que quiera o el adjetivo que quiera: alta, baja, selecta, de consumo, basura... cultura al fin y al cabo. El tiempo dirá cual de ellas marcó el signo de este tiempo...

Creo que habría que definir que es cultura, que tanto confundimos con entretenimiento. ¿Consideramos cultura a un musical con canciones de los Hombres G? ¿Y a la última película de J.A. Bayona?

Tan solo con que nuestros dirigentes dejen de dirigirse a nosotros como imbéciles, daremos un paso de gigante.

Carla
www.lasbolaschinas.com

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