A muy poca distancia una de otra, dos galerías del Ensanche barcelonés exhiben fotografías de factura doméstica, colocadas sin enmarcar en las paredes o en las páginas de cuadernos depositados sobre una mesa. Las primeras corresponden al trabajo de Allen Ruppersberg (Ohio, 1944), que inspiraron al comisario suizo Moritz Küng para su proyecto en el pequeño espacio de la entrada de ProjecteSD, el Umbrella Corner, reseñado hace unas semanas en este blog; la segunda serie, en la Joan Prats, la firma Javier Peñafiel (Zaragoza, 1964). Ahora bien, se trata de dos propuestas falibles que se manifiestan de manera divergente: si la del norteamericano admite “la caída y muerte del autor” y a la vez el nacimiento del lector (un legado de la provocación de Duchamp en cuanto que el receptor es el que reactiva la obra), la obra de Peñafiel acusa una ilegibilidad absoluta, el aturdimiento total e infructuoso del espectador.
Imágenes de la muestra de Ruppersberg en ProjecteSD
La empresa que dirige Silvia Dauder (SD) es una de las más valoradas entre los profesionales que acuden a ferias y bienales internacionales (¡una galería que es más conocida que muchos museos barceloneses!), mientras otras salas con mucha más experiencia y nombre han desaparecido prácticamente del imaginario de coleccionistas y comisarios. Cuando ni siquiera los públicos del arte pueden darse por descontado, es evidente que se les debe convocar cada vez con mayor esfuerzo; y da la sensación de que sólo hay dos caminos: a través de exposiciones de clara discursividad y sociabilidad o el espectáculo propiamente dicho, donde todo el mundo se hace la ilusión de formar parte del circo.
La de ProjecteSD es la primera muestra individual en España de Allen Ruppersberg, pionero del arte conceptual quien, junto a Lawrence Weiner, John Baldessari y Douglas Huebler, puso en juego una crítica de la noción moderna de visualidad hasta entonces definida como una esfera independiente y autónoma de la experiencia estética. Aquellos autores cuestionaron la cualidad única del objeto artístico y su espacialidad (el rectángulo pictórico y el sólido escultórico) y desarrollaron nuevos medios de distribución, como el libro, el póster, la revista o el vídeo. Subrayando la obsolescencia de la obra original frente al objeto reproducible de la cultura de masas, utilizaron la fotografía de la forma menos espectacular: imágenes caseras hechas con polaroids y sin trucar, alfileres o chinchetas que las sujetaban a la pared y, en general, lo que posteriormente se llamó “deskilling” (sacrificio de la destreza técnica), en un esfuerzo por eliminar cualquier virtuosismo manual (nada nuevo, en el XIX Seurat aplicaba el pigmento en pinceladas visiblemente separadas y los cubistas hacían collages con recortes de papel, etiquetas de envases y otros objetos “encontrados”).
En 1972, Ruppersberg creó la pieza “Where’ s Al?, una pequeña historia contada por medio de 150 fotografías y 150 tarjetas de archivo con diálogos que permitían seguir la pista de un personaje llamado Al. Una segunda entrega, “Where is Al? Part II- The Sequel” (1997), ampliaba el repertorio de imágenes y textos con notas, libros, guiones cinematográficos y una revista, que ayudaban a construir el escenario en el que se presenta a un artista que inventa su propia desaparición. El mismo autor describe su discurso como un “choque entre una comedia dramática y una película de terror”. A esta obra se suma ahora una nueva versión proyectada sobre una pantalla y una instalación reciente, “The Rise of L.A.”, compuesta por tres fotografías que a la vez son discos de vinilo en los que aparecen representados, con el fondo de una banda sonora, algunos iconos de la vida cultural y comercial de Los Ángeles en los años setenta. Recomendable.
Sobre estas líneas, imágenes de la nueva versión de "Where is Al?"
Mientras, en la Joan Prats, Javier Peñafiel exhibe su “latido antecedente” en torno a dos situaciones históricas que tienen como protagonistas a Ruth Berlau (vinculada laboral y sentimentalmente a Bertolt Brecht), Michelle Bachelet y Angela Merkel, dos mandatarias que supuestamente habrían de coincidir en un determinado momento de la historia en un tranvía rumbo a Leipzig o Berlín. La historia no es baladí, pero hay que leerla a fondo en un folleto explicativo para no sentirse invadido por el sopor. En su paseo por las salas, el visitante encuentra fotografías, textos, recortes, dibujos y vídeos que sólo el autor es capaz de descifrar. Júzguenlo ustedes o, antes del aturdimiento, bórrense como espectadores.
“Allen Ruppersberg. The Umbrella Corner (6/6)- Al Said He Was coming”. Galería ProjecteSD. Passatge Mercader, 8, baixos, 1. Barcelona. Hata el 27 de julio. Comisario: Moritz Küng.
“Latido Antecedente”. Javier Peñafiel. Galería Joan Prats. Rambla de Catalunya, 54. Barcelona. Hasta el 15 de junio.