Arte con cautela en la bienal de Moscú

Por: | 11 de octubre de 2013

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Detalle de la instalación de Maya Onoda en la Bienal de Moscú. Foto: Magnan Metz Gallery, New York

 Por STEVEN LEE MYERS, MOSCÚ (New York Times)

Hubo algunas complicaciones cuando el artista conceptual estadounidense John- Baldessari llevó sus últimas obras a Rusia dentro de la quinta Bienal de Arte Contemporáneo de Moscú. En primer lugar, el título de su proyecto, Double take [Doble interpretación], no se traducía fácilmente en ruso, por lo que se cambió por 1+1=1.

Baldessari. Moscu.the set-upLo más inquietante fue que dos coleccionistas se negaron a prestar obras de Baldessari para la exposición. Les preocupaba el entorno político en Rusia, como la concesión de asilo al filtrador de archivos de seguridad Edward J. Snowden, la aprobación de una ley contra la “propaganda” gay y el enjuiciamiento del grupo  de música punk Pussy Riot.  

“Personalmente, no he tenido ningún problema”, aseguraba Baldessari, de 82 años, en una entrevista celebrada en la galería moscovita Garage. “Pero sé qué ambiente se respira allí”. 

La bienal, que se inauguró en septiembre y dura hasta el 20 de octubre, resume ese ambiente. Es moderna y está llena de energía, pero también de un ambiente de desconfianza por las minas políticas y burocráticas que puedan hacer estallar la ira de las autoridades en la Rusia de Vladímir Putin.

Desde que se inició en 2005, la bienal ha navegado con cautela entre la ambición de los organizadores por convertir la capital rusa en un centro internacional de arte contemporáneo y el conservadurismo reflexivo de un país en el que la línea entre lo aceptable y lo vetado puede ser muy fina. 

Solo un mes antes de que se inaugurase la bienal, las autoridades de San Petersburgo confiscaron cuatro cuadros de una galería en vísperas de la reunión anual de los países del G20. Uno de ellos representaba a Putin vestido con un camisón rosa de mujer, peinando a su antiguo protegido, el primer ministro Dmítri Medvédev, que aparecía en sujetador y bragas. El artista, Konstantin Altunin, tomó un avión y se fue rápidamente a Francia. Sin embargo, ninguno de los artistas elegidos para exponer en la bienal ha aprovechado la oportunidad para abordar directamente los temas actuales. 

En unos comentarios inusualmente sinceros, Ivan I. Demidov, viceministro de Cultura, describía el patrocinio de la bienal por parte del ministerio como un honor y una carga al mismo tiempo. “Cuando el Gobierno, una estructura conservadora por definición, apoya actividades, especialmente en temas tan delicados como la cultura y el arte, existe un cierto grado de riesgo”, afirma. “Quizás incluso para ambas partes”. 

Bienal Moscu2013.Catherine de Zegher_MoscowLa comisaria del acontecimiento de este año, Catherine de Zegher (foto a la izquierda), que actualmente reside en Bélgica, no es ajena a la política. Ocupó durante nueve años el cargo de directora del Drawing Center en Nueva York antes de dimitir, después de que las autoridades echasen por tierra sus planes de trasladarse al antiguo emplazamiento de las Torres Gemelas, a raíz de la ola de protestas que desató  el contenido de algunas exposiciones del centro. Hubo detractores que sostenían que el centro era antipatriótico y poco apropiado para la Zona Cero.

En la exposición principal de Manezh, una histórica academia de equitación convertida en museo, De Zegher reunió obras de 72 artistas de todo el mundo. La sala principal del edificio Manezh se ha convertido en un laberinto de galerías con vistas a las torres del Kremlin.

De Zegher explica que ha evitado cualquier tema abiertamente controvertido, en un momento en que las prohibiciones rusas sobre la libertad de expresión han provocado críticas internacionales. “No me han impedido hacer nada”, asegura, “pero hizo falta negociar algunas cosas. Creo que hay más autocensura que censura”. 

El canal de la televisión estatal Kultura ha elogiado la bienal por “sus valores familiares, su talante positivo y su fantasía ilimitada”. Otros, sin embargo, se quejan de que el acontecimiento sacrifica la fuerza artística en aras de la conveniencia.

Dmitri Pilikin, crítico de arte de San Petersburgo, ha cuestionado las selecciones de los organizadores. “El arte contemporáneo se caracteriza principalmente por la negación”, señala. “Resulta arriesgado hacer un proyecto que extrae una conclusión tan positiva, porque es imposible no preguntarse hasta qué punto es auténtico y si no será un intento de recrear una especie de glamour estalinista kitsch”.

De Zegher no piensa igual, aunque reconoce que prefiere la sutileza a la agresividad abierta. “En realidad, no me gusta la provocación porque lo paraliza todo”, declara. 

Bienal Moscu2013.Aslan-Gaisumov_1

Algunas obras de temática política son tan discretas que es posible que se pasen por alto. El artista irlandés Tom Molloy, por ejemplo, ha montado unos diminutos recortes fotográficos de manifestaciones en todo el mundo sobre un largo estante en algo que parece una enorme manifestación en miniatura. “Si miras con detenimiento, puedes ver que hay mucho cuestionamiento y mucha crítica”, explica De Zegher. “Es para observadores”.

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