Marc Camille Chaimowicz, Traditional Wallpaper, 2008. Fotos: Roberto Ruiz
Barcelona es la ciudad europea que ha sufrido un mayor incremento en el número de turistas durante los últimos años y también la capital con más cotorras argentinas, hasta 300.000 ejemplares. Así es. La chillona Miopsitta Monachus es un ave invasora que fue importada como animal de compañía, pero se ha comprobado que estos loritos no son unas apacibles mascotas sino más bien depredadores que destrozan la vegetación de su entorno para rapiñar las ramas con las que construirán sus enormes nidos. Devoran frutos de huertos urbanos, piñas, hierbas y hasta roban el pan con el que las abuelitas alimentan a las palomas. Tienen sus colonias en la Ciudadella, la Avinguda Diagonal y el Barri Gótico. En la Plaza Villa de Madrid anidan centenares de estas especies, pero sus gritos aparecen ahogados por la indiferencia y el colapso de los turistas. Una auténtica plaga.
En el primer piso de un estrecho edificio del carrer D' en Bot, frente a la necrópolis romana y a pocos metros del Ateneu, un nuevo centro de arte rinde culto a estas exóticas bestias (y un sofista podría añadir que también Barcelona se ha convertido en un monumental y atractivo parque para cultivar y entretener a otra especie no menos invasora ni de menor ricura como son los veraneantes, viajeros y pasajeros atraídos por el variado espectáculo gastronómico-cultural que les ofrece la ciudad). The Green Parrot se define como una asociación sin ánimo de lucro que edita, exhibe y promueve el trabajo de jóvenes artistas internacionales. Dada la cantidad de personas implicadas en la compra y venta de arte y la porosidad de la barrera que separa la obra del taller del artista y la del museo, esta fórmula inédita de intercambio entre comisarios, artistas, coleccionistas y editores resulta muy oxigenante. The Green Parrot no es una galería comercial al uso, ni una fundación privada. Nace del entusiasmo de dos jóvenes emprendedores que siguen el modelo de los nuevos espacios de arte anglosajones. Rosa María Lleó y Joao Laia huyen de la pluralidad trivializada, del academicismo de gran parte del arte activista y de los gestos oportunistas del mercado y los responsables políticos (que parecen actuar a la par). Operan en una vía mucho más dinámica y alternativa, gracias a las donaciones y aportaciones de mecenas y socios. En los últimos años, Barcelona ha sumado otros tres centros de perfil parecido: HalfHouse (Av. Vallvidrera, 61) -con un lustro de actividad-, Homesession (Carrer de la Creu dels Molers, 15) y Theblue project Foundation (Princesa, 51).
Arriba, instalación realizada con cortinas de Lúa Coderch. Sobre estas líneas, esculturas de David Mutiloa
La popular revista de diseño “The World of Interiors” da título a una colectiva que reúne esculturas, instalaciones, música y elementos decorativos realizados específicamente para este espacio y que exploran diferentes significados de la palabra “interior” como un término no solamente relacionado con lo doméstico sino con la subjetividad. Los firman Lúa Coderch, Marc Camille Chaimowicz, Diogo Evangelista, Henning Lundkvist y David Mutiloa.
Convenía este elemento de fantasía en los circuitos de arte, y más aún en un mercado de altísima velocidad que acaparan las tres grandes salas de subastas (Christie's, Sotheby's, Phillips) y media docena de poderosísimos dealers. ¿Hasta cuánto puede llegar la puja? En el libro titulado “The Supermodel and the Brillo Box” (Palgrave Macmillan ed.), el profesor de Márketing y Estrategias de la Universidad de Toronto, Don Thompson (autor del bestséller “El tiburón de peluche de 12 millones de dólares”) profiere que la mitad de las obras de arte vendidas en subastas durante el año pasado probablemente nunca volverán a superar su precio de adjudicación. Y destapa una práctica cada vez más habitual en las transacciones de arte: los poseedores de una pieza cotizada optan por la venta en el mercado negro en lugar de en subastas, por la confidencialidad, el anonimato y la inmediatez de la compra. Otra tendencia es que las galerías están dejando de exhibir obras de artistas jóvenes en favor de autores de más edad o del talento “pasado por alto”, una manera de esquivar el alza de precios de artistas muy jóvenes o de grandes firmas. Chris Dercon, director de la Tate Modern, ironiza: “Lo más sexy ahora es volver a descubrir un artista de por lo menos 95 años de edad”. Es la nueva cacofonía del mercado. Repitan para sus adentros: “El mercado es una cotorra que todo lo arrasa”
Obres de la colectiva "The World of Interiors": Vinilo de Henning Lundvkist; instalación con cortinas, de Lúa Coderch.
“The World of Interiors”. Colectiva. The Green Parrot. Carrer d' en Bot, 21-1ª. Barcelona. Hasta el 30 de mayo. www.thegreenparrot.org